Texto: Ángel Alonso Salas, en Paradojas
Imagen: Momo de Laczo
A manera de introducción:
El problema del tiempo es una de las temáticas que mayor atención y pasión han generado en los grandes filósofos, científicos, artistas y pensadores. ¿Por qué no hacer mención de las secciones de Las confesiones de San Agustín, en donde se narra de manera magistral, un acercamiento a aquello que es el tiempo, o bien, hablar de los conceptos y teorías de Isaac Newton o de Albert Einstein que desarrollaron sobre este tema, en diferentes campos de la ciencia? ¿Por qué no hacer alusión a la Persistencia de la memoria de Salvador Dalí, al marketing de marcas como Swatch o Nivada, o bien, apelar al símbolo e imagen del reloj de arena? Sencillamente, porque la pretensión de este escrito es mostrar la manera en la que Michael Ende, de una manera lúdica, sencilla y seria, transmite aquello que es el tiempo, por medio de una novela infantil-juvenil: Momo. A través de la trama de una historia y del recurso de una serie de personajes como Casiopea, el maestro Hora, Momo, los hombres grises, Beppo el barrendero, etc., la novela de Ende, plantea todas las implicaciones y entramado implícito en la comprensión de aquello que ha sido uno de los mayores inventos de la especie humana: el tiempo.
Si alguna vez, nos hemos dado cuenta de que el tiempo transcurre de manera muy rápida o de manera muy lenta, y desconocemos las causas por las que tenemos esta percepción o los motivos por los que nos pasa esto, entenderemos parte de la trama de la historia. O bien, si en algún momento hemos sentido que no nos alcanza el tiempo para hacer nuestras actividades o que hay veces en que nos sobra tiempo, podremos comprender la crítica planteada a nuestras sociedades contemporáneas y, percatarnos acerca de la problemática de comprender qué es el tiempo y porqué en ocasiones es tan breve o pesado para el ser humano. En ambos casos, nos enfrentamos a una paradoja: el tiempo es a veces corto y a veces largo, existen diferentes tipos o concepciones del tiempo, cuando solo hay un único tiempo.
Sin lugar a dudas, la novela de Momo es ejemplar, es una obra no sólo bella y rica en significado y contenido, sino que es una de las contadas obras que dejan un mensaje, un contenido profundo y significativo, y que al ser tan accesible al entendimiento humano, se le puede sacar mucho provecho a la reflexión sobre dicha historia. No contaremos con lujo de detalle la trama, sino solamente mencionaremos algunos fragmentos de esta historia, para tratar de esbozar una aproximación al problema filosófico y humano que genera la comprensión sobre el tiempo. Para llevar a cabo este cometido, se hará mención de dos textos que a mi juicio, nos brindan herramientas para elaborar una reflexión particular sobre esta cuestión. Dichos textos son Sobre el tiempo, del sociólogo Norbert Elias, y, Lo sagrado y lo profano del pensador Mircea Eliade.
*
Leer Momo,no solo deja un buen sabor de boca a aquellos que no minimizan este texto por ser catalogado como pueril, es decir, “infantil” o “juvenil”,o bien, al pertenecer a la llamada “literatura fantástica”. Aquellos que se acercan a este texto por alguna razón y se dejan llevar por la narrativa y trama de Ende, de manera paulatina, accederán al ámbito de “lo fantástico”, en donde a partir de dicha argumentación, se produce una intriga sobre la comprensión de lo que es el tiempo, posibilitando el querer ser partícipes de la misión contra los hombres grises y de la preservación de las flores horarias en nuestra situación concreta.
Iniciemos esta sección con una aproximación a la significación del tiempo, y preguntémonos ¿Qué es el tiempo, cómo se mide, dónde se encuentra? Y seguramente, nuestro sentido común nos daría unas respuestas que no contestan las preguntas elaboradas. Para Norbert Elias, en su obra Sobre el tiempo, la noción del tiempo no encuentra su respuesta inmediata con una asociación a un reloj, ya que dicho aparato, no es el tiempo ni su representación, sino un medio por el cual se mide aquello que es el tiempo. El ser humano emplea el reloj o el calendario como un medio de regulación de comportamientos, conductas, compromisos y actividades de cualquier índole. Dicho con las palabras de Elias, “los relojes no son el tiempo. El tiempo mismo tiene un carácter instrumental de un tipo especial. Se enfrenta uno aquí con un problema peculiar: la cuestión sobre la relación entre el reloj y el tiempo” (1).
Ahora bien, entonces qué es el tiempo. Dicha noción se considera como un caso paradigmático, en tanto que “utiliza símbolos –principalmente numéricos, en el actual estadio- para orientar en el incesante flujo del acontecer, en la sucesión de los eventos, en todos los niveles de integración: físico, biológico, social e individual” (2), así como también es algo abstracto. Es uno de los conceptos que mayor trabajo le cuesta al ser humano asimilar, pues no es tangible ni visible, pero se utiliza en cualquier momento y damos por supuesto que comprendemos qué es. A pesar de que pueda ser considerado como un dato natural, tiene dos posibles interpretaciones, a saber: objetiva y subjetivamente. En dichas interpretaciones se “considera «objetivo», existente con independencia del hombre, y […] como una simple representación«subjetiva» aunada en la naturaleza humana. En esta confrontación de teorías sobre el tiempo -objetivista y subjetivista- se refleja una de las propiedades esenciales de la gnoseología filosófica tradicional. Se supone como algo obvio, la existencia de un punto de partida universal que se repite de modo permanente, una especie de inicio del conocer”(3).
El uso del tiempo es indispensable, no solo para calendarizar actividades o establecer una prioridad de actividades, sino también para el cálculo de las ciencias físico-matemáticas, médicas y como categorías religiosas y filosóficas. Ejemplos sobran, pero lo que cada una de estas ramas entiende por tiempo es muy diversa, ya que puede ir desde una unidad de medida hasta una categoría sintética a priori. Pero lo que podemos aseverar es el que el tiempo es algo que sólo le pertenece a los seres humanos, es una creación propia de nuestra especie y pareciera que a su vez, es algo innato. ¿Qué es entonces el tiempo? Para Norbert Elias, “los físicos siguen afirmando que miden el tiempo, utilizando para ello fórmulas matemáticas donde juega un papel la medida del tiempo como quantum definido. Pero el tiempo no se puede ver ni sentir, ni escuchar, ni gustar ni olfatear. La pregunta sigue flotando sin obtener respuesta: ¿Cómo puede medirse algo que los sentidos no pueden percibir? Una hora es invisible” (4).
Vayamos ahora, a la novela de Momo. La historia, grosso modo, consiste en la existencia de una niña llamada Momo, que vive en el anfiteatro de la ciudad. No tiene familia, pero todos los niños de la ciudad son sus amigos. Sin embargo, llegan los hombres grises y empiezan a cambiar y a manipular los usos y costumbres de los habitantes de la ciudad, con la misión de “hacer que no se desperdicie el tiempo en cosas absurdas”, y paulatinamente, todos cambian su forma de vida, excepto Momo. Con la ayuda de Casiopea y las enseñanzas del Maestro Hora, Momo puede hacer frente a los hombres grises y recuperar el tiempo perdido. En dicha aventura, Momo comprende qué es el tiempo y la importancia que éste tiene, por lo que se debe preservar y evitar el seguir los falsos consejos de los hombres grises.
Michael Ende, por medio de la historia, nos explica en un lenguaje metafórico en qué reside la problematización y sentido que tiene el tiempo, ya que, “existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se ponen a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo. Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora. Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón” (5).
¿Qué significa que la vida resida en el corazón y que el tiempo es vida? ¿Por qué usar esa metáfora? ¿Acaso el tiempo es subjetivo? Existen ocasiones, en que a pesar de que podamos constatar de manera objetiva que el tiempo es el mismo, por ejemplo, la duración de una clase de matemáticas o de filosofía, comparadas con las clases de educación artística o educación física. Todas las asignaturas duran lo mismo, pero muchas veces el “tiempo pasa más rápido”. Y cuando queremos que fluya con velocidad el tiempo, parece que el segundero va más lento. Con esto, podemos percatarnos que no solo dependiendo de lo que realicemos en cierto espacio temporal, sino que de acuerdo a la disposición anímica que tengamos, creeremos subjetivamente que el tiempo fluye a distinta velocidad, aunque como en los casos anteriores, la duración de la asignatura, es objetivamente la misma. En lo que respecta a la comparación con el corazón, es algo que veremos más adelante. Veamos un poco la historia de Momo y pensemos qué tanto nos habla esta novela a nuestras sociedades contemporáneas.
En la novela de Momo, el primer personaje de la ciudad a quien se le aparecen los “hombres grises” (personas que siempre están vestidos de un traje de color gris, que llevan un portafolio y siempre fuman un cigarro y se la pasan “a las prisas”, haciendo cuentas y entrevistando gente, es decir, el típico ejecutivo, empresario que vemos en nuestras ciudades, y que en el fondo es la representación de cualquier habitante de una gran ciudad, o inclusive, de nosotros mismos) es al señor Fusi, el peluquero. Cuando uno de los hombres grises habló con él, le hizo saber cuánto tiempo destinaba a cosas que no eran primordiales, y que en el fondo estaba desperdiciando tiempo vital. La cuenta la hizo diaria, semanal, mensual y hasta anual, para que se percatara que el tiempo que dedicaba a regar plantas, ver a su mamá, platicar con los clientes, podría suprimirlo y trabajar más, por lo que maximizaría el tiempo y sus horarios, teniendo como consecuencia un mayor ingreso económico. Dicha cuenta hecha, segundo a segundo, era exacta, por lo que no le quedó de otra al señor Fusi que aceptar que dedicaba mucho tiempo a cosas que no eran redituables. Finalmente, el hombre gris le comentó al señor Fusi “usted sabrá cómo se ahorra tiempo. Se trata simplemente, de trabajar más de prisa, y dejar de lado todo lo inútil. En lugar de media hora, dedique un cuarto de hora a cada cliente. Evite las charlas innecesarias. La hora que pasa con su madre la reduce a media. Lo mejor sería que la dejara en un buen asilo, pero barato, donde cuidaran de ella, y con eso ya habrá ahorrado una hora” (6). Dicho comentario fue impactante para el señor Fusi, pero él creía que habían muchas cosas ciertas, por lo que aceptó el contrato que hizo con el hombre gris, para administrar mejor el tiempo y no desperdiciarlo en nimiedades. Cuando desapareció el hombre gris, también se fue desvaneciendo el humo del cigarrillo del hombre gris, así como también “palidecían también las cifras del espejo. Y cuando se borraron del todo, se borró también la memoria del señor Fusi el recuerdo de su visitante gris: el recuerdo del visitante, no de la decisión. Ésta la consideró ahora como propia. El propósito de ahorrar tiempo para poder empezar otra clase de vida en algún momento del futuro, se había clavado en su alma como un anzuelo”(7). ¿Qué ganan los hombres grises con esos contratos? La administración del tiempo ajeno, les da a los hombres grises más tiempo y se roban el tiempo de los hombres para tener más vida y producir sus cigarrillos.
Cualquier persona podría pensar que con dicho ahorro de tiempo y con una mayor optimización de actividades, energía y tiempo, se pueden alcanzar más objetivos y por ende, rinde más el día, pues es algo que hacemos de manera frecuente. No nos alcanza el tiempo para nuestras cosas, nos la pasamos corriendo, yendo de un lugar a otro y dejando de lado las cosas importantes por las cosas urgentes. En la novela, el señor Fusi fue el primero de muchos, y posteriormente, todos vivían en un mundo ajetreado, lleno de responsabilidades y de actividades, siempre con escasez de tiempo para desarrollar todas las actividades planteadas. Momo se percata, que “nadie se daba cuenta de que, al ahorrar tiempo, en realidad se ahorraba otra cosa. Nadie quería darse cuenta de que su vida se volvía cada vez más pobre, más monótona y más fría. Los que lo sentían con claridad eran los niños, pues para ellos nadie tenía tiempo. Pero el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón. Y cuanto más ahorraba de esto la gente, menos tenía” (8).
¿Qué podría decir Elias, de dicha categorización del tiempo? En primer lugar, que “la actividad de determinar el tiempo y el concepto del tiempo no deben considerarse de manera aislada, pues pertenecen indivisiblemente a una imagen global que los hombres poseen acerca de su mundo y de las circunstancias en que viven” (9). Y en segundo lugar, que “un momento determinado en un flujo continuo adquiere un carácter de un presente frente a otros que se presentan como pasado o futuro. Únicamente en relación a un hombre que lo experimenta. Como símbolos de unidades temporales vividas, estas tres expresiones no sólo representan una secuencia, como lo hacen «año» o «causa y efecto», sino también la presencia simultánea de las tres unidades temporales en la vivencia humana. Se diría que «pasado», «presente» y «futuro», aunque son tres palabras distintas, constituyen un concepto único” (10).
Momo fue asediada por un hombre gris, pero no cayó en el engaño de nuevos juguetes o de utilizar el tiempo para cosas más productivas. Se percató de los planes de los hombres grises y trató de advertir a sus amigos y mayores. Pero al ser una niña, nadie tomó en serio sus palabras y suponían que era la imaginación de Momo o que era uno de los tantos juegos o alguna de las etapas que adolece cualquier niño, por lo que paulatinamente, Momo se fue quedando sola. Sin embargo, Momo recibió la ayuda de Casiopea, y pudo conocer al Maestro Hora. Momo convive y dialoga con el Maestro Hora, acerca del daño que producen los hombres grises en los hombres. Paulatinamente, Momo contesta una serie de acertijos, cuya finalidad es comprender la significación del tiempo, y se percata que el tiempo siempre está allí, “no se le puede tocar. Ni retener. ¿Acaso sea algo parecido a un olor? Pero también es algo que siempre pasa. Así que tiene que venir de algún lugar. ¿Acaso es algo así como el viento? O no. Ya lo sé. Quizá sea una especie de música que no se oye porque suena siempre. Aunque creo que ya la he oído alguna vez, muy bajito […] Pero aún tiene que ser algo más […] porque la música venía de muy lejos, pero sonaba dentro de mí. Puede que con el tiempo ocurra lo mismo” (11). Si esto es así, entonces qué tienen que ver los relojes, porque también ellos miden el tiempo y cumplen con la caracterización anterior. El Maestro Hora le explica a Momo que los relojes “sólo son reproducciones imperfectas de algo que todo hombre lleva en su pecho. Porque al igual que tienen ojos para ver la luz, oídos para oír los sonidos, tienen un corazón para percibir, con él, el tiempo. Y todo el tiempo que no se percibe con el corazón está tan perdido como los colores del arcoiris para un ciego o el canto de un pájaro para un sordo. Pero por desgracia, hay corazones ciegos y sordos que no perciben nada, a pesar de latir” (12).
Finalmente, el Maestro Hora hace reflexionar a Momo sobre la existencia de una enfermedad que ha atacado a los seres humanos, la cual “al principio apenas se nota. Un día ya no se tiene ganas de hacer nada. Nada le interesa a uno, se aburre. Y esa desgana no desaparece, sino que aumenta lentamente. Se hace peor de día en día, de semana en semana. Uno se siente cada vez más descontento, más vacío, más insatisfecho con uno mismo y con el mundo. Después desaparece incluso este sentimiento y ya no se siente nada. Uno se vuelve totalmente indiferente y gris, todo el mundo parece extraño y ya no importa nada. Ya no hay ira ni entusiasmo, uno ya no puede alegrarse ni entristecerse, se olvida de reír y llorar. Entonces se ha hecho el frío dentro de uno y ya no se puede querer a nadie. Cuando se ha llegado a este punto, la enfermedad es incurable. Ya no hay retorno. Se corre de un lado a otro con la cara vacía, gris, y se ha vuelto uno igual que los propios hombres grises. Se es uno de ellos. Esta enfermedad se llama aburrimiento mortal” (13). ¿No es acaso un diagnóstico muy acertado de muchas personas conocidas, o inclusive, de uno mismo? Aquellos que necesitan siempre hacer algo, que consideran los domingos como días en los que no hay nada que hacer, y otros tantos que la monotonía, la rutina, el hacer siempre lo mismo y al no poder modificar las elecciones preferenciales o existenciales que han hecho, se convierte el ser humano en un ser frío, amargado, apático, monótono, se siente “uno más”, esos son los hombres grises.
En la novela, una vez que Momo ha comprendido todo esto, con la ayuda de Casiopea, combate con los hombres grises y logra recuperar el tiempo perdido, y salvar así a sus amigos de convertirse en hombres grises, y todo vuelve a ser como antes: la prioridad no es el trabajo, también hay tiempo para el descanso, la charla, el juego, el atender a los niños, el visitar y conversar con los seres queridos, etc. Podríamos decir que la moraleja del cuento, consiste en valorar lo que hacemos, en dar prioridad a las actividades que realizamos sin creer que perdemos el tiempo con cosas no “redituables”, sino el volver a las actividades, a los pequeños detalles y actitudes que son significativos en nuestra vida, con los cuales le encontramos un sentido a nuestra existencia.
¿Pero qué es entonces el tiempo? Hemos visto que no podemos definir qué es con exactitud, sin embargo, puede ser apreciado de manera subjetiva u objetiva, y que según Elias, es una experiencia interior y de acuerdo a Ende, reside en el corazón. ¿Acaso podemos hablar con claridad de dos tiempos o apreciaciones distintas a partir de un estado de ánimo? ¿Tendría alguna validez? Aunque a primera vista, pareciera que hablamos de dos concepciones distintas y que podría establecerse alguna confusión, en el fondo estamos haciendo referencia a dos distintos tipos de catalogar o vivenciar un mismo fenómeno humano: el tiempo. Mircea Eliade, en su texto Lo sagrado y lo profano, explica que desde las culturas antiguas o primigenias, sin importar el tiempo o latitud en la que hayan surgido, los seres humanos han hecho uso de dos formas distintas de emplear y vivenciar el tiempo, a partir del tiempo de lo sagrado y de lo profano. Veamos esto con detalle.
Para Eliade, hablar de lo sagrado y lo profano constituye “dos modalidades de estar en el mundo, dos situaciones existenciales asumidas por el hombre a lo largo de su historia” (14). En donde “el tiempo sagrado es por su propia naturaleza reversible, en el sentido de que es, propiamente hablando, un tiempo mítico primordial, hecho presente. Toda fiesta religiosa, todo comienzo litúrgico consiste en la reactualización de un acontecimiento sagrado que tuvo su lugar en un pasado mítico, «al comienzo». Participar religiosamente en una fiesta implica salir de la duración temporal «ordinaria» para reintegrar el tiempo mítico reactualizado por la fiesta misma” (15), es decir, nos aproxima al misterio. Mientras que el tiempo profano, es aquel en el que nos regimos mediante el año civil, y que aparece en calendarios de clases, en nuestros aparatos celulares, en los relojes, el que hacen mención en los noticieros, etc. Pongamos un ejemplo para explicar estas dos posibilidades existenciales de comprender y vivenciar el tiempo. Para la gran mayoría de las personas, la celebración de la Navidad (24 de diciembre es una fecha especial, no es cualquier día). Ya sea porque reciben regalos de Santa Claus; porque se dejan llevar por el “espíritu navideño”; porque es un día en que se procura reunir toda la familia para cenar juntos, brindar, hacer regalos de intercambio, etc., o bien, porque se conmemora un año más de la Natividad de Cristo. Para aquellas personas, que por alguno de los motivos mencionados, esta fecha es importante, en mayor o menor medida, dicho día se convierte en un tiempo sagrado. Es decir, es una fecha especial, donde se celebra algo importante, y que aunque digamos qué es, pareciera que lo que se ha organizado o lo que se espera de este día, no se reduce a un evento de marketing o una rutina, es algo especial, que se ha esperado desde hace tiempo, y que constituye un día diferente. Ahora bien, para todos aquellos que piensan que eso es una mentira, que es una manipulación del capitalismo, que es un día más, común y corriente, etc., para ellos, este día es lo que Eliade considera el tiempo profano. El tiempo profano es un día más, no existe diferencia entre el día anterior y el que sigue, pues se siguen haciendo las mismas cosas y no hubo una celebración que fuera significativa y diferente a las demás. Y podríamos dar otros ejemplos: el aniversario de bodas, el día de nacimiento de alguien, la fiesta patronal de una Iglesia, la conmemoración del día de la Independencia, el aniversario luctuoso de un ser querido, etc.
¿Qué significación tienen estas dos posibilidades de hablar del tiempo, ya sea como sagrado o como profano? En lo que respecta a la novela de Momo, el tiempo de lo profano, es aquel que indican los hombres grises, constituye una rutina, una serie de actividades que uno debe hacer y en las que no existe ago especial o significativo, simplemente es cumplir con el horario asignado; pagar las cosas en su debido tiempo; entrar y salir a la hora indicada para no tener retardos o faltas; asistir a compromisos escolares, laborales o sociales, etc., es decir, una mera sobrevivencia, un vivir por vivir. Algo que nosotros hacemos siempre, es el permanecer en el calendario civil. En cambio, el tiempo de lo sagrado, supone una ruptura con lo cotidiano, con la rutina, con el deber ser y deber hacer. En ocasiones, una simple conmemoración o celebración de algo que sea significativo o especial, se convierte en algo sagrado, algo que le otorga sentido al que participa en dicha festividad. Para Eliade, muchas veces, lo sagrado nos remite a la conmemoración de un mito, de algo que queremos reactualizar o conmemorar. Por ejemplo, al celebrar el día de muertos; la independencia de nuestro país; la fiesta de San Ignacio de Loyola, el aniversario luctuoso de John Lennon, o que hace “X” tiempo nació nuestro hijo, no estamos repitiendo dicho acontecimiento, sino que a partir de la conmemoración de dicha fecha, reactualizamos una alegría, un compromiso, una vivencia que nos dejo aquella fecha inicial, y hacemos una especie de juego, de valoración, y de gozo inexplicable por recodar que hace “X” tiempo, pasó algo que nos marcó, que sigue estando vigente en nuestras vidas y que por insignificante que sea, es una de las cosas más importantes y que le otorgan sentido a nuestra existencia. Dicha conmemoración, da fuerzas para continuar en la rutina, en lo de siempre. Y efectivamente, seguirán pasando de manera objetiva Navidades, independencias, fiestas, cumpleaños, aniversarios,etc., pero cada una de ellas será algo especial y diferente a las anteriores conmemoraciones. Esto no sólo podemos valorarlo de manera subjetiva, sino también objetivamente.
Es importante destacar, que la vivencia del tiempo sagrado no implica el pertenecer a algún credo o ideología específica, aunque en contadas ocasiones participa del tiempo sagrado. Eliade pone énfasis en la manera en que distintas culturas a lo largo de la historia relacionan el culto mistérico, con una celebración religiosa, la cual no solo da sentido a la población, sino que también genera mitos, valores, costumbres, ritos e identidad a una sociedad. Eliade reconoce que “para el hombre no religioso, el tiempo no puede presentar ni ruptura ni «misterio»: constituye la más profunda dimensión existencial del hombre, está ligado a su propia existencia, pues tiene un comienzo y un fin, que es la muerte, el aniquilamiento de la existencia” (16). Y esto es lo que podríamos decir que les pasó a los hombres grises y a aquellos que se dejaron influenciar y convencer en el ahorro y maximización del tiempo. Mientras que Momo, al contar con las flores horarias, y percatarse que el tiempo residía en su corazón, en aquello inmediato que puede vivencia, compartir y transmitir alegría, es decir, a la vida misma, constituye el tiempo sagrado. Obviamente, la metáfora a la que recurre Ende de comparar el reloj con el corazón es muy acertada, no sólo por equiparar el tic tac con los latidos, sino que la vivencia de lo sagrado o lo profano, la subjetividad u objetividad del instante y el hecho de que el tiempo transcurra de manera lenta o corta, es algo que podemos entender y compartir, haciendo referencia a nuestro sentir, a nuestro latir, a la interiorización y valoración de nuestro modus vivendi que encuentra en el corazón un indicio. Sería interesante el reflexionar sobre los motivos que han tenido diversas culturas para identificar a lo esencial de la vida con el corazón, o bien, con la significación del tiempo. Sin embargo, eso será labor de otro escrito. Quedémonos con la propuesta de la novela de Ende, en donde encontramos una forma de que el ser humano tome conciencia de lo que está haciendo con su tiempo y la manera en que vive y lleva su vida.
-----------------------------
BIBLIOGRAFÍA.
Eliade, Mircea. Lo sagrado y lo profano. Traducción de Luis Gil Fernández y Ramón Alfonso Diez Aragón. Barcelona: Ed. Paidos, 1998.
Elias, Norbert. Sobre el tiempo. Traducción de Guillermo Hirata. México: F.C.E., 1989.
Ende, Michael. Momo. México: Ed. Alfaguara, 1990.
NOTAS A PIE DE PÁGINA.
Norbert Elias, Sobre el tiempo. Traducción de Guillermo Hirata. México: F.C.E., 1989, p. 23.
Ibid., p. 24.
Ibid., pp. 14-15.
Ibid., p. 11.
Michael Ende, Momo, México: Ed. Alfaguara, 1999, p. 63.
Ibid., pp. 73-74.
Ibid., p. 75.
Ibid., pp. 78-79.
N. Elias Op. Cit., p. 195.
Ibid., p. 88.
M. Ende, Op. Cit., p. 162
Ibid., p. 163.
Ibid., pp. 246-427.
Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano. Traducción de Luis Gil Fernández y Ramón Alfonso Diez Aragón. Barcelona: Ed. Paidos, 1998, p. 17.
Ibid., p. 53.
Ibid., p. 55.
0 comments:
Publicar un comentario