24.4.14

La tortuga, un símbolo viviente

Texto: Jacques Prestreau en Cheloniofilio

     

La tortuga, animal que existe desde hace más de 250 millones de años, omnipresente en la memoria de los hombres y las civilizaciones, un día no será más que un nostálgico recuerdo. Recordemos entonces… los símbolos están ligados esencialmente a culturas y tradiciones antiguas que toma el mundo contemporáneo y de las cuales queda impregnado. No es sorprendente constatar que son las antiguas civilizaciones, principalmente en las regiones rurales y de montaña, en las cuales los símbolos tuvieron más importancia. En relación al carácter particular de la tortuga, encontramos cuentos o leyendas ligados a arquetipos simbólicos. Evocaremos creencias, leyendas, y recurriremos a la cosmogonía, es decir, la representación del mundo y su creación en las civilizaciones antiguas. Tanto en Extremo Oriente (China, Japón, Vietnam, Corea, India, El Tíbet…) como en América del Norte (desde México hasta Alaska), la tortuga es, ante todo, el soporte del mundo. Casi en la totalidad de las civilizaciones antiguas del mundo entero (de las cuales aún algunas existen, como el pueblo aborigen de Australia, China o Vietnam) la tortuga siempre ha sido siempre un símbolo de sabiduría y longevidad. Esto se debe evidentemente a su larga vida y a su indolencia, pero al mismo tiempo a su discreción frente a los eventos que marcan el ritmo del mundo. La lentitud de su desplazamiento la hace figurar como digna representante de la sabiduría…y del arte de tener toda la eternidad delante de sí.


Es impresionante constatar de qué manera la tortuga ha marcado el espíritu de la civilización china. Aquí es necesario precisar que las primeras huellas de la escritura china remontan a 35000 años aproximadamente y que sus ideogramas primitivos, cuando no eran gravados sobre piedra, lo eran sobre los caparazones de este animal. Por otro lado las escrituras de los antiguos quedaban grabadas por la eternidad si el soporte era un caparazón de tortuga, todavía más que los que eran grabados en piedra. La longevidad de la tortuga y la estabilidad de su cubierta han intrigado igualmente a adivinos durante largos siglos después de su muerte los que le atribuyeron el conocimiento del futuro escondido en los motivos del caparazón. Arrojándolo algunos minutos al fuego de la tierra, podían verse sobre el caparazón los espíritus celestes en comunicación con los hombres inscribiendo símbolos en las quebraduras y en las fisuras causadas por el fuego. De esta manera, queriendo reproducir los motivos generados, los adivinos y sabios trazaron hace 3500 años los primeros símbolos que se transformaron progresivamente en las 214 claves de base que permitían la elaboración de todo el sistema de escritura china. Sin embargo, la numerología y los primeros cuadrados mágicos fueron inventados y realizados con la ayuda de los motivos y la disposición de las escamas del reverso del caparazón. Los chinos fueron los primeros terrariófilos del mundo. Desde hace más de dos mil años, en ciertas provincias de montaña, el tener una tortuga bajo el techo concede una protección divina a la familia y al hogar. No existía un solo templo taoísta o budista que no poseyera tortugas, no para comerlas sino para proteger la vida de los que allí residían. Así, las tortugas podían ser tomadas de la naturaleza para consumo humano (práctica esencialmente confucionista), pero también como compañía protectora de la familia y de la morada.

Para el Tao, filosofía mayor de la China antigua como de la China moderna, cinco son los elementos suficientes para construir todos los ladrillos del mundo. Estos son la madera, el metal, el fuego, la tierra y el agua. Estos cinco elementos estás asociados con cinco estaciones (el monzón era considerada una estación) , cinco direcciones (los cuatro puntos cardinales más el lugar en el que nos encontramos), cinco colores y cinco animales. La tortuga es uno de esos cinco animales que está asociado al norte, al elemento agua, al invierno y al negro (color de la pureza en Extremo Oriente contrariamente al mundo occidental)

En china existe un cierto número de dioses que nos son dioses bajo el sentido del mundo occidental sino representaciones de los muy diversos aspectos del espíritu humano. Entre estos dioses encontramos dos de los cuales hablaremos dado que están ligados directamente a tortugas legendarias. Se trata del dios de los Exámenes y del dios de la longevidad. El dios de los exámenes está determinado en el cielo chino por las cuatro estrellas que forman el carro de la Osa Mayor. Es un dios de una fealdad particularmente notable, con la cara deformada por una horrible mueca. En su mano izquierda tiene un celemín , en la derecha un pincel de calígrafo. Está enteramente desnudo a excepción de un paño que rodea ligeramente las caderas. Se posiciona de una manera extraña, inclinado hacia adelante, en una postura que evoca a un hombre corriendo. Sólo el pie derecho reposa sobre el suelo o más bien… sobre una cabeza de tortuga. La explicación más precisa es que a lo largo de su vida en tierra este personaje fue el primer recibido en el Doctorado, pero viendo su inmunda fealdad el emperador rechazó entregarle el diploma. En la cima de la desesperación y el deshonor, se quitó sus vestiduras e intentó ahogarse pero una tortuga Ngao que por allí pasaba lo tomó sirviéndose de su cabeza e hizo de él un dios, expidiéndolo al Cielo. El dios de la longevidad tiene el típico rostro del anciano chino de barba larga y enorme calva. Está encorvado pero se mantiene aún de pie, apoyándose con un gran bastón de madera lleno de nudos, teniendo en una de sus manos el fruto de la inmortalidad. A sus pies se encuentra una tortuga y a veces una garza o una grulla, animales que poseen una larga duración de vida.

En la cosmogonía china el mundo es portado por cuatro elefantes, a su vez sostenidos por una tortuga. Esta visión del mundo proviene directamente de la India. En efecto, en la India encontraremos a la tortuga portando a los elefantes como en la cosmogonía china. Para los hindúes la creación del mundo viene de la mano del dios Brahma. Una enorme serpiente mordiéndose la cola está suspendida en el vacío del infinito, simbolizando la carrera eterna del sol en el cielo. Sobre esta serpiente reposa una tortuga. Es gracias a esta última que la fuerza de los cielos se traducirá en el mundo de las realizaciones. La tortuga encarna entonces en el espíritu hindú el símbolo de fuerza y de poder creador. Sobre esta tortuga se encuentran elefantes que portan los tres mundos: el mundo inferior de los demonios y del infierno, el mundo intermedio de los hombres y de la Tierra, y el mundo superior de los dioses y de la felicidad. Es gracias a la tortuga que esos tres mundos existen, puesto que ella es el vínculo directo entre el universo y su manifestación.

En la India la segunda de las diez reencarnaciones de Vishnu siempre ha estado bajo la forma de una tortuga llamada Kurma que prestó su ayuda a Indra para vencer a los demonios Asuras. Para llegar a esto, Vishnu sirvió de eje central para permitir a los dioses batir el Océano de los Orígenes donde nació el licor de la inmortalidad, el árbol del Paraíso, la medicina de los dioses, la diosa del vino, las ninfas, el caballo divino, elefante real, y muchas más maravillas… La misma escena está igualmente representada de manera magnífica sobre un bajorrelieve del templo de Angkor, en Camboya.

En Vietnam, al sur de la vieja ciudad de Hanoï, se encuentra un pequeño lago que constituye un verdadero paraíso en el medio de la cuidad. Este lago se llama Hoan Kiem, el lago de la Espada restituida. ¡Es uno de los lugares más románticos del mundo! Se puede pasear una tarde vagando al capricho de los pequeños senderos arbolados que lo rodean. Este lago llevaba antes el nombre de Lago Thuy, es decir, el Lago Verde. ¡No hay vietnamita que ignore la leyenda de este pequeño lago! Un día un joven pescador encontró en alta mar enganchada en una de sus redes una hoja de espada sin mango que llevaba gravada la inscripción “Según la voluntad del Cielo”. El pescador fue a regalar esta hoja de espada al hijo de una persona muy rica, que después de mucha búsqueda encontró el mango. La espada así reconstituida le sirvió durante una decena de años a este notable en la guerra contra los invasores chinos. Este notable se llamaba Le Loi. Vivó realmente de 1385 a 1433. Luego de expulsar al invasor chino se volvió rey en 1428 bajo el nombre de reino de Le Thai To. Con el fin de aprovechar la paz al fin recuperada se instaló inmediatamente en la cuidad que hoy se llama Hanoi. El rey amaba pasearse en una pequeña barca por el Lago Verde. Pero no pudo conservar durante mucho tiempo la espada. Algunos días luego de terminada la guerra, desde su barquito vio de repente surgir del fondo del agua una tortuga gigante. Horrorizado, el rey desenfundó su espada, la blandió delante de él pero la tortuga fue más rápida y sin lastimarlo le arrancó la espada con su boca antes de desaparecer eternamente en las profundidades del lago.

El rey se dijo entonces que el Dios Tortuga de Oro era ciertamente el verdadero dueño de la espada mágica, que éste sólo se la había prestado y dado que la paz había vuelto, él debía restituírsela. Es así que nació la leyenda del lago de la espada “restituida” a su propietario divino. En el lago encontramos realmente tortugas. Desgraciadamente, ya no hay muchas. En el medio del lago se encuentra un islote minúsculo y es rarísimo ver una tortuga tomando un baño de sol en estos días. Cada vez que esto pasa, el evento es apreciado vivamente por la población de Hanoi, puesto que las tortugas que antaño poblaban abundantemente el lago ahora son muy escasas. Tal evento es considerado como un buen presagio para las semanas que se avecinan.

En el Japón, tierra del arte del Sable, la tortuga sigue siendo símbolo de la longevidad y de la estabilidad del mundo. Una leyenda muy antigua cuenta que una tortuga, Minogame, vivió hace 10 000 años, cubierta por un manto de algas en el fondo de un lago. Esta leyenda puede quizás aproximarse a la leyenda vietnamita del Lago de la Espada Restituida. En esta tierra japonesa donde florecieron las artes marciales, el arte del sable (el Iaido) es muy practicado, aun hoy en día. Los sables siempre están decorados. Y muy seguido dos animales son recurrentes: la Grulla y la Tortuga que representan los dos aspectos complementarios y radicalmente opuestos del universo; el ave, símbolo de la libertad en el cielo y del distanciamiento del espíritu ante los eventos mundanos, y la tortuga, símbolo del apego a la tierra. Por otra parte estos dos animales viven largo tiempo, tanto la grulla como la tortuga.

En el corazón de la Isla de Java, en Indonesia, se encuentra el templo budista de Borobudur. Este templo levantado en el siglo IX es una de las mayores obras de arte budista. Inmenso, de aspecto piramidal y en el cual uno no permanece, este templo constituye un espiral iniciático llevándonos desde el suelo que representa el mundo material hasta la punta que representa el mundo espiritual. En el budismo todo el trabajo de un maestro budista es el de llegar a la realización de su propio Despertar luego de conducir pacientemente a todos los seres vivientes, incluidos los animales, hasta su propio Despertar y al cese de todo el sufrimiento. A lo largo de todo este recorrido subiendo suavemente en espiral en el templo de Borobudur encontramos inmensos frescos de piedra que son al mismo tiempo paneles, cada uno evoca una historia del Buda histórico o de grandes budistas del pasado.

El panel número 192 del templo de Borobudur relata la historia de una tortuga. Un día un monstruo marino atacó a un barco y todos sus ocupantes cayeron al agua. Entonces, un budista reencarnado, en una tortuga, socorrió a los náufragos llevándolos sobre su caparazón y los llevó a tierra firme. Éstos, debiéndole la vida, se pusieron alrededor de la tortuga formando un círculo y escucharon sus enseñanzas sobre el buda. Aquí se le reconoce a la tortuga un poder divino elevando a los hombres a una vida mejor.

Para los indios de América del Norte, la tortuga, aun a causa de la redondez de su caparazón, representa a la Tierra Madre que nutre y de la cual la raza indígena ha aparecido. Para los iroqueses de América del Norte, en tiempos muy antiguos la tortuga salvó a la Madre, una suerte de Eva de los indios, cuando ésta cayó al océano. Cogiendo a la Virgen primordial, la mantuvo lejos del agua sobre su caparazón. Así para los iroqueses la Tierra es una gigantesca tortuga flotando sobre el mar. Y sobre su caparazón, la Virgen pudo dar luz y volverse la madre de los hombres, la Madre.

Numerosos petroglifos del neolítico representan a la tortuga en América del Norte y también en Hawái.

Hasta el siglo XX la tortuga está muy presente en las culturas indígenas en los cantos, los cuentos, las leyendas tribales, hasta en la observación de los rituales. Para los Tohono O’Odham (el Pueblo del desierto) de Arizona y los Comcaac del Desierto de Sonora es la Tortuga quien plantó el cactus gigante saguaro y quien permanece como su guardián. Sin embargo, para los indios del desierto de Sonora y de Arizona, la tortuga era consumada, luego los restos eran utilizados como alhajeros, instrumentos de música, juguetes para bebés, muñecas para las jóvencitas, o bien como ingredientes para las preparaciones farmacéuticas. A pesar de esto, existía una regulación de este consumo a causa de la creencia en los tabús.

Para los indios del desierto, tener una tortuga cautiva en el hogar era atraer la desgracia: ya no crecería ningún tipo de hierba y la maldición caería sobre el pueblo, los niños no crecerían, las mujeres sólo darían a luz a niñas. Un nido de tortugas era un lugar sagrado imposible de violar. La caza de tortugas con fines alimenticios debía hacerse únicamente bajo ciertas condiciones, en lugares y momentos precisos. Transgredir una prohibición en lo concerniente a las tortugas era la manera más segura de atraer enfermedades. Las comunidades de tortugas se mantenían entonces a pesar de todo, cosa que no sucede ahora desde la llegada del hombre blanco y la “civilización”. La tortuga traía también la desgracia sobre el hombre descortés, criminal o simplemente de mala voluntad. Sólo una tortuga podía conjurar sortilegio que le serían atribuidos.

Una leyenda Comcaac cuenta la historia de un hombre llamado ziix Taaj, dotado de poderes sobrenaturales, al que se vio un día platicando y jugando un juego de sociedad con una tortuga sentada delante de él. La tortuga llevaba ganando varias veces y Ziix Taaj se enfureció y se puso a vociferar. Arrojó entonces una toalla sobre la tortuga y la golpeó durante un largo momento dando por mal terminada la partida. Los testigos del hecho quedaron espantados. Después de este suceso ningún comcaac se atreve a mirar una tortuga a los ojos, puesto que ésta comprende bien la lengua de los concàacs y habla con sus ancestros desde tiempos remotos.

Para los Inuits del norte glacial de Canadá, que también son indios y cuyo nombre significa simplemente “los hombres”, la tortuga está asociada a la tierra, Madre procreadora del linaje de todos los “hombres”. En el seno de esta civilización tan particular, se les recuerda constantemente a los niños el vínculo a sus orígenes conservando sobre ellos un trocito de su cordón umbilical. Las niñas lo llevan en una bolsa de piel con forma de tortuga y los niños esta bolsa tiene la forma de una iguana.

Este sentimiento de protección creado por la presencia de una tortuga se encontraba también en el seno de algunas tribus africanas que han elevado este animal al rango de un verdadero tótem viviente.

En la mitología Senufo en la Costa de Marfil, aun es la tortuga que lleva el mundo sobre sí. La tortuga se vuelve aquí símbolo de sabiduría y de conocimiento dado que en su caparazón ella posee todo el conocimiento del mundo.

En la Grecia antigua, la tortuga es vista desde su interior. El reverso del caparazón representa la bóveda celeste y sus cuatro patas son los cuatro pilares del mundo. De este modo la tortuga protege el mundo, asegurándole estabilidad y equilibrio. Si recordamos el que el cielo ha sido siempre representado como una bóveda hemisférica y la Tierra como una extensión chata de forma circular, comprendemos rápidamente porqué para todos los pueblos del mundo la tortuga es una representación del Universo. Entre la cúpula del reverso y la superficie del peto, la tortuga era la imagen perfecta del mundo intermedio en el cual viven los hombres entre el universo estrellado y el suelo terrestre. La tortuga es así un legítimo hilo que enlaza el Cielo y la Tierra. Necesariamente, ésta debiera poseer poderes fabulosos de conocimiento y adivinación. Debiera ser también un médium maravilloso capaz de revelar a los hombres los secretos de los dioses.

Es bien preciso comprender que en todas las sociedades primitivas o muy antiguas, el mundo es un espacio cerrado y replegado en sí mismo. Está el mundo terrestre, chato, bajo nuestros pies, rico y fecundo pero también portador de las más grandes catástrofes a causa de su cólera y su fuego devastador. Arriba hay una bóveda estrellada llena de misterios y silencios, que parece inamovible pero en la cual podemos notar que ciertas estrellas se desplazan sobre el fondo inmutable y a veces ocurren algunos eventos súbitos, como estrellas nuevas cuyo brillo extremo dura solo algunos días ( los cometas y también ciertas estrellas que la astronomía moderna llama las supernovas). Este cielo que no podemos tocar con los dedos aun en la cima de la más alta de las montañas, es entonces un mundo donde viven espíritus misteriosos, dotados de extraños poderes. No es extraño que en todas las civilizaciones antiguas, las estrellas y su posición están íntimamente ligadas a la presencia de los dioses, de los héroes y de los animales legendarios. Entre los dos se sitúa el hombre, pequeño, perdido en sus pensamientos frente a este mundo inmenso tanto por debajo sus pies como por arriba de su cabeza. Durante toda su vida humana, hasta el siglo XX y por todo el mundo, el cielo parecía inmutable por encima de nuestras cabezas y progresaba a paso lento sobre los eventos de la historia bajo nuestros pies. La tortuga, por su forma y su indolencia constituye un símbolo perfecto de la marcha y del aspecto del mundo. Su espaldar arqueado y además, circular repleto de motivos, parece ser una representación en miniatura de la bóveda celeste.

Su peto, bien achatado, que le sirve de base y de apoyo al suelo parece ser también una imagen perfecta del suelo que nos rodea hasta el horizonte visible a nuestros ojos. Entre los dos se encuentre el ser viviente, la carne, la sangre, el misterio de la Vida. Las cuatro patas de la tortuga con su color y su textura que curiosamente recuerda también a las patas de los elefantes, son los cuatro pilares que permiten que esta bóveda se mantenga correctamente por encima del suelo. Una tortuga que se voltea es una abominación y un presagio funesto, dado que esto representa la caída del cielo y convulsión del mundo.

Hay que recordar también que no hace mucho aun en la mayor parte de las regiones del mundo la esperanza de vida de los hombres no pasaba los cuarenta o cincuenta años. Por el contrario, la tortuga es un animal cuya duración de vida es muchas veces el doble! Se la veía nacer pero no morir. Para un hombre, ella representaba entonces casi un ser inmortal, dotado de poderes extraños que permitían esta extensión de vida inimaginable para un hombre.

Así, la tortuga representa un símbolo de la longevidad… pero en detrimento de ella puesto que es evidente que alimentarse de la carne de la tortuga constituía no solamente una fuente de fuerza y sabiduría sino también la certeza de una larga vida.

Los poderes mágicos de la tortuga en lo tocante a la longevidad y a la fuerza vital fueron estudiados científicamente tanto en Roma como en Grecia y en China. La salud casi inalterable de la tortuga, no podía encontrar su origen más que en la composición de su carne y de su caparazón.

Esta farmacopea china, que para nosotros los habitantes de occidente parece hoy en día tan extraña, la hemos conocido en la Antigüedad europea. Hoy, en un mundo en el que la tecnología y el modernismo han conquistado hasta los pueblos más perdidos de la tierra, el símbolo de la tortuga cambia poco a poco. Los hombres ya no creen en el poder del cielo y se creen capaces de explicar todos los fenómenos de la naturaleza. La tortuga se ve poco a poco relegada al rango de vieja tradición empírica, símbolo de la ingenuidad de los ancestros, de la ignorancia y del miedo irracional del mundo.

Es asi que este maravilloso animal, antaño venerado como un verdadero intermediario entre el mundo material y el mundo espiritual, pierde su importancia en nuestra civilización moderna planetaria, encontrándose solo, frente a un Hombre que se aleja lentamente de la naturaleza que lo vio nacer.

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