Michael Ende es, sin lugar a dudas, el más destacado miembro del colectivo de escritores germanos denominado nuevo romanticismo. Surgido a principios de los años 70, dicha corriente estética implicó un enorme revulsivo para la literatura que por entonces se escribía en Alemania. La articulista rastrea en la obra de Momo y La historia interminable, las huellas del citado movimiento alemán.
Al fracasar las famosas manifestaciones estudiantiles del año 1968, época en la que la juventud alemana se ve resignada por un ambiente y unas condiciones de vida que carecen de utopías positivas como consecuencia del pensamiento puramente cientifista, empieza a crearse en Alemania, a partir de los años setenta, un movimiento literario cuya tendencia radica en una nueva emotividad e intimidad sobre la razón pura. Los intereses de los jóvenes escritores, ya cansados de problemas y compromisos sociopolíticos, se dirigen hacia el individuo y su vida interior. El autor busca nuevas formas expresivas más individuales y ajenas a lo puramente racional, y las encuentra en la poesía y la autobiografía. Este período se conoce en la literatura alemana como «Tendenzwende» o como Nuevo Subjetivismo, Nuevo irracionalismo o también Nueva Intimidad. Es la época que da base al florecimiento de la literatura infantil alemana.
Como muestra de ello podemos mencionar a Paul Maar, Janosch, Gunter Herburger, Reiner Kunze, Peter Richsel o Michael Ende. Sus publicaciones despiertan gran interés entre los críticos literarios y demuestran que la literatura infantil no es una «literatura de segunda mano» que sólo pretende divertir a un público relativamente específico, sino que se trata de obras cuyo fondo complejo y valor artístico y estilístico estructural permite que su público no se limite sólo a la edad adolescente.
Si analizamos las obras de estos escritores, nos daremos cuenta de que prácticamente todos encuentran en el niño-protagonista, en su vida inocente e ingenua, un medio de protesta contra las estructuras de la sociedad industrializada. En este niño-protagonista está simbolizada la vida interior del hombre, la creación de una nueva subjetividad que busca lo que el gran romántico alemán, Novalis, había buscado ya en su época: «den geheimnisvollen Weg nach innen» (el camino misterioso hacia el interior).
Con el análisis de sus obras principales, Momo y La Historia Interminable, queremos destacar a Michael Ende como uno de los principales representantes de este nuevo romanticismo alemán, surgido en los años setenta, cuya pretensión es reconvertir nuestro mundo tecnificado en el viejo mundo de la poesía. Analicemos, por lo tanto, los temas centrales del romanticismo alemán que descubrimos en la obra de Ende.
Búsqueda de la naturaleza
Una de las características del romanticismo alemán es la negativa a la modernidad y al racionalismo funcional, con lo cual se despierta la nostalgia por los valores de la vida amenazados por esta modernidad y la búsqueda de la naturaleza perdida. En esta búsqueda de la naturaleza y del amor, el romántico Eichendorff crea una de las figuras más características del romanticismo alemán: el Taugenichts(1), un vagabundo como modelo positivo contra la industrialización, figura opuesta al Philister, es decir, al burgués pedantesco cuya vida es nada más que un círculo de costumbres. Los principales rasgos del Taugenichts son vivir en armonía con la naturaleza y renunciar a todo tipo de consumo. La figura de Momo es un reflejo del Taugenichts: es una niña (o niño, hecho completamente irrelevante para el escritor, ya que lo importante es que se trata de un ser infantil) cuyas principales ocupaciones son jugar, escuchar cuentos e historias y arreglar disputas.
Ella también renuncia al consumo: se alimenta con lo que le proporciona la gente de su alrededor. De su origen no sabemos nada, ni siquiera ella sabe cuántos años tiene. Su capacidad intelectual es escasa, no domina el razonamiento cuantificado (no sabe contar números). Toda su percepción del mundo se apoya en la vivencia subjetiva y en un razonamiento que viene directamente del corazón. Es pobre, pero en el sentido materialista. Es una pobreza externa, ya que su riqueza está en la vida sensitiva: tiene una inagotable imaginación y capacidad de escuchar. Su valoración de la vida es típicamente romántica, hecho que se subraya con una frase repetida en varias ocasiones por Momo: “El tiempo es la vida y la vida reside en el corazón”. Con ello Ende coincide evidentemente con los románticos: el tiempo de vida de un ser humano es sólo una pequeña parte de a armonía del universo, y este tiempo no se puede medir mecánicamente, ya que su valor proviene únicamente de la “innerste Seele des Menschen” (desde la profundidad del alma humana).
Ende ha creado en Momo una figura positiva en la cual se refleja el mundo negativo y su evolución equívoca. ¿Dónde está este mundo equívoco? Ende lo ha ejemplificado en unas figuras que se llaman “hombres grises”, cuyo lema se contrapone claramente al de Momo. “El tiempo es oro-ahórralo”. Es la protesta romántica contra la sociedad tecnificada cuyo deseo de conseguir más provoca un síndrome de distanciamiento del hombre, simbolizado en unas instituciones llamadas “Cajas de ahorro de tiempo”. Las actuaciones de sus agentes (es decir, hombres grises) codiciosos, fríos y calculadores en sus intentos de convencer a los ciudadanos de ahorrar horas, días y años de su vida, son nada más que una copia exacta de las estrategias propagandísticas de nuestras instituciones públicas. Sus lemas “El tiempo es precioso-no lo pierdas” o “El tiempo es oro-ahórralo” nos suenan a la práctica de manipulación de la propaganda en la actual sociedad de consumo. Pero ¿quién va a recuperar este “tiempo perdido” que se presenta en la obra como consecuencia de la vida moderna? Aquí el autor introduce a una figura metafísica, llamada Maestro Hora, como símbolo de las fuerzas trascendentales y místicas que a menudo aparecen en los cuentos románticos, interviniendo como guía espiritual del protagonista.
Con la figura de Momo, como unión de todo lo utópico y positivo en el hombre, Ende quiere provocar en los lectores adultos un análisis crítico de sus comportamientos. No es la primera vez que en la literatura aparece esta antítesis niño-adulto. En la obra de los románticos alemanes Tieck/Wackenroder Über die Zinder figuren auf den Raffaelschen Bildern (Sobre las figuras de niños en los cuadros de Rafael) podemos tener algunas frases que prácticamente vienen a coincidir con el pensamiento de Michael Ende: “[…] Denn sind die Menschen nicht verdorbene, ungeratene Zinder? Sind sie nicht verwärts, sondern zurückgegangen; das kina ist die schöne Menschheit selbst” (¿No son los adultos niños corruptos y degenerados? En vez de avanzar, han retrocedido, el niño no es otro que la pura belleza humana en sí), dicen los románticos, mientras Ende manifiesta en una entrevista: “Alle Poesie ist ihrem wesen nach antropomorphitisch, oder si hört auf, Poesie zu sein. Ich möchte sagen, sie ist das ewig-Kinddliche im Menschen” (Toda poesía es de carácter antropomorfista, en caso contrario dejaría de ser poesía. Quiero decir que ella es lo eterno infantil dentro del hombre) (2)
Con esta idea de lo “eterno infantil en el hombre”, encarnado primero en Momo y luego en la Emperatriz Infantil en La Historia Interminable, Ende alude a otro romántico alemán, Novalis, y a su personaje “Kleine Fabel” en Heinrich von Ofterdingen. Del mismo modo que Momo, la “Kleine Fabel” también simboliza lo “infantil” en el hombre.
- Was suchts du? [¿Qué buscas?] –sagte die Sphinx [dijo la Esfinge]- Mein Eigentum [Mi propiedad] –erwiderte die Fabel [contestó la Fabel]- Wo kommst du her? [¿De dónde vienes?]- Aus alten zeiten [de tiempos remotos]- Du bist noch ein kind [Eres todavía una niña]- Und verde ewig ein kinel sein [Y siempre lo seré]
Esta conversación ente la Fabel y la Sphinx de la obra de Novalis prácticamente coincide con las palabras que Momo intercambia con sus futuros amigos, como podemos comprobar
- ¿Y cuándo naciste? […]- Por o que puedo recordar, siempre he existido […]- Pero todavía eres una niña. ¿Cuántos años tienes?- Cien –dijo Momo, como dudosa.- Bueno, en serio, ¿cuánto años tienes?- Cientodos –contestó Momo, un poco más dudosa.
La crítica del mundo desde una perspectiva infantil, simbolizada en Momo, la encontramos también en otras literaturas. Recordemos sólo el Pequeño Príncipe de Saint Exúpery. Ambas figuras tienen numerosos rasgos comunes, de los que cabe mencionar dos que la mismo tiempo reflejan el pensamiento romántico. La primera característica es la crítica al razonamiento cuantificado, ilustrada en Momo con el comportamiento y actuación de los hombres grises y su “Caja de ahorro del tiempo”. De la boca del Pequeño Príncipe, el escritor francés también critica este razonamiento: “Las personas mayores aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás de lo esencial” (3)
El sendero del corazón
La segunda característica es la ilustración de la percepción de la vida a través del “corazón”. El Pequeño Príncipe dice en un momento: “[…] no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón” (4). Ende vuelve con la misma idea de la percepción sensitiva del mundo cuando dice a través de Momo: “El tiempo es la vida y la vida reside en el corazón”.
El neoromanticismo alemán es la resurrección del ansia romántica por la naturaleza. La naturaleza se manifiesta al poeta como fuente inspiradora que se expresa en tonos celestes. Pero esta música no es perceptible para todo oído humano. Debe existir un instinto que posibilite oírla, y esta predisposición la posee, según los románticos, el poeta, Momo y Uyulala, la Voz del Silencio en La Historia Interminable, cuyo cuerpo es “acento y tono pero solamente audible, y esta voz con que razono es mi único ser posible” (5), son dos figuras románticas que poseen el fuerte sentido de la melodía. Sabemos que Momo vive entre las ruinas de un anfiteatro, lejos de la sociedad. En este lugar y cuando está sola, ella percibe la música de la naturaleza. En un momento Momo se imagina el mundo como una oreja en la cual está sentada y escucha el universo de estrellas y oye “una música impresionante”. Aquí se evidencia la imagen antropomórfica de la naturaleza de los románticos, porque la música que oía Momo era el tiempo mismo, el tiempo subjetivo percibido por el corazón.
La relación entre música y naturaleza se forma a través de im símbolo muy peculiar del romanticismo alemán: las flores. Pero el romántico no ve el encanto de la flor en su forma, sino en su olor, color y en su relación con la melodía que solemos llamar sinestesia. El gran romántico Novalis ha creado en su obra Heinrich von Ofterdingen el símbolo de la “Blaue Blume” (flor azul) que refleja el ansia romántica hacia la eternidad y el arte poético en general. Las flores horarias en Momo tienen una fuerte alusión a la “Blaue Blume”, ya que unen al igual que ésta última, al protagonista con el universo a través de sus sonidos.
Mediante la música, cuyos tonos Ende iguala a las voces que se dirigen a Momo, se le manifiesta al protagonista romántico el secreto del universo. En el caso de Momo, estas voces musicales revelan a la protagonista el secreto de nacer y marchitarse, las flores horarias en las que está simbolizado, a pequeña escala y para cada hombre, el orden y la función del universo. De todo esto el hombre se da cuenta de una hora a otra, de un día a otro y de un año a otro. Lo experimenta simplemente por el hecho de vivir.
Momo, como una figura romántica que une a la humanidad con el universo, quiere contar a sus amigos todo lo que le han dicho las estrellas pero el Maestro Hora le advierte que para ello “todavía han de crecer en ti las palabras” (6). Porque según los románticos, todo debe provenir del interior, del alma y del corazón del hombre y, por tanto, no se puede aprender. El protagonista romántico vive y percibe los fenómenos naturales a través de su vida interior. “Ese mundo interior es el contenido del arte romántico: el arte romántico debe buscar su realización precisamente en tal vida interior o algún reflejo de ella” (7)
Podríamos seguir analizando aún más características del romanticismo alemán en Momo, como por ejemplo la preferencia del romanticismo por la noche frente al día, ya que sabemos bien que todos los misterios suelen suceder durante las horas nocturnas. Así ocurre que es de noche cuando Momo escucha la música misteriosa o cuando por primera vez se le aparece la tortuga Casiopea y también es de noche cuando emprende el camino a la casa del Maestro Hora.
Pero no debemos olvidar tratar aún el tema central del romanticismo alemán: la fantasía. Ende presenta la antítesis fantasía realidad del mismo modo que los románticos: el mundo real es un mundo enfermizo porque niega la existencia de la fantasía. La fantasía no se debe entender aquí como un simple “soñar despierto”. La fantasía es el sinónimo de la poesía como fuerza productiva de la sociedad que se va perdiendo con la rápida y continua evolución del pensamiento moderno que reduce todos los fenómenos a realidad científicas objetivas. La Historia Interminable es una exigencia romántica de poetizar la vida: el arte poético y la realidad empírica deben entrelazarse, debe existir una continua compenetración entre el mundo real y el mundo ficticio. Hablando de este tema, cabe hacer una comparación entre La Historia Interminable y Der Goldene Topf de E.T.A. Hoffmann. Tanto Anselmus (protagonista de Der Goldene Topf) como Bastián (protagonista de La Historia Interminable) abandonan su mundo empírico para entrar en el de las maravillas. Y antes poseen una clara predisposición para ello: están poco satisfechos con la vida que llevan, no se relacionan fácilmente con sus prójimos y tienen una fuerte afición a la poesía y fantasía. Por ello entran en su mundo de ficción, llamado Atlantis, en caso de Anselmus, y Phantasien, en caso de Bastián, donde viven un proceso de evolución y de reconciliación entre ellos y su sociedad. En el caso de Anselmus, el mundo empírico y el ficticio son dos dimensiones de una misma realidad que se proyectan una en otra. Los mismos objetos y las mismas personas aparecen en ambos mundos aunque cambiados, siempre según la capacidad de percepción de Anselmus. Pero el mundo ficticio, Atlantis o “reino de la poesía” como también lo llama Hoffmann, es el que tiene valor transformador porque en él Anselmus logra encontrar su verdadera meta en la vida. Al final del libro se acentúa esta visión romántica del mundo con las palabras del viejo archivista Lindhorst, con cuya ayuda Anselmus entra en la fantasía: “Ist des Anselmus Seligkeit überhaupt etwas anders als das Leben in der Poesie, der sich der reilige Einklang aller Wesen als tiefstes Géminis der Natur offenbart?” (¿No es la alegría de Anselmus en realidad otra cosa que la vida en la poesía, en la que se revela la sagrada armonía de todos los seres como el secreto más profundo de la naturaleza?)
Fantasías y deseos
Bastián, de La Historia Interminable, también vive su proceso transformador en el mundo ficticio. Su camino a través de la fantasía y de los deseos está presentado como una forma de adquirir experiencias: primero ha aprendido a apreciarse a sí mismo, luego –en la casa de doña Aiuola- experimenta qué significa ser amado, y al final –en la Mina de las Imágenes- aprende a amar. Este camino, criticado por muchos como huida escapista de la realidad a los suelos, representa la visión puramente romántica de Michael Ende, todo lo que proviene de la poesía (es decir, Phantasien) enriquece la vida empírica. Nuestro mundo será mucho mas agradable si de ves en cuando nos dejamos llevar por la poesía si “romantizamos” como Novalis: “Hacer romántico algo no es sino una potenciación cualitativa […] Nosotros mismo somos esa serie de potenciaciones cualitativas, en cuando doy n significado mas elevado al o ordinario., un aspecto misterioso a lo acostumbrado, un aire infinito a lo finito, estoy romantizado” (. Evidentemente, la pretensión de Ende es la misma: hacer romántico el mundo creando uno poético cuya fuerza atrae al lector hasta obligarlo a entrar en el y formar su propia fantasia y crear su propio camino a través de esta, del mimo modo que lo ha realizado Bastian a través de la suya.
Sin embargo, Ende advierte al mismo tiempo del peligro de la seducción del mundo irreal, porque si uno se sumerge por completo en él, la consecuencia será la desorientación total a causa de la desconexión con la realidad exterior. Este hecho queda de manifiesto en el camino erróneo de Bastián que, al no querer salir en su momento de Phantasien, llega a la Ciudad de los Antiguos Emperadores con sus habitantes enloquecidos por haberse negado a volver a la realidad.
La pretensión de Ende es, por lo tanto, enseñar a su lector a entregarse a la poesía y a la fantasía que le permitirá adoptar una postura critica hacia la realidad. Al igual que los románticos, Ende desea concienciarnos de aquellas capacidades humanas que paulatinamente se ha ido degradando.
Quizás en esta visión romántica del autor está la respuesta del gran éxito de estos dos libros. Porque todos los que no están conformes con los valores de la vida moderna, y sobre todo los jóvenes, que viven encerrados en una concepción de la vida de la que ya no saben extraer ni metas ni sentido, encuentran en Ende una respuesta optimista. El camino del niño Bastián hacia nuestro interior y el camino de la niña Momo hacia el lugar del que procede el tiempo, conducen a un mundo más positivo, donde sobresalen valores tan triviales pero tan necesarios para nuestra vida: el disponer de tiempo y el saber soñar.
------------------
1. J. von Eichendorff: Aus dem Leben eines Taugenichts
2. M. Ende, en Jugendbuch-Journal/Meinung, Buchmarkt, marzo de 1981
3. Saint-Exúpery, A. de: El principito, Madrid: Alianza, 1979, p.23
4. Op. cit., 87 y 97
5. Ende M.: La Historia Interminable. Madrid: Alfaguara, p. 109
6. Ende M.: Momo, Madrid: Alfaguara, p. 157
7. Hegel, en la obra Movimientos literarios, Barcelona: Salvat, p. 29
8. Novalis, en la obra Movimientos literarios, Op. cit., p.30
0 comments:
Publicar un comentario