Texto: Victoria Fernández en El País
Imagen: Floating castle de Oceandeep76
En la década de los sesenta, y después de unos años dedicado al teatro como autor, crítico y ocasional actor, Michael Ende comienza a escribir para niños. Su primer libro, Jim Botón y Lucas el maquinista se convirtió en un gran éxito y ya en los setenta Ende había merecido el reconocimiento de la crítica. Junto con autores como Janosch, Reiner Kunze y Peter Bichsel, Ende contribuyó en gran medida al florecimiento y revalorización de la literatura infantil, género que él negó durante toda su vida que fuera "de segunda categoría".
Su mejor argumento fueron sus obras: Momo y La historia interminable, sobre todo. Defensor de una filosofía de la vida sustentada en la búsqueda del placer, de la belleza y de la verdad, "cuya esencia está en el reino del misterio y la maravilla", Ende sostuvo siempre que escribía sólo por el puro placer que encontraba "en el juego libre e ilimitado de la imaginación", y que jamás lo hacía pensando específicamente en los niños, sino "en el niño que vive en todos aquellos que no han caído aún en el prosaísmo y la falta de creatividad". Él se resistió toda su vida a convertirse en eso "que se llama ahora un adulto equilibrado, uno de estos, a mi entender, habituales, tullidos, desencantados y eruditos que existen en nuestro habitual, tullido, desencantado y erudito mundo del pragmatismo".
Transgresor
En esa concepción debieron de influir, sin duda, sus contactos con pintores -el primero su padre, Edgar Ende, pintor surrealista al que la censura nazi tachó de "artista degenerado" y que le descubrió a Goya y a Chagall-; filósofos como Rudolf Steiner, fundador de las escuelas basadas en los principios antroposóficos en las que sé educó el joven Ende y escritores como Shakespeare, Borges y, claro está, Tolkien, con quien tantas veces se le ha comparado. Michael Ende tuvo el mérito de saber construir un universo literario propio. Inconformista y transgresor, apostó, por la fantasía y el humor para criticar los despropósitos y la fealdad de un mundo que no aceptaba como suyo.
Michael Ende se dio a conocer en España en 1973, gracias a editorial Noguer. Desde entonces se han publicado todos sus libros para niños, una véintena, muchos de ellos traducidos también al catalán, al gallego y al vasco.
Además de las obras citadas anteriormente, cabe destacar, entre los títulos más recientes, El ponche de los deseos (1989), El secreto de Lena (199l), La sopera y el cazo (1993) y El largo camino hasta Santa Cruz.
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