Texto: Jostein Gaarder en Archivos del Sur y Barco de papel.
Imagen: Hardwood software de Vladimir Kush
En primer lugar quiero advertir que, el título que encabeza este texto está formulado en términos contradictorios porque es obvio que sin lectores no habría libros de ninguna clase – bueno, querría aclarar que me refiero a eso que se ha denominado “literatura infantil” - : “¡Libros para un mundo sin lectores?” o “¿Libros para un mundo sin niños lectores ( o sin niños a quien leérselos )?. Por fortuna, esta paradójica hipótesis se encuentra entre signos de interrogación, y se me ocurre que el título fue pensado por un adulto muy preocupado por tema, y que los signos de puntuación los añadió un niño o una niña que no estaba de acuerdo. Porque resulta claro que los niños, mientras continúen creciendo, seguirán deseando tener libros y teniendo necesidad de ellos. Incluso es posible predecir que, en un futuro, la necesidad del niño por lo libros será mayor que nunca.
Es cierto que no todas las culturas necesitan libros en igual medida. De hecho, muchas se las han arreglado muy bien sin ellos debido a que tenían una rica tradición narrativa oral. Sin embargo, en el mundo moderno y postmoderno la tradición oral se ha desmoronado ,y en alguna sociedades este fenómeno ha sucedido con tanta rapidez que no da tiempo a que sea reemplazada por libros, por relatos escritos. Como resultado, muchos niños quedan expuestos a crecer sin el cuento , que, justamente, es de lo que jamás deberíamos prescindir, sea éste escrito o de transmisión oral. Aún quedan culturas más o menos “ágrafas” en las que, desde tiempos inmemoriales, adultos y niños han tenido acceso oral a un riquísimo caudal de cuentos de hadas, mitos y leyendas debido a que sus hogares quedan sumidos en la más completa oscuridad cuando el sol se pone. Pero ojála que, aunque la electricidad y las antenas parabólicas han hecho su aparición casi de la noche a la mañana, transcurra bastante tiempo antes de que las historias impresas logren desplazar por completo esta tradición oral, que hoy está agonizando.
El texto escrito no posee un valor especial en sí mismo, se publican muchos libros triviales, incluso demasiados. Lo que necesitamos son buenos cuentos que nos nutran y nos ayuden a crecer, por eso decimos de un cuento que “nos afecta”, porque es capaz de interpretar nuestra propia existencia bajo una nueva luz y porque tiene capacidad de ofrecer a nuestras vidas una dirección enteramente nueva.
Pero ¿qué ocurrirá con el cuento ahora que literatura y libro están entrando en competencia con medios nuevos : televisión, vídeo, ordenador, internet, etc? Es pronto para saberlo, pues aún nos encontramos en la infancia de esta nueva tecnología de la información. Creo que sabemos muy poco acerca de la manera en que estos nuevos medios modificarán nuestras vidas, nuestras formas de pensar y a la civilización humana en su totalidad. Tal ves estemos asistiendo a un momento crucial de dimensiones copernicanas en la historia de la humanidad. Pero si de algo estoy seguro es de que el cuento sobrevivirá : mientras nos quede aire para hablar unos con otros, los buenos cuentos seguirán con vida. La conciencia humana posee una estructura absolutamente épica o narrativa, así está conformada y así ha sido siempre desde la aparición del primer mito o relato de caza : nuestro cerebro parece ser más receptivo a los cuentos que a la información digital o enciclopédica. Si alguien comenzara a recitar datos importantes acerca de su ciudad, indudablemente resultaría interesante, escucharíamos sus palabras con atención pero acabaríamos por olvidarlo todo. Sí, en cambio, nos hubiese contado un fascinante cuento acerca de su ciudad, quizá lo recordaríamos el resto de nuestra vida. Quizá se deba a que el cuento vive en nosotros, vive con nosotros. Somos “prisioneros” del cuento. Él proporciona a la humanidad una “lengua materna” común. Los niños incorporan intuitivamente una serie de palabras en su propio idioma y luego, en un abrir y cerrar de ojos, puede surgir el cuento con su estructura casi universal. Es cierto que algunas historias que se cuentan tienen un corto ciclo vital, son las del día a día, pero los buenos cuentos sobreviven, y son estos los que queremos ver escritos y conservados en libros, con ilustraciones o sin ellas. Un buen cuento alcanza a ser comprendido por todos. Puede ser contado una y otra vez porque, cada vez que es contado o leído, sea en voz alta o en silencio, renace. De esta manera, un cuento siempre adquiere los colores que le otorgan el narrador, el espacio en que se cuenta y el receptor.
Sin duda, hoy en día el medio más importante para transmitir buenos cuentos es el libro. ¿acaso no resulta extraño que una intrincada mezcla de unos cuantos personajes pueda hacernos reír o llorar, vibrar de emoción o fascinarnos con su encanto? ¿No es extraordinaria la manera en que las letras nos permiten sumergirnos en un relato heroico que tienen miles de año de antigüedad? ¿No existe algo tranquilizador en el hecho de que el alfabeto nos permita compartir nuestras propias historias con las generaciones futuras …? Es algo interactivo, aunque suene a eufemismo. Contarnos cuentos es un proceso mucho más interactivo que comunicarnos por ordenador. Mientras leemos , vamos creando nuestras propias imágenes y asociaciones, el libro vive dentro de nosotros, se reinventa en nosotros.
Michael Ende escribió una novela sobre Momo y los ladrones del tiempo, una obra profética : hoy estamos rodeados por ladrones de atención que forman parte de un heterogénea industria, quizála más grande que el mundo haya visto jamás. Los ladrones de atención se enriquecen al despojarnos de experiencias y lo hacen de manera abierta, desvergonzada, y sin que nadie intervenga para detenerlos. Los “electro-estimuladores” explotan la curiosidad natural y la necesidad de juego de los niños, pero los despojan de su imaginación y propia iniciativa.. Los gigantes de la comunicación y del entretenimiento intentan robarnos el cuento y la palabra viva, pero es poco probable que alcancen el éxito. El cuento es lo suficientemente tenaz y resistente como para enfrentarlos. He visto como incluso los “electro-adictos” más recalcitrantes son capaces de abandonar semejante droga con sorprendente facilidad. ¡Démosle un auténtico cuento! ¡ Démosles un antídoto contra esos orgasmos perceptivos sin valor alimenticio !. Una vez que los padres han alimentado y vestido a sus hijos, lo más importante que pueden hacer es leer para ellos.
Si me concedieran un deseo, pediría que en el futuro leer para los niños fuese tan indispensable como lavarse los dientes. La importancia de la higiene bucal resulta evidente, pero los padres son también responsables de la “higiene vivencial” de sus hijos. No obstante, en muchos países, por ejemplo, el mío, la predisposición es muy escasa. Los libros… bueno, sí, los libros están al alcance de la mano. Somos tan consentidos que hasta disponemos de muchos libros. Nos rodeamos de los cuentos más maravillosos y sencillamente no nos tomamos la molestia o el tiempo de leerlos. Pensándolo bien, casi estoy tentando de cambiar el título de este ensayo a “¿Libros para niños en un mundo sin padres?”.
Imagino lo siguiente en el entorno de una pequeña familia : una niña lleva un libro a su madre y le pide que se lo lea. La madre ,que en ese momento está ocupada, sacude la cabeza y dice “Ahora no, cariño” o “ En otro momento”Pero la niña insiste:”por favor, léeme un cuento”. “No tenemos tiempo, cielo”, responde la mamá, y entonces su hija la mira ofendida y exclama :Yo sí ”.( Pienso que quizá, fue ésta la niña que agregó furtivamente los signos de interrogación en el título de este escrito).
En la vida, nada podrá compensarnos si, cuando fuimos niños, se nos privó de la oportunidad de leer a los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen, A.A.Milne, Saint-Exupéry, Michael Ende, Roald Dahl, Astrid Lindgren o a muchos otros.
Dejamos atrás la infancia con un niño que vive dentro de nosotros, niño con el que hemos de vivir el resto de la vida. Aquellos que tienen un niño sano dentro, un niño desarrollado en toda su plenitud, suelen ser mucho más sanos de adultos. “El niño es el padre del hombre” o la madre de la mujer. Para muchos, los acontecimientos y experiencias que se extraen de los libros pueden constituir medidas profilácticas contra estados graves tales como el aburrimiento, la falta de identidad, la sensación de impotencia o el nihilismo. La lectura de libros contribuye a la estructuración mental del joven. Los lectores no se limitan a expandir sus horizontes, sino también el núcleo de su identidad.
Me gustaría ahora exponer algunos motivos que me llevaron a escribir. Desde muy pequeño he tenido la inmensa sensación de vivir en un cuento de hadas, en un imponderable misterio. El hecho de existir , y de que existiera el mundo, me resultaba infinitamente misterioso. Solía, entonces, preguntar a los adultos:”¿No es extraño que estemos vivos?” o“¿No es raro que el mundo exista?”. Y solían responderme :”No, ¿por qué piensas eso?”. Pero yo no me daba por vencido: “Entonces, ¿crees que el mundo es algo común y corriente?”.
Y el adulto respondía :”Bueno , en realidad así es?” Incluso algunos llegaban a decirme casi con preocupación que debía dejar de pensar en estas cosas. Pero nadie logró dominar mi asombro. Sabía que tenía razón y decidí que jamás me transformaría en un adulto que considerara el mundo como algo “común y corriente”. Al mismo tiempo, me di cuenta también de que sólo estaba en la tierra para una breve visita: estoy aquí por una única vez y no habrá retorno.
Por esa razón comencé a escribir, primero para adultos y luego también para niños. Quería tomarme la revancha, sentí deseos de intentar que las personas prestaran atención a esta extraordinaria aventura por la que pasamos demasiado fugazmente : el grandioso misterio de la vida. Para experimentarlo tal vez necesitemos volver a ser niños, debemos librarnos de nuestras costumbres mundanas y actuar como niños. El bebé acaba de llegar a este grandioso cuento de hadas y nos insiste, una y otra vez, en que si nos hemos alejado del cuento es por el simple hecho de haberle llamado “realidad”.
Pero el niño perderá su vibrante sensación de estar vivo justo en el momento en que aprenda a hablar. Es por ello que necesita un equipo de defensa expresiva, necesitará libros. Y es por ellos que los adultos también necesitaremos libros para niños, que nos ayudarán a conservar esta experiencia pasada que , de otro modo, perderíamos.
Un antiguo dicho latino afirma: Mutato nomine, de te fabula narratur .( Cambia el nombre y el cuento hablará de ti). ¿A qué se debe que los niños acepten sin objeciones oír hablar de duendes y elfos en un cuento de hadas? Tal vez sea porque tienen la noción latente de que ellos mismo son pequeños elfos de un cuento de hadas.¿ Cómo es posible que no opongamos resistencia a una fábula en la que los animales hablan y piensan igual que nosotros? Quizá porque sabemos que, de hecho, somos parientes lejanos del oso y del búho.
Nuestro cuento de hadas no está forjado con palabras. Está tejido con polvo de estrellas, con átomos y moléculas, proteínas y aminoácidos. Somos caballo y cerdo, hombre y mujer. De te fabula narratur.
La fábula y el cuento de hadas reflejan el mundo de los seres humanos, pero no se limitan a sostener un espejo frente a nosotros. Cuando penetramos en el cuento de hadas, avanzamos por una galería compuesta íntegramente por espejos con cristales cóncavos y convexos. Un espejo me muestra tan delgado como un alfiler, el siguiente me devuelva una imagen de obesidad aplastante. En el tercero, aparezco dividido por la mitad y ya no soy una persona, sino dos o tres o diez. Y todo el tiempo no hay nadie más que yo frente al espejo. Y los espejos no mienten . De te fabula narratur.
En la galería de espejos de la ficción literaria, nos inspiramos para sacudirle el polvo a la realidad y volver a experimentar el mundo con tanta claridad como cuando éramos niños, mucho antes de volvernos “mundanos”, antes de comenzar a desmitificar el sorprendente cuento de hadas en elque vivimos y llamarlo “realidad”. Aún quedan esperanzas para todos nosotros. Dentro de todos vive un niño pequeño maravillado y curioso. Sin importar cuán triviales podamos sentirnos algunas veces, llevamos dentro una pepita de oro: una vez fuimos completamente nuevos aquí….(Tampoco estaremos aquí para siempre. Sólo hemos venido para realizar una breve visita).
Para concluir, diré que la literatura para niños nos mantiene a raya, nos brinda la oportunidad de dar un salto hacia atrás y descubrir que hay un mundo a nuestros pies : estamos presenciando una creación que se alza ante nuestros ojos. A plena luz del día. ¡No tiene precedentes! Todo un mundo que surge de la nada…¿y aún hay personas que se aburren? Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen! ¡Démosles cuentos de hadas!
Con la actitud de un joven inconformista, Sócrates solía recorrer la plaza dell mercado de Atenas interrogando a las personas que encontraba a su paso.
Sócrates decía :”Atenas es un caballo perezoso, y yo un tábano cuya misión es despertarlo y mantenerlo vivo” Ojála los libros para niños y jóvenes zumben como tábanos furiosos en el paisaje literario . ¡Ojála sus picaduras nos arranquen del monótono sueño de la bella Durmiente en que estamos sumidos, y mantengan vivo nuestro sentido de la maravilla frente a la existencia!
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Notas
1) Es propiedad del autor.
(c) Jostein Gaarder
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