21.8.23

Momo: lo importante de la vida

Texto: Carlos J. Eguren
Imagen: Ayesha L. Rubio

 

Puede que ahora en el interior de alguno de mis lectores surjan algunas preguntas. Pero me temo que no podré ayudarle. Y es que he de confesar que escribí esta historia de memoria, tal y como me la contaron. Nunca he conocido en persona ni a Momo ni a uno solo de sus amigos. No sé qué ha sido de ellos ni cómo les van las cosas hoy en día. Y en lo que se refiere a la gran ciudad, tan solo albergo algunas sospechas.

Preámbulo
Vivimos cada día nuestra guerra y nuestra paz. El mundo se empeña en que seamos productivos, serios, realistas… en que seamos lo que otros quieren que seamos y completar un molde que hace que, cuando muramos, en vez de ver nuestra vida pasar ante nuestros ojos, veamos la vida de otro.

Perseguir los sueños se convierte en un lema banal, digno de una mala conferencia de TED, y nos olvidamos de algo más importante: lo que realmente significa intentar ser feliz. Gran parte de mi alegría ha venido a través de los libros y no me arrepiento de ello.

Uno de los mayores regalos de nuestra vida es la lectura. Como profesor, suelo encontrarme con algún alumno que me dice que la lectura es aburrida, cuando creo que lo que quiere decir es que un libro en concreto le ha resultado aburrido. Pienso que todos tenemos nuestros intereses y leer sobre ciertos libros que nos llamen la atención es el primer paso para ir descubriendo otros libros.

Sobre las joyas literarias
A todos nos espera alguna joya literaria que amaremos por encima de todas las cosas; si hay suerte, más de una; es una pena, no hallarla. Leer es alimentar nuestra imaginación, nuestra alma, nuestra vida. No se puede obligar a leer, como decía Daniel Pennac, pero sí se puede ayudar a emprender este viaje y hoy hablaré de uno de esos libros con los que iniciar la aventura.

No creo demasiado en la moralina que suele destrozar una historia. Hace una década tuve la mala fortuna de leer El caballero de la armadura oxidada, una supuesta joya literaria que ni siquiera se molesta en camuflarse como una alegoría y que resulta ser un libro de autoayuda funesto, con un mensaje tan simplista que solo le puede gustar a esos yonquis de El principito (obra que han «estropeado» con tanto fusilarle citas) y las tiendas de Mr. Wonloquesea. Si es una joya literaria, es una de esas falsas joyas: chatarra pintada de dorado.
 

La importancia de Momo
En cambio, Momo de Michael Ende posee muchas moralejas y alegorías poco veladas, pero se sostiene en una historia bien escrita, con mucho de cuento, y con la sensación de que lo que me narran no ha salido de un cartelito motivador de marras de esos que pueblan las redes sociales.

Hablar de Momo es hablar de un clásico. La novela trata sobre una pequeña que cambia la vida de la ciudad donde aparece. Sin embargo, los Hombres de Gris, que roban el tiempo de las personas a cambio de lo material o lo útil, encuentran en Momo a su gran enemiga. La historia abarca lo que es la vida, el tiempo, la felicidad… A menudo, nuestra sociedad cae en la deshumanización y la búsqueda de todo aquello que genere beneficios y se olvida de aquello que realmente nos convierte en personas. Momo nos lo recuerda.

La búsqueda de Momo
Leer a Michael Ende (autor de la célebre La Historia Interminable) es como escuchar a alguien que nos narra un cuento con calidez y benevolencia, y, como docente, una de mis metas es poder leerlo algún día con los más jóvenes, saber si son capaces todavía de captar las metáforas y enseñanzas que guarda el libro, porque, pese a que se publicó hace varias décadas, sus mensajes siguen estando ahí y continúa siendo una obra más que recomendable.

Debo decir que considero que la literatura no tiene que quedarse en un rango de edad y, cuando digo que Momo es un clásico de la literatura, no me refiero solo a la literatura juvenil (decirlo de esa manera, me temo que sería decirlo con la boca pequeña). Momo no es solo para los más jóvenes, sino también para aquellos que tengan cualquier edad: nunca está de más recordar que estamos vivos.

¿Existen enseñanzas, moral, fábula en Momo de Michael Ende? Sí, por supuesto, pero no es tan endeble como para ser simplemente un compendio de citas vacías. Hay un argumento, hay unos personajes y hay una forma de ver el mundo. Es inevitable que, cuando concluyamos su lectura, no veamos a nuestro alrededor a esos Hombres Grises que se alimentan del tiempo y crean necesidades vacuas para ocupar nuestros días sin que nunca obtengamos ni un atisbo de felicidad.
 

El tiempo de Momo
Por favor, háganse un favor, redescubran la lectura y háganlo a través de Momo. Al ser una obra tan famosa, cuenta con diversas ediciones. Hay una reciente de Alfaguara, en tapa dura, por 12,95, con nueva impresión de 2018, que podrá hacer las delicias de todos aquellos que se acerquen a este fantástico clásico.

Como todos sabemos (aunque algunas veces finjamos que no), nuestros días se acabarán, el reloj de arena de nuestro tiempo se colmará, cualquier alegría o felicidad será olvidada cuando nuestras cenizas, como las cenizas de los cigarrillos de los Hombres Grises, se esparza en los océanos del tiempo.

Solo nosotros podemos decidir lo que hacer con el tiempo que se nos ha dado, como decía Gandalf, y, como nos enseñó Momo, la felicidad nace de nuestra humanidad, no de nuestra crueldad. Hoy, en estos días aciagos, ese mensaje es revolucionario.

Por eso, Momo sigue a Casiopea y nosotros deberíamos seguir a Momo.

Existe un misterio muy grande que, aun así, es totalmente cotidiano. Todas las personas son partícipes de ese misterio, todos lo conocen, pero solo unos cuantos piensan sobre ello alguna vez. La mayor parte de la gente se limita a tomarlo tal cual, y no muestra el menor asombro. Ese misterio es el tiempo. Hay calendarios y relojes para medirlo, aunque eso no significa gran cosa, ya que todos sabemos que una sola hora nos puede parecer una eternidad, pero de vez en cuando también puede pasar como un instante… Depende de lo que experimentemos durante esa hora. Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón. […] Y cuanto más lo ahorraban los seres humanos, menos tenían.

Michael Ende, “Momo”.

 

 

19.6.23

Marx y la Filosofia de la Voluntad

Texto: Filosofía
Imagen: Jacek Yerka


 
El autor alemán de literatura para jóvenes Michael Ende (1929 – 1995) creó con su célebre novela La historia interminable, una de las más fecundas alegorías contemporáneas sobre los problemas que registra la consciencia en su inmersión en el mundo de los símbolos y mitos culturales.

Nuestra psicología no sólo representa, en su comportamiento y motivaciones, el reflejo directo de la realidad circundante sobre la base del conocimiento sensible, por la sencilla razón de que la consciencia es también producto de una historia y un lenguaje que la remiten a temas mucho más generales, en cuanto universales. Las ideas arquetípicas y los mitos existen y proliferan así entre nosotros; son ellos expresión formal de contenidos simbólicos que habitan en nuestra mente, y de los cuales emanan entidades conceptuales que se desarrollan y transforman en el tiempo. Hoy en día, bajo los auspicios del tipo tan especial de contemporaneidad a la que asistimos, es a los escritores de literatura fantástica a quienes les ha sido dado, por regla general, la tarea de explorar, mediante los ricos recursos de la imaginación, los milenarios mundos simbólicos creados por el hombre y su cultura.

El padre de Michael Ende fue un pintor surrealista. Ese quizás fue el más importante tópico de su infancia, tópico que, sin duda, le aguzó el ingenio. Ende le propone al lector la existencia de un mundo: el de Fantasia. Es allí donde los símbolos y leyendas alcanzan la forma de figuras tangibles; es allí donde la imaginación se desata de sus ataduras y vestidos terrenales para recrear, al nivel de la expresión poética, otro mundo que vive como reales sus propias contradicciones y necesidades imaginarias; es allí donde el héroe de la novela supera enormes peligros y accede a las más felices realizaciones, mientras se retroalimenta de sus propios sueños, obsesiones y pesadillas. Y la primera idea arquetípica que nos presenta Ende en La historia interminable es la Voluntad.

Pero, ¿dónde radica lo insustituible de éste libro que le hace un válido interlocutor con el pensamiento crítico de Carlos Marx? Que para el héroe de ésta épica narración, el gordito Bastián Baltasar Bux, el problema más importante no es entrar en Fantasia, sino salir de ella.

En sus Escritos Doctorales (1839 – 1841) el joven Marx nos dice en uno de sus comentarios más íntimos sobre su futura misión filosófica y su particular estructura psicológica: “Hay una ley psicológica según la cual el espíritu teorético, devenido libre en sí mismo, se transforma en energía práctica, como voluntad que resurge del reino de las sombras de Amenti (…)”

Amenti, era la región de ultra tumba donde habitaban, según la tradición religiosa egipcia, las almas de los muertos. Amenti cobra para Marx el significado simbólico que tiene Fantasía para los lectores de Michael Ende. Marx nos está previniendo sobre los grandes peligros a que nos arroja la imaginación subjetiva, y lo que nos propone como respuesta, es una salida de Fantasía a partir de la erección de una filosofía de la Voluntad.

Precisemos, en lo posible, el significado de éste cuerpo alegórico: ¿qué vendría a representar con exactitud este mundo imaginario para un pensador como Carlos Marx? Fantasía, digámoslo así, puede entenderse como la tradición filosófica en pleno que posee la civilización de Occidente, la cual es también un cuerpo simbólico–imaginario que se retroalimenta a sí mismo constantemente. Es en relación a ese pasado filosófico, repleto de contradicciones internas, complejos enigmas y soluciones puramente teóricas, que el joven Marx se sitúa con el mismo nivel de resolución de Bastián Baltasar Bux frente a su propio mundo imaginario: Hay que salir de él a cualquier precio, ya que una permanencia demasiado prolongada en las hermosísimas, aunque inciertas tierras de la imaginación especulativa, puede desembocar en la locura individual; en una crisis no sólo de la personalidad psicológica del sujeto, sino de todo un proyecto histórico.

Continuando con la cita de Carlos Marx, él nos comenta acto seguido:

“Desde el punto de vista filosófico es importante, sin embargo, especificar mejor estos aspectos puesto que de la manera determinada de este cambio puede deducirse no sólo la determinación inmanente, sino el carácter histórico–universal de una filosofía.”

El cambio radical, a que se refiere Marx desde un punto de vista filosófico, es originado, desde el fondo de su consciencia, por su propia voluntad que lo ha sacado felizmente de la región del Amenti -el profundo quietismo y abstracción que padece la consciencia subjetiva-, para transportarlo progresivamente al agitado mundo de los problemas reales.

¿Dónde puede radicar entonces el carácter más original y fecundo de este paralelo entre el mundo de Fantasía –el tenebroso Amenti mental- y el viejo pasado filosófico occidental? En que ese mundo, pese a su belleza, como el viejo pasado filosófico premarxista, tiene que ser necesariamente dejado atrás, pues en él no radica la solución de los problemas objetivos que afrontan la sociedad y el individuo.

En esa decisión de “dejar atrás” se ejerce la crítica conscientemente más activa a lo que Fantasía es como significado cultural, entre tanto, se va imponiendo, en la propia estructura psicológica del sujeto, un cambio radical, que, sustentado por la voluntad, y basado en la honestidad final de sus motivaciones internas, lo puedan conducir fuera.

En segundo lugar, salir de ese reino imaginario cobra para nuestro héroe un sentido misional. Si con relación a él se ejerce la crítica más despiadada, esa crítica no será menor ante el mundo real. Porque el mundo soterrado de la imaginación no ha sido inútil, como tampoco ha sido inútil la tradición filosófica de Occidente, porque lo que se nos impone es una nueva estación gnoseológica para el pensamiento, y una distinta conducta teórico–práctica de verdadero alcance histórico. Y es aquí donde parece aclararse el potencial significado revolucionario que hay en la última línea de la cita que se ha hecho de Marx: Una Filosofía de la Acción -emanada de un acto ejemplar de la voluntad- solamente puede desatar todo su contenido explosivamente revolucionario, si se tiene en cuenta no sólo dónde se dirige, sino también a qué renuncia, como las dos direcciones sobre las que se ejerce simultáneamente la Crítica. Porque lo que ha surgido en el escenario intelectual europeo es una Crítica de la Filosofía, la cual, dentro de un contexto histórico -la era filosófica post hegeliana, el desarrollo de las ciencias teóricas, la segunda revolución industrial, las dos revoluciones burguesas de 1830 y 1848, y el ascenso del movimiento obrero internacional-, se va a pronunciar frente al viejo pasado filosófico. Es decir, se va a pronunciar contra el Amenti ideológico donde hibernan las ideas congeladas e irresolutas del milenario Occidente.

Es en esa situación de máximo enfrentamiento intelectual, al que Marx apuesta su vida, su salud y su genio, donde pudiera quedar esclarecido lo que el pensador alemán ha llamado: “el carácter histórico–universal de una filosofía.” Pero precisemos, en la medida de lo posible, lo que significa ese carácter unigénito, “histórico–universal”, de la Filosofía de Marx.

El valor de esta “Filosofía” no radica tanto en el significado inmediato de su escritura, sino en lo que esa escritura constituye como vigorosa respuesta de un singular espíritu que buscaba realizarse en la acción, y como revelación esencialmente humana: Los problemas de la filosofía no pueden ser resueltos en el terreno de la filosofía. Los verdaderos problemas de la filosofía son los problemas que competen al hombre y al mundo real: la economía, la sociedad, el individuo y el replanteamiento objetivo, en cuanto irrenunciable, del viejo tema histórico–filosófico de la emancipación.

Los estudiosos del marxismo muchas veces separan en dos los principales períodos del pensamiento de Marx: el de La Crítica a la Filosofía y el de La Crítica de la Economía Política. Pero el primero conduce inobjetable al segundo por ley de consecuencia lógica y ética; de la misma manera que, para el héroe infantil creado por Ende, superar el mundo de Fantasía, poniéndole feliz término a una historia interminable, lo conduce a abrazar con plenitud y entereza el mundo real.

Mas, para Marx, como para nosotros, esto cobra un significado nada alegórico, ya que esa extraordinaria decisión alteró el rostro de los últimos dos siglos. La voluntad del pensador se expresa así, en nuestra realidad social, como la voluntad política de cambiar el mundo, la cual, bajo la forma del espíritu teórico–práctico, lo somete a la más profunda y desestabilizadora crítica que la historia occidental haya conocido: La Crítica a la Economía Política del capitalismo, donde el propio Marx va a quedar colocado en el pináculo dirigente de la marea ascensional del movimiento revolucionario de la segunda mitad del siglo XIX.

Sin embargo, ¿cuáles son los problemas que debe resolver la crítica marxista frente al tenebroso ultra mundo del Amenti mental?

Esta Crítica, al volverle intencionalmente la espalda a la tradición filosófica anterior, para decidirse a ocupar para la revolución social el presente histórico descubierto por la Filosofía hegeliana, emitió, sin lugar a dudas, el veredicto definitivo que se puede decir con respecto a la Ideología Clásica alemana: La ideología es la historia de una falsa conciencia. Sin embargo, ¿cuáles pueden ser los verdaderos peligros que arrostra hoy en día un pensamiento moderno como el marxismo, que se devuelve tenazmente al conocimiento y a la transformación del mundo, en revolucionaria respuesta a varios siglos de idealismo subjetivo?

Existe un peligro muy especial que se puede señalar: el posible fin de la filosofía si éste fin es decretado por el pensamiento empírico–positivista. El cual, amparado en los innegables hallazgos de las ciencias teóricas y en el actual triunfalismo científico técnico, intenta crear las condiciones prácticas y teóricas que produzcan la muerte de la dimensión simbólica del ser humano. Ser humano que corre el peligro mortal de perder su capacidad de rebelarse porque ha perdido su capacidad de soñar. Un positivismo teórico que, en aras de un funcionalismo social extremo y de una concepción marcadamente utilitarista de la vida, puede llegar a propiciar que se ceben en nosotros las técnicas más sofisticadas de dominación política e ideológica elaboradas por el capitalismo.

Es en ese justo momento que debemos volver a la raíz tremendamente humana del contenido real de la rebelión de Marx, explicada alegóricamente en el temerario viaje de Bastián Baltasar Bux a través del mundo de Fantasía. El niño fue a buscar allí, en los mares ignotos de la poesía y el pensamiento sin fronteras, atributos universales de la cultura, correlativos al sueño legendario de la especie, los cuales resultan siempre inagotables con respecto a los estrechos límites trazados por la realidad sensorial y el estricto marco utilitario al que nos fija la apocopada y convencional razón burguesa de nuestro tiempo. El niño acudió allí a buscar lo que Marx encontró, convincentemente, en las solitarias y extenuantes noches de sus estudios críticos filosóficos: La parte de león de la condición humana; la voluntad de cambiar la vida fundada en la honestidad final de las motivaciones internas del sujeto psicológico.

Es desde ese ámbito no sólo social sino además cultural, que tuvo lugar esa gran rebelión protagonizada por un hombre llamado Carlos Marx, quien, partiendo de la vindicación del postulado subjetivo de la voluntad, reorientó con éxito la filosofía hacia el mundo de las necesidades terrenales de los hombres. De esta manera, la voluntad política del cambio, emergida con toda su fuerza de la crisis de la autoconciencia filosófica (Hegel), encontró en los pobres de este mundo el rugoso cuerpo material de su sentido misional, ahora como dramático contenido histórico–objetivo. 


29.5.23

Atravesar la fantasía para entender la realidad

Texto: Federico Ivanier en Escaramuza
Imagen: portada del libro

Publicada por primera vez en 1979 y traducida a más de 30 idiomas, La historia interminable (también traducida como La historia sin fin) de Michael Ende es uno de los grandes clásicos de la literatura juvenil. Federico Ivanier nos recomienda sumergirnos en la fantasía, seamos jóvenes o adultos, para volver a disfrutar de esta historia cargada de profundidad filosófica.

La novela comienza con el cartel sobre el cristal de una librería: dice «Libros de ocasión. Propietario: Karl Konrad Koreander», solo que escrito al revés, porque es como si lo leyéramos desde el interior de la tienda. Nada es casual en una novela (nada debería serlo, al menos) y esto tampoco lo es. Ese cartel invertido funciona como la ilustración de un libro álbum: es parte sustancial de la historia.

Porque este clásico de la literatura juvenil (que en 2019 cumplió cuarenta años de su primera publicación en alemán) escrito por Michael Ende trata de eso, de mirar desde otro lado, de romper el cristal de la realidad y construirla desde la imaginación. Habla de nuestra imaginación como un acto revolucionario, como un acto que es capaz de modificar el mundo.

La anécdota trata de un chico que roba un libro llamado La historia interminable, en cuyas páginas nos enteramos de que hay un mundo llamado Fantasia (sin tilde en la traducción), habitado por todo tipo de criaturas maravillosas y extrañas que está siendo devorado por algo cuya única definición es la nada. Fantasia está desapareciendo y la Emperatriz Infantil (una niña que, en realidad, no manda, sino que más que nada es el centro de la vida de ese lugar) está enferma y a punto de morir. Atreyu, un joven de ese mundo, deberá encontrar la cura y salvar a Fantasia.

Este libro (el que está dentro del de Ende), a su vez, es leído en el mundo real por Bastián Baltasar Bux, niño que sufre bullying y se encierra en un altillo de su escuela a leer. Como Michael Ende nos invita a romper con la realidad, alejándonos de ella para entenderla, tarde o temprano se rompe también la «cuarta pared» en pos de la resolución de la historia, desarrollando un juego metaficcional que está en el corazón propio de esta magnífica novela (y que es, también, parte del secreto de su inmenso éxito).

Ende, según él mismo ha dicho, ve La historia interminable como una crítica social y como una búsqueda de la realidad a través de la fantasía: «Para encontrar la realidad hay que […] darle la espalda y pasar por lo fantástico», es parte de una famosa cita suya. Lo fantástico, entonces, no es para Ende un mecanismo por el cual evadirse de la realidad, sino uno esencial para conectarse con ella. La fantasía es el camino por el cual entender nuestro mundo real y, de alguna manera, reconstruirlo. Y eso, claro, es una historia interminable.

Ende nació en el año 1929, en Alemania, y vivió durante su infancia el nazismo y la guerra posterior, lo que indudablemente dejó una marca fuerte en su vida que contrastó con el aire cultural y artístico que se respiraba en su casa, en la que su padre era pintor surrealista. Así como su otro gran megahit mundial, Momo, Ende hace sus novelas dentro de una reflexión filosófica que focaliza el arte y la imaginación como artilugios redentores y liberadores, seguramente en oposición a este nazismo que era la nada y la destrucción vivificada.

Este clásico de la literatura de fantasía, también se debería decir, es, además, un fenómeno transmedia que incluye películas (la primera denostada por su autor, sobre todo porque vio en ella lo que hoy podríamos clasificar de «tono Disney»), adaptaciones teatrales y de ballet, y que hoy tiene una escena memorable en Stranger Things, con la canción Neverending story, de Limahl.

La prosa ágil y envolvente, la pasión que denota Ende por entrar en todos los detalles posibles y contar, contar y contar, hacen de La historia interminable uno de esos libros que jamás se deberían eludir y que es deseable que estén en todas las casas, porque claro que es literatura juvenil, pero como toda buena literatura de este tipo, es antes que nada literatura y rompe los moldes del lector que inicialmente uno imagina para esta obra. Cualquiera de nosotros, cualquiera sea nuestra edad, seguro podemos participar de esta historia que cumple cuatro jóvenes décadas y que, sin duda, tiene para muchísimas más, por suerte.  


Michael Ende ¿literatura infantil?

Texto: Nuria Rita Sebastián y Nuria G. Sarralde en Iguazú. Revista Artesanal de Literatura y Cultura
Imagen: Raúl Cantú

– Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el siguiente.
Volvió a callar y reflexionar, antes de añadir:
– Entonces es divertido; esto es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser. De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta cómo ha sido, y no se está sin aliento.
(Michael Ende, «Momo»)

Siempre se ha considerado a Michael Ende como un autor de obras para niños, y supongo que a él le gustaba esta etiqueta porque en el fondo nunca había dejado de ser niño (En el artículo Reflexiones de un indígena centroeuropeo, recogido en el libro «Carpeta de apuntes», afirma con orgullo: «provengo de una reserva llamada literatura infantil»).

Los niños disfrutan leyendo sus libros, sintiéndolos como propios, tan llenos de imaginación y de Fantasía (sí, con F mayúscula), pero sus libros son mucho más que simples historias, y detrás de cada uno de los personajes protagonistas se esconde Michael Ende, escritor, pensador y gran estudioso de otras culturas y religiones. Así lo demuestran muchos de los diálogos de sus libros:

-¿Eres tú la muerte? El maestro Hora sonrió y calló un rato antes de contestar:
-Si los hombres supiesen lo que es la muerte ya no le tendrían miedo. Y si ya no le tuvieran miedo, nadie podría robarles, nunca más, su tiempo de vida.»
(Momo)

- Entonces, ¿todo es sólo reflejo y contrarreflejo? -preguntó ella.
Y él escribió, mientras ella le oía decir:
- ¿Qué se ve en un espejo que se mira en otro espejo?
(La historia interminable)

Esto es sólo una pequeña muestra de lo que cualquier lector (y no tiene porqué ser un niño) se puede encontrar en los dos libros más famosos de Michael Ende y también de la llamada literatura infantil. Desde luego, preguntar al Tiempo si es la Muerte, pensar en la infinita imagen de un espejo que se mira en otro espejo, o la misma idea de la nada, son cosas que dan que pensar.

Además Michael Ende tiene muchos más libros, menos conocidos, como son «La prisión de la libertad», «El espejo en el espejo» o «Carpeta de Apuntes», el libro póstumo en el que se publican reflexiones y anotaciones de sus diarios, además de apuntes para relatos o poemas, en una palabra, la faceta más desconocida de este autor, para quien el escritor o artista tan sólo es un náufrago que envía mensajes en una botella, mensajes que no tienen otro destino sino el de ser recogidos por otros náufragos.

«La prisión de la libertad» y «El espejo en el espejo» se componen de varios relatos independientes, pero sólo al llegar al último de ellos se pueden entender los demás por completo. Esto pasa sobre todo en «El espejo..» donde los cuentos se entrelazan de manera sorprendente. En este libro el lector no es sino un soñador y los protagonistas, personajes que le hablan desde su sueño: «¿O acaso nuestro soñador no sabe que sólo nos sueña a nosotros? ¿Puedo yo, un sueño, explicárselo para que despierte de una vez? ¿Qué sucede con un sueño cuando despierta el soñador? ¿Nada? No quiero seguir soñando que existo.Tampoco quiero dejarme soñar por no se sabe quién.¿O acaso nos soñamos todos los unos a los otros? ¿Somos un tejido de sueños, una selva de sueños sin límites y sin fondo? ¿Somos todos un único sueño que nadie sueña? «. Este es un libro en el que todo es reflejo y contrareflejo…

Y si todavía seguís considerando a Michael Ende un autor sólo para niños, pensad que tampoco es tan malo volver a la infancia, y dejarse llevar por las aventuras de Bastian, Atreyu o Momo. En todo caso Michael Ende siempre será imprescindible para cualquier edad y en cualquier época.

 

Donde la magia era posible
Recuerdo que estaba en segundo de E.G.B. cuando, una tarde a la semana, nuestro profesor nos leía un fragmento de «La historia interminable». Cogía el libro de encuadernación barata, lo habría por una página cualquiera, y comenzaba a leer. En el aula el silencio era mortal; se podría haber oído una pluma caer al suelo. Todos nosotros, fascinados, nos dedicábamos a escuchar, y las alas de la imaginación se desplegaban y nos conducían a un país maravilloso donde los dragones eran blancos y buenos, los niños de color verde aceituna o de piedra, donde la magia era posible. Nunca llegué a saber de nadie a quien no le gustara la historia. Y, cuando nos pidieron hacer un dibujo para evaluar nuestra expresión artística, allá por aquella época en que dibujaba los manos con seis dedos y resultaba imposible diferenciar una moto de una burra a partir de mis garabatos, yo dibujé un niño a lomos de un dragón blanco surcando los cielos, que me valió un cinco pelado, por no suspenderme, supongo. Pero lo que de verdad importa es que muchos de nosotros pensamos que, cuando fuéramos más mayores, leeríamos ese libro. A pesar de que fuera un tocho enorme de más de cuatrocientas páginas. Y algunos así lo hicimos.

Al cumplir los diez años me regalaron «La historia interminable». Con él reí, lloré, imaginé y soñé, pero sobre todo disfruté como no había disfrutado hasta entonces con libro alguno. Más adelante leí también «Momo», y mucho más adelante pensé que el mayor error que puede cometerse es calificar a Ende como un escritor de historias para niños. Porque «Momo» debería ser de lectura obligatoria para todos aquéllos de edades comprendidas entre los diecisiete y los diecinueve años.Siempre he pensado que uno de los mayores retos de Ende ha debido ser la dificultad a la hora de definir palabras tan abstractas como el tiempo y la nada. En «Momo», el tiempo es el protagonista fundamental, y salva el bache por medio de unos hombrecillos grises que se dedican a robarlo.

En «La historia interminable» es la nada la que pretende abarcar todo Fantasia y hacerla desaparecer. Pero, en el fondo, ¿qué es la nada? ¿Cómo definirla? Porque nada es sencillamente nada, pero eso no es aclarar mucho las cosas, ¿verdad? Si yo tuviera que dar mi propia definición de nada, diría que es como una de esas mañanas vitorianas con niebla, en las que te levantas de la cama, te asomas a la ventana y parece que los edificios del otro lado de la calle han desaparecido bajo un manto blanco, como si nunca hubieran estado allí. Es el choque que produce no encontrar lo que esperabas en el lugar que por fuerza debería ocupar. Claro que Ende no habrá tenido la oportunidad de contemplar una de nuestras mañanas con niebla.

22.5.23

Como se hace la fantasía: modelos y estructuras en La historia interminable de Michael Ende

Texto: María Nikolajeva en JSTOR
Imagen: slonme



El enfoque estructural de la literatura es solo uno de muchos enfoques y, como la mayoría de los métodos de investigación, resulta muy fructífero en algunos campos y totalmente inaplicable en otros. El análisis estructural, que tiene una tradición arraigada en muchos países, ha producido resultados más exitosos en los estudios del folklore, presumiblemente porque en el folklore los elementos recurrentes de la narrativa son más obvios.

Dado que la fantasía surgió del mito y el cuento de hadas, a menudo es posible rastrear los modelos mitológicos recurrentes en las obras modernas de fantasía. El uso de esos modelos por diferentes autores puede ser consciente o inconsciente, y puede producir buenos o malos resultados.

La historia interminable de Michael Ende, autor de Alemania Occidental (1979) es un material valioso para la investigación estructural, ya que los patrones de fantasía en este libro son bastante tangibles. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, como la mayoría de la buena literatura, consta de una multitud de capas en diferentes niveles de lenguaje y significado y, por lo tanto, puede considerarse desde varios puntos de vista. He optado por centrarme en las estructuras e ignoraré tanto como sea posible, los mensajes, las ideas, los problemas psicológicos, los valores educativos, etc. Por supuesto, son las estructuras las que transmiten los mensajes, mientras que los mensajes determinan las estructuras; pero ese no es mi principal objetivo.

La historia interminable se ha convertido en un éxito de ventas internacional y, aunque la mayoría de las críticas han sido positivas, también existen otras como la de Neil Philip, que llama al libro "banal, pretencioso y aturdidor". Creo que, en su evaluación, Philip no ha reconocido el uso intencional de modelos y clichés por parte del autor, que pueden o no tener como objetivo parodiar historias de fantasía conocidas. Sea cual sea el caso, Michael Ende ha logrado producir una narración espléndidamente construida en la que el marco y los componentes básicos son evidentes para el ojo entrenado, pero nunca molestos para el lector fascinado.

Puede parecer natural comenzar un análisis estructural de una obra de fantasía moderna aplicando el modelo de Vladimir Propp para los cuentos de hadas rusos. Dado que hemos dicho que la fantasía se ha apropiado de bastantes elementos estructurales del cuento de hadas, se puede esperar que el modelo sea fructífero. De hecho, se ha aplicado en estudios de fantasía, por ejemplo, en la disertación de Dennis L. Armstrong "E. Nesbit. Una entrada a la Ciudad Mágica", donde el autor utiliza el método de Propp para estudiar la novela fantástica La ciudad mágica de Edith Nesbit, lo que no es una elección accidental. De todas las novelas de Nesbit, y probablemente de muchos otros libros de fantasía, La ciudad mágica sigue más de cerca el modelo narrativo del cuento mágico tradicional. El estudio no es, pues, más que una transposición más o menos mecánica de las funciones de Propp a otro texto.

Hay, sin embargo, considerables dificultades para aplicar el modelo de Propp directamente a la fantasía, que surgen de las diferencias esenciales entre la fantasía y el cuento de hadas. Primero, la fantasía no sigue el modelo rígido de la narración construida por siglos de tradición oral, sino que está moldeada por la voluntad arbitraria de un autor en particular. Segundo, la fantasía es un género sintético que ha asimilado rasgos y motivos de la historia de aventuras, el sinsentido, la novela caballeresca, etc. Tercero, mucho más que el cuento de hadas, la fantasía involucra una estructura narrativa de "muchos movimientos", donde cada movimiento es una serie separada de funciones y a menudo, dichos movimientos no se suceden entre sí, sino que pueden estar entrelazados e incluso pueden existir conjuntos de personajes independientes.

La narración de La historia interminable se divide claramente en dos partes, o movimientos (capítulos 1-12 y 13-26); en el primero, Atreyu es el héroe, en el segundo, lo es Bastián. El héroe es uno de los siete personajes que Propp destaca en un cuento de hadas, siendo los otros: la princesa, el falso héroe, el mandante, el donante, el auxiliar mágico y el antagonista. Dado que la fantasía surgió históricamente del cuento de hadas, ha heredado su sistema de personajes pero lo ha transformado de acuerdo con sus propios propósitos.

En el primer movimiento, Atreyu es un típico héroe del cuento de hadas, un huérfano de ascendencia desconocida, "hijo de todos". La Emperatriz Infantil es la princesa a la que hay que salvar del mal, a la vez que es la donante que presenta al héroe un objeto mágico. Caíron el centauro es el mandante: es él quien le cuenta a Atreyu sobre su misión y lo envía en la búsqueda. Falkor [Fújur], el dragón de la suerte, es el auxiliar mágico que asiste a Atreyu y se ocupa de su traslado. Finalmente, la Nada es antagonista de la historia, la innombrable fuerza malvada que amenaza a la princesa y al país entero.

La secuencia de funciones en el primer movimiento es bastante parecida a la del cuento de hadas tradicional. Se desarrolla desde el daño a través de la mediación, la oposición y la partida en una serie de pruebas, donde el héroe se encuentra con diferentes donantes que, a través de consejos, un agente mágico o de alguna otra manera lo ayudan en su viaje. El primer encuentro es en un sueño, cuando el búfalo purpúreo al que Atreyu no ha matado le dice que vaya a ver a Morla. El segundo donante es la propia Morla, quien revela el secreto de la enfermedad de la Emperatriz Infantil. Además, Atreyu salva a [Fújur] el dragón de la suerte, del monstruo Ygrámul, con lo cual el dragón de la suerte se convierte en su auxiliar mágico y ambos son transferidos por Ygrámul a otra parte de Fantasia. Énguivuck el gnomo, guía a Atreyu al Oráculo del Sur, [donde Uyulala] le dice que busque a un humano. Y el último encuentro es con Gmork el hombre lobo. Todas estas aventuras pueden parecer movimientos separados, pero son repeticiones de la misma función, la prueba del donante, muy común en el cuento de hadas, donde, sin embargo, tres es el número más común. Aquí tenemos al menos seis repeticiones.

Durante todo el viaje, Atreyu es perseguido por el hombre lobo, cómplice de las fuerzas del mal, y es rescatado más de una vez por Falkor [Fújur], el auxiliar mágico. Cuando Atreyu regresa a la Torre de Marfil, su misión se completa y Fantasia se puede salvar.

El capítulo 12 es un breve movimiento intermedio en el que se abandona a Atreyu y la propia Emperatriz se convierte en la heroína, lo que no es raro en el cuento de hadas. Ahora está buscando a su libertador y el Viejo de la Montaña Errante es su auxiliar mágico y donante.

El segundo movimiento presenta un patrón ligeramente diferente. Bastián es el héroe y Atreyu su auxiliar mágico. No hay antagonista, y la Emperatriz Infantil es una mandante y donante, que le da a Bastián un amuleto mágico y lo envía a sus aventuras. Pero ella no es la única donante aquí; Bastián adquiere una espada mágica de Graógraman el león, una joya mágica de los habitantes de la Ciudad de Plata, un cinturón de invisibilidad de Xayide la hechicera. Bastián hace mal uso de todos estos objetos mágicos de la misma manera que el falso héroe de los cuentos de hadas. Saca la espada de la vaina por la fuerza, usa la piedra para satisfacer su vanidad, escucha a escondidas a sus amigos mientras es invisible, y en todos los casos trae dolor para él y para todo el país.

Aquí tampoco tenemos movimientos separados en las múltiples aventuras de Bastián, sino una función repetida de tareas difíciles, es decir, los deseos de Bastián y el resolver las tareas, lo acercan gradualmente a su destino.

Algunas funciones menos significativas para la narración se encuentran en el segundo movimiento, como la llegada no reconocida de Bastián a la Ciudad de Plata y su posterior identificación por parte de Atreyu, así como su relación con el amuleto que porta y su transfiguración al final. Tomen en cuenta que, a diferencia del cuento de hadas tradicional, en el que el héroe se transfigura en un príncipe, Bastián deja de ser el superhombre en el que se había convertido en Fantasia para volver a ser él mismo.

La última función en la secuencia de Propp, la boda, que es idéntica a la recompensa, está representada por el reencuentro de Bastián con su padre, pero en realidad ésta y la primera función, la ausencia -es decir, el escondite de Bastián en el ático- están establecidas en el marco de la historia.

Ahora bien, no me aventuraría a sostener que Michael Ende está familiarizado con la teoría de Propp, pero obviamente conoce la estructura narrativa del cuento de hadas tradicional y la sigue en su libro. Además, debe ser muy consciente de los elementos, modelos o motivos recurrentes más comunes del género con el que trabaja.

Procedo aquí del análisis sintagmático del texto al paradigmático, extrayendo de la narración los elementos que pueden denominarse "marcadores de género".

Uno de estos motivos es lo que he elegido llamar Mundo Cerrado (la terminología se usa en mi tesis doctoral). Este motivo es característico del subgénero a veces llamado "alta fantasía", del cual Tolkien es el representante más brillante. Un mundo cerrado es un universo mítico autónomo que, aunque bastante independiente de la realidad, todavía implica una especie de contacto a través de la mente del lector.

Hasta donde yo sé, La historia interminable es única en la forma en que introduce al lector en la narrativa. Bastián está sentado en el ático de la escuela leyendo un libro de alta fantasía de tipo bastante tradicional. Michael Ende es lo suficientemente inteligente como para no describir completamente su mundo en un inicio, pero tras una lectura atenta, obtenemos una imagen bastante vívida de Fantasia, [es un sitio] poblado por todo tipo de criaturas mitológicas, desde dragones, gnomos, unicornios, faunos, duendes y salamandras hasta comerocas, trolls de corteza, fuegos fatuos, azafranios, sombras picarescas, etc. Parece que cada pueblo tiene su propio reino y su propia lengua local, aunque también se usa un idioma común, el fantasio clásico [Gran Lenguaje], y todos están unidos bajo el gobierno de la sabia y eterna Emperatriz Infantil. Las dimensiones de Fantasia parecen enormes; evidentemente no tiene límites, lo cual es, por supuesto, un hermoso símbolo.

No es hasta la mitad de la historia que, el mundo mágico se abre de repente y el niño lector se ve atraído por él. Algunos indicios del contacto venidero se extienden a lo largo de la narración, primero en forma de inserciones que describen a Bastián en su ático y su reacción a la historia que está leyendo. Por cierto, estas inserciones, marcadas con un color de impresión diferente, son mucho más numerosas de lo que la mayoría de los lectores podrían suponer. Cuando se les pregunta, la mayoría de la gente dice que hay de doce a quince cuando en realidad hay cuarenta y ocho de ellas. Considero que vale la pena mencionar este hecho porque muestra cuán hábilmente Michael Ende ha entretejido las dos historias aparentemente independientes.

Los dos casos directos de contacto son, cuando Atreyu se encuentra con Ygrámul y escucha el grito de aversión de Bastián y más tarde cuando ve a Bastián en el espejo mágico. Cuando Atreyu regresa a la Torre de Marfil, la frontera entre los dos mundos casi desaparece: Bastián ya no lee la historia, la ve y la siente.

Bastián no es de ninguna manera un privilegiado en su participación de Fantasia, ya que los humanos parecen haber estado visitando este mundo desde tiempos inmemoriales. En un pasaje se menciona a un tal Shexper [Chéxpir], por ejemplo; el librero, el Sr. Koreander, también admite haber estado en Fantasia y se dice que bastantes humanos no han podido regresar a su mundo y viven en la Ciudad de los Viejos Emperadores. El propósito de la visita de Bastián es, por lo tanto, recrear el mundo fantástico y luego regresar al suyo. La última acción la acepta de mala gana hasta que se da cuenta de su necesidad.

El camino de regreso pasa por sus deseos en más de un sentido, ya que al final el amuleto que concede los deseos, ÁURYN, se convierte en una puerta mágica.

La segunda parte de la narración se desarrolla así, en un Mundo Abierto en el que Bastián es un mensajero de la realidad. El precio que debe pagar por su omnipotencia y la cadena interminable de deseos concedidos, es la pérdida de la memoria de su propio mundo. Pero mientras lo recuerda, Bastián sigue preguntándose cómo se conectan los dos mundos. En el desierto intenta enviar un mensaje a su propio mundo, probablemente a alguien que lea La historia interminable, escribiendo sus iniciales con la arena de colores. Más tarde, usa una joya mágica para impresionar a los Tres Pensadores Profundos, y en el resplandor de la gema aparece el viejo ático de la escuela por un segundo.

Otra cosa que vale la pena mencionar aquí, es una profecía de que algún día Fantasia y el mundo de los humanos serán uno. No se sabe si Michael Ende está insinuando la próxima Edad de Oro en la Tierra o un Paraíso celestial más tradicional.

El contacto entre los dos mundos se mantiene a través de un talismán mágico, que es otro motivo común tomado del folclore y muy familiar en otras obras de fantasía. El talismán más importante de La historia interminable es el libro mismo, ya que existe en ambos mundos. Bastián lo está leyendo en realidad, mientras que en Fantasia, el Viejo de la Montaña Errante lo está escribiendo. Cuando Bastián regresa, el libro ya no está, lo que sugiere que alguien más puede estar leyéndolo en ese momento.

Otro amuleto que existe solo en Fantasia es ÁURYN. Cuando lo lleva Atreyu, le brinda protección y guía, pero en manos de Bastián se convierte en un poderoso agente mágico. Poco a poco esclaviza y corrompe a su portador, como el anillo de la trilogía de Tolkien. Pero solo a través del amuleto, Bastián puede volver a casa y, sorprendentemente, lleva la puerta con él durante todo su viaje en Fantasia. El simbolismo de la puerta también se presenta cuando Atreyu tiene que atravesar las tres puertas mágicas hacia el Oráculo y cuando Bastián deambula por un laberinto de puertas tratando de encontrar y formular su próximo deseo [El Templo de las Mil Puertas].

La importancia de los nombres destaca en La historia interminable. El lector se inicia en la magia de los nombres cuando se presentan Bastián Baltazar Bux y Karl Konrad Koreander. Más tarde, para salvar a Fantasia de la Nada, se debe dar un nuevo nombre a la Emperatriz Infantil. Y en la segunda parte, la amenaza para los fantasios radica en su incapacidad para inventar nuevas historias y nuevos nombres. Para crear la nueva Fantasia, Bastián tiene que nombrar las cosas como el bosque Perelín y el desierto Goab. Para poseer objetos mágicos debe nombrarlos: la espada Sikanda, la piedra Al-Tsahir, el cinturón Guemmal. Es bien sabido que, en la brujería antigua, así como en las sociedades primitivas de nuestro tiempo, aprender los verdaderos nombres de las cosas, animales o personas otorga un poder ilimitado sobre ellos.

Cuando Bastián finalmente pierde su nombre a cambio de su último deseo, también pierde su identidad; ya no es Bastián, sino un niño sin nombre y se le conoce como tal hasta que regresa a su propio mundo.

Otro motivo familiar de la literatura fantástica es la relatividad del tiempo mágico. Se encuentra activo durante el viaje de Atreyu al Oráculo del Sur: pasan siete días, mientras que a él le parece solo uno. Esto anticipa los viajes de Bastián en Fantasia, donde pueden haber pasado años o incluso siglos de tiempo fantástico, como en los lugares que se dicen haber estado allí durante miles de años, mientras que, en su propio mundo, ha pasado una sola noche.

Todos estos patrones se reconocen fácilmente. La totalidad de las aventuras de Bastián en la segunda parte en Fantasia es una serie de narraciones, cada una de las cuales se basa en una historia bien conocida: el mito de la creación, el mito de la muerte y la resurrección (en la imagen de Graógraman el león, que también es un paralelo obvio con C.S. Lewis y su león Aslan). Alusiones bíblicas como la presentación de Bastián como el Salvador y la sabia mula que lo transporta es, por supuesto, un motivo directo. Además, encontramos novelas caballerescas, así como el motivo medieval del concurso de los bardos; el dragón Smerg nos recuerda inmediatamente al Smaug de Tolkien; la malvada hechicera Xayide puede volver a ser un préstamo de C.S. Lewis, al igual que la batalla por la Torre de Marfil y la visión apocalíptica del fin del mundo. Imágenes como los Tres Reyes Magos, o la Ciudad de los Locos [Ciudad de los Antiguos Emperadores], o la misteriosa Mina de las Imágenes y por último, pero no menos importante, el Agua de la Vida, todas tienen su origen en obras literarias anteriores.

Puede surgir la pregunta de si Michael Ende es un imitador que no es capaz de inventar una historia propia y simplemente toma prestadas las ideas de otros. Para responder a esto, recurriré al semiólogo ruso Yuri Lotman. En su artículo El arte canónico como paradoja informacional, muestra que los textos con un alto grado de regularidad y previsibilidad (por ejemplo, el folclore o el arte medieval) a veces son más informativos que los textos que en un principio pueden parecer "originales" e "innovadores". La paradoja se explica por el hecho de que los textos canónicos (o "rituales") no solo transmiten información (como se supone que hacen la mayoría de los textos de los siglos XIX y XX), sino que también la generan. El receptor de un texto canónico ya está familiarizado con la información que contiene, pero el texto estimula o genera una corriente interna de información en la mente del receptor, la idea misma de un texto canónico es, según Lotman, crear una situación favorable para la meditación del receptor.

Si tratamos de ver la fantasía bajo esta luz, podemos afirmar que La historia interminable es un texto canónico y que el propósito de Michael Ende no es proporcionar al lector información nueva y original. Es, por el contrario, hacernos reconocer imágenes y modelos que se han conocido antes y estimular las reflexiones del lector sobre estos. El uso de clichés de Michael Ende es consciente y hábil y, en última instancia, sirve al mensaje mismo de la historia. Todas las aventuras de Bastián son producto de su propia imaginación, inspiradas en los libros [que ha leído]. Es él quien actúa como un copista en blanco mientras no se dé cuenta del objetivo de su búsqueda.

Así es como un autor de fantasía puede trabajar con modelos familiares y modificarlos de acuerdo a sus propios propósitos. Debido a que Michael Ende hace esto de manera más abierta y consistente que la mayoría de los autores, su libro ofrece una excelente ilustración.



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Philip, Neil. The Times Literary Supplement (January 6, 19Ö4).
Armstrong, D.L. "ME. Nesbit. An Entrance to the Magic City." Ph.D. diss. The Johns Hopkins University, 1974.
Propp, Vladimir. Morphology of the Folktale. London: Austin, 1968.
Nikolajeva, Maria. The Magic Code. Ph.D. diss. Stockholm, 1988.
Lotman, Yu. "Kanonicheskoye iskusstvo как informatsionny paradoks [The canonical art as an information paradox]. Problémy kanona. Moscow, 1973 

15.5.23

La historia interminable. La joya literaria de Michael Ende

Texto: Pablo Testa en Café, letras y artes
Imagen: Peter Klonowski

 


Todos imaginaron dos obras; nadie pensó que libro y laberinto eran un solo objeto.
Jorge Luis Borges

Me gustaría saber -se dijo-, qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente dentro hay sólo letras impresas en papel, pero sin embargo… Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera…
Michael Ende

 
La historia interminable (o La historia sin fin, como la conocemos en Argentina) es una obra sorprendente de la literatura juvenil universal. Una alhaja o joya que comparte ese estante central junto a otros clásicos como El principito de Saint Exupery, Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol o La isla del tesoro de Stevenson, entre tantos otros.

La novela de Michael Ende ha sido traducida a múltiples idiomas y ha vendido millones de ejemplares. Pero a la vez, tiene la contradictoria particularidad de haber dado un salto en su fama gracias a su adaptación al cine (contando con tres películas, la primera de ellas la más importante).

En consecuencia, la versión textual fue quedando relegada en partes del imaginario colectivo frente al film. Puede pensarse algunos motivos posibles: diferentes épocas de escritura, el número de lectores de cada uno y los cambios en las nuevas generaciones en su manera de relacionarse con la literatura. En ese sentido, la complejidad que tiene La historia interminable es propio de una literatura juvenil conectada con los clásicos juveniles y literarios (la mítica colección Robin Hood por ejemplo) y, por el contrario, un cierto desentendimiento contemporáneo de finales del siglo XX y principios del XXI con esa literatura y con su importancia en la cultura universal de la humanidad. Pese a todo ello, ahí sigue la obra de Ende, firme, convocando para su lectura a todo aquél que quiera escuchar la llamada.
 
 
El libro interminable
Puede pensarse a La historia interminable como un laberinto. La característica principal de sus 400 paginas es poseer una puerta para la entrada que se extiende en un camino (ya hablaremos de él) pero que una vez recorrido, tras salir por la última página y mirar para atrás, pueden observarse una variedad de entradas que antes no eran visibles y ahora sobresalen en distintas partes de la obra.

Quienes ya la hayan leído saben que es mucho más compleja, desarrollada y amplia en relación a lo que ha adaptado la película (una diferencia inevitable, en mi opinión personal).

Así como una multiplicidad de entradas, la novela de Michael Ende tiene muchas capas de lectura, como en El principito de Saint Exupery. La historia interminable está embebida de la literatura universal, desde El libro de las mil y una noches a la obra de Borges, pasando por la literatura juvenil, fantástica y hasta pueden trazarse algunas conexiones con obras consideradas mayores, como la Comedia de Dante.

Para entrar en La historia interminable pretendo hacerlo desde ambos extremos: inicio y fin. La primera coincide con la entrada de la primera lectura (la de la primera hoja) para una introducción general, teniendo en cuenta a quienes aún no la han leído (destáquese el adverbio). Esto no impide la inclusión de algunas de las inter-textualidades mencionadas más arriba para hacerla más llamativa.
 
La segunda es la que se nos abre al terminar la historia, más destinada a aquellos que quieran compartir un análisis en profundidad de algunos aspectos particulares de la novela y quienes hayan leído esta obra de Ende (o no la tengan en su lista de pendientes).
 
 
El Libro – Arte
La definición de La historia interminable como una joya o alhaja tiene dos aristas (la palabra alhaja, proveniente del árabe, tiene una connotación inferior en el castellano rioplatense, ausente en el vocablo de origen, equivalente a joya).
En primer lugar,destaca por el libro en sí mismo. Lo que Walter Benjamín denomina su materialidad. La novela fue publicada con el texto en dos colores: verde y violeta. Cada capítulo viene precedido por ilustraciones hechas a mano y a página completa, utilizando la misma paleta de colores (en castellano, la edición de RBA mantiene estos elementos). En tiempos de novedades tecnológicas, con ediciones virtuales, tener en nuestras manos el libro de Michael Ende es como sostener una obra medieval, con sus texturas y detalles.
 
 
1- Una visión general de la novela
Escribir sobre la trama de La historia interminable tiene varias dificultades.
En términos generales, muy generales, la obra está protagonizada por un niño, Bastian Baltasar Bux, que se encierra en el ático de su escuela a leer un libro de aventuras, que suceden en el mundo ficticio de ‘Fantasia’, con una gran variedad de personajes -y el mismo título que la novela-. Fantasia está en peligro ante el avance de la Nada, un vacío que se va “comiendo” poco a poco el reino. La Emperatriz Infantil solicita al joven Atreyu que lleve adelante La Gran Búsqueda, para encontrar una manera de salvar al reino. Para ello, le entrega el Áuryn, que representa su poder. Una alhaja compuesta por dos serpientes que se muerden entre sí. Poco a poco, Bastian descubrirá que puede tener extrañas interacciones con los personajes de esa historia. En su camino Atreyu se encontrará con personajes inolvidables, como el gigante come-rocas, la Vestusta Morla, y Fujur, el dragón de la suerte. También deberá hacer frente a las esfinges gigantes que vigilan el secreto de las Puertas Mágicas.

Esto es aproximadamente lo que adapta la primera película. En la novela de Ende corresponde a la primera mitad de los episodios. La trama continua en una segunda parte donde Bastian entra en ‘La historia interminable’, el libro que está leyendo (que fue adaptado en la segunda y tercer película). Sin embargo, limitarla así sería definirla como una obra puramente infantil, y no es así. Como referimos anteriormente, a la sucesión de hechos que conforman el núcleo de la historia se le suman -casi en forma de capas paralelas (sin aplastarse ni anularse entre sí)- una gran variedad de referencias, historias paralelas y complejidades que pueden apreciarse conforme avanza la lectura de La historia interminable y tienden puentes a acervo literario que cada uno posee. Esta particularidad me permite señalar algunas conexiones, sabiendo que se me escaparán otras.

Antes de entrar en ese laberinto de varios niveles y puentes, es interesante poner la lupa en el uso del lenguaje. Lo primero con lo que nos encontramos al iniciar la novela es con una línea de texto que no entendemos. Se trata del cartel de una librería visto al revés, como se vería en un espejo. Una genial manera de desubicarnos como lectores.
 
Pese a la complejidad que va adquiriendo la trama, el manejo de la lengua se mantiene directo. No hay un exceso de adjetivos ni construcciones lingüísticas complejas para desarrollar la historia. Al contrario, es habitual la presencia del escritor-narrador para aportar datos sobre lo que sucede (sea desde los personajes o el propio narrador) detallando particularidades de Fantasia, sus personajes y las leyes que rigen ese mundo.
 
 
El camino del… ¿héroe?
Así como el libro está presentado con dos colores, la trama corre por varios niveles. La historia inicial de Bastian, desde que entra a la librería que se va diluyendo mientras lee. La aventura de Atreyu, protagonista de la lectura de Bastian. Pero también el mundo ‘real’ de Bastian interrumpe el relato del mundo de Fantasia, como un lector interrumpe su lectura para prepararse un café o tomar un descanso.

Bastian le cede su protagonismo a Atreyu. Vale preguntarse la relación entre el desafío que debe llevar a cabo, La Gran Búsqueda, con lo que se denomina “el camino del héroe” –presentación de la dificultad, enfrentamiento y derrota, preparación o entrenamiento, segundo enfrentamiento y victoria-. Atreyu comienza su aventura a pedido de la Emperatriz Infantil. Cuándo pregunta ‘qué’ es lo que debe buscar, la respuesta es que nadie lo sabe. Sólo lo advertirá cuando esté delante de ella. En ese particular camino, Atreyu no deberá enfrentar a la amenaza (como el héroe clásico) sino esquivarla. No hay manera de enfrentar a la Nada. Así avanza según su propia intuición. No es un recorrido lineal; más bien es el diagrama de un laberinto.
 
 
Recorriendo el laberinto: niveles, estructura, personajes
El comienzo del segundo capítulo de La historia interminable sirve como muestra de la narrativa de Michael Ende. En Fantasia, la Emperatriz Infantil está enferma. La Nada, la gran amenaza, avanza. Los mejores médicos de todo el reino se han reunido en torno a la Emperatriz. El narrador les pone número: quinientos. Ni uno más ni uno menos. Hay representantes de todas las especies y razas. pero el más reconocido por todos ellos es Caíron, un centauro. Resulta imposible no rememorar a Quirón, el médico (Caíron es una leve deformación de su nombre en griego). Del centauro mitológico se dice que instruyó a Aquiles el griego y Jasón el argonauta. Compartió con los hombres muchos de sus conocimientos sobre la medicina.

En esta escena, narrada con mucha sencillez, pueden ubicarse las distintas capas narrativas y de significado. La Emperatriz enferma es una tópica de los relatos infantiles. La Nada como un elemento sobrenatural e inexplicable que no puede ser enfrentado puede recordar más a Cthulhu de H. P. Lovecraft (con permiso de sus fanáticos) que a cualquier villano del fantasy juvenil. La referencia a la literatura clásica en Caíron puede pasar de largo para un lector más joven sin que por ello pierda sentido la historia.

Cada aventura que se nos ofrece en la novela se desarrolla de manera independiente, con sus propios compañeros de y una profundidad distinta a la anterior y la que le sigue. Es como un espacio amplio en el laberinto, que se conecta con el anterior y el siguiente a través de pasillos más estrechos pero que no son lineales, con bifurcaciones posibles donde el joven Atreyu toma un camino como bien podría haber seguido por otro. Siempre con el pedido de la Emperatriz como objetivo final del recorrido, hay una cuota importante de azar en esa búsqueda.

La variedad de personajes de Fantasia es enorme. Interminable, si se quiere hacer el juego con su título. La gran mayoría de de estos personajes poseen una historia y un pasado desarrollados. En particular los antagonistas o imparciales, lo que permite al lector reflexionar de una manera más compleja que el binomio bueno/malo acerca de las acciones y decisiones que toman en distintos momentos de la trama.

El primer encuentro es con la Vetusta Morla, una tortuga gigante de (casi) infinitos años de edad. El contraste entre la desesperanza de Atreyu (luego del episodio con Ártax en el Pantano de la Tristeza) con la indiferencia de la Vetusta es excelente. Ella ha vivido cientos, miles de años. Parece no importarle lo que suceda en Fantasia, pues ha sobrevivido a todo. Ni la Nada la asusta. Pero la soledad de tantos años le pesa a Morla. Es evidente cuando se habla a sí misma y se responde en breves escenas de enorme potencia. En ese indicio se apoya Atreyu para utilizar un juego de argumentos y conseguir una respuesta.

Más tarde aparece Ygrámul, el Múltiple. Junto a él (aunque no por voluntad propia), está Fujur, el dragón de la suerte (muy conocido por su imagen en el cine).
 
Los Dos Colonos, una genial, divertida y algo extravagante pareja de gnomos. Estudian desde su propio observatorio a las Puertas Mágicas y sus protectoras, las Esfinges.

Uyulala es un personaje que sólo habla en rima. “Mi cuerpo es acento y tono” dice de manera misteriosa, en uno de los episodios más sorprendentes y mejor construidos de la historia.

Seguir mencionando a los personajes que aparecen sería adelantar demasiado de la obra.
 
 
Los puentes literarios del libro – laberinto
Bernando de Chantres dijo en algún momento del siglo XII sobre la humanidad “Somos enanos en hombros de gigantes”. La historia interminable se apoya, como mencionamos más arriba, en varios elementos de la literatura universal.

Si la referencia al mítico centauro Quirón está en su –casi- homónimo Caíron, la propia búsqueda de Atreyu puede leerse al calor de la Odisea y el viaje de vuelta a casa de Ulises (Odiseo). La presencia del héroe y sus compañeros junto al azar y los avatares del viaje.
 
Otra gran influencia son las fábulas universales. Desde Esopo a los fableux medievales, (pasados a texto primero por Charles Perrault y edulcorados por los hermanos Grimm posteriormente). La enorme variedad de entes que pueblan Fantasia sería impensable sin ese acervo de ideas y criaturas. Faunos, gnomos, gigantes, lobos, brujas, esfinges, -una mención aparte merecen los ayayai- se hacen presentes en la obra, que bien podría leerse como un refugio para ellos, aunque los sucesos de la segunda parte relativizan esta afirmación.
 
Otro recurso habitual de las fábulas es utilizado magistralmente por el narrador, al sembrar posibles historias paralelas, interrumpidas para seguir con el relato central, aunque son rematadas con la frase: “pero eso es otra historia y deberá ser contado en otra ocasión”.

El tercer elemento invitado es la literatura fantástica del mundo árabe y de oriente, muy presente en la novela. Lo primero que salta a la vista es el uso de nombres árabes para algunos elementos, como la piedra Al-Tsahir, que brilla como cien días en un solo momento (una alegoría tal vez de una cultura muy relacionada con el conocimiento) y Bastian la utiliza para iluminar una solución a un complejo interrogante.
 
La espada que le es entregada a Bastian en Fantasia es nombrada por él como Sikanda. En la segunda parte toma centralidad Xayide, la maga que “fumaba casi continuamente en un narguile oriental que tenía al lado”. Incluso la sensualidad de El libro de Las mil y una noches tiene su correlato en Xayide y su narguile, de una manera más sutil: “El tubo era como una víbora de color esmeralda y la boquilla, que ella sostenía entre sus largos dedos como el mármol, parecía la cabeza de una serpiente. Cuando chupaba, era como si la besara. Las nubes de humo que, voluptuosamente, dejaba escapar por su boca y nariz, tenían a cada bocanada un color distinto”. Esta descripción aparece recién en la página 318 y la realiza el narrador; el joven Bastian es ajeno a estos detalles.

Si los elementos mencionados pueden dar la impresión de que la presencia de lo árabe pasa sólo por lo exótico, vale remitirnos a las técnicas narrativas, como la descripción inicial del palacio de la Emperatriz y su corte: “La Torre de Marfil era tan grande como una ciudad. (…) se componía de innumerables torres, torreones, cúpulas, tejados, miradores, terrazas, arcos, escaleras y balaustradas, que se entrecruzaban y entrelazaban. Todo era del marfil más blanco de Fantasía”. Pareciera describir un palacio oriental. La enumeración también es una tópica en esa literatura.
 
Sigue: “(…) la corte que rodeaba a la Emperatriz Infantil: tesoreros y sirvientas, sabias y astrólogos, magos y bufones, mensajeros, cocineros y acróbatas, funámbulos y narradores de historias, heraldos, jardineros, guardianes, sastres, zapateros y alquimistas”.

Tanto la arquitectura como la poesía árabe fueron incorporadas durante la Edad Media en la Europa occidental o cristiana, por lo que puede entenderse también plantear un crisol de posibles rastreos.

Las sagas islandesas están presenten en los héroes Hykrion, Hýsbald y Hydorn.
 
El propio símbolo del Áuryn, la doble serpiente que se muerden mutuamente es visible en una gran cantidad de cosmogonías en distintas regiones del mundo.

Es de estas fuentes (y otras más que se me escapan) de la cultura universal y literaria de las que bebe La historia interminable, y en ese proceso de asimilación y diferenciación es que toma una dimensión propia. Con este método milenario, Michael Ende se hace un lugar especial dentro de los grandes relatos de la literatura juvenil universal.
 
 
2-Adentrándonos en el Libro
La segunda parte de la reseña está pensada para quienes hayan leído el libro y/o les interesa una lectura más profunda. Mi recomendación para aquellos que aún no la leyeron y la primera parte les haya despertado el interés por ella, es buscar un momento para leerla. Siempre es mejor la experiencia directa con la obra.
Pero, parafraseando a Dolina, es tan grande la disponibilidad de libros a nuestro alcance que es lógico que algunos opten por seguir leyendo directamente. De todos modos, siempre queda la trampa de ser lo más general posible sobre la ubicación del momento analizado en la obra general y sólo ser específico en sus desarrollo interno. Iluminar una sección del laberinto (siguiendo la metáfora usada) manteniendo al resto distante.
 
 
Los límites de Fantasía y los límites de un libro
Uno de los descubrimientos que realiza Atreyu en su recorrido por Fantasia es su falta de una zona que limite su mundo con otros, como el de los humanos. Sus fronteras están hacia adentro; deben buscarse en el interior de ese universo (los motivos de ello se explican en la obra). De la misma manera, topológica-literaria, puede pensarse las dificultades de un análisis más complejo.

Adentrarse en la trama como si fuera una operación quirúrgica es trasladar elementos propios del lenguaje poético al del análisis, de la re-escritura y de las citas. Si al comienzo esos elementos analizados pierden fuerza (no es lo mismo unos versos separados de un poema que el poema completo) luego, en una nueva lectura, toma mayor dimensión con los nuevos significados incorporados (esta manera de leer la literatura es propia del Formalismo Ruso. Dos lenguajes distintos para dos miradas distintas que se complementan.
 
 
Un camino, dos caminos
Con Bastian dentro del libro dentro del libro (no es un error de tipeo, libro y laberinto eran un solo objeto –refiere Borges en el texto citado en el epígrafe) la historia toma una dimensión mayor. El camino del héroe ya no es el clásico griego ni el azar, sino que está conectado con otra concepción, tan antigua como las otras dos (aunque muchas de sus versiones mas ‘light’ lo olviden): el de un descubrimiento.

Sin la amenaza de la destrucción de Fantasia sobre sus hombros como la tuvo Atreyu, Bastian avanza narrando aquello que encuentra, lo que descubre y como lo nombra nombra. Inicia con Perelín, la selva nocturna, que crece sin detenerse.

El encuentro con Graógraman, la Muerte Multicolor, vuelve a elevar la narración a otro nivel meta-literario, (como sucediera antes con Uyulala). El león Graógraman es el señor de Goab, el desierto de colores. Su piel irradia un calor destructivo que convierte todo en arena. Es debido a ello que se lo conoce como La Muerte Multicolor. Bastian está protegido por el Áuryn, la alhaja que portaba antes Atreyu y la Emperatriz le concedió luego a él.
 
La relación entre la selva nocturna y el desierto de colores es un misterio cuya resolución expone la magistralidad y profundidad de la pluma de Ende. El desierto impide que la selva nocturna se desarrolle ilimitadamente hasta ocupar y saturar toda Fantasia. Cuando termina el día, la selva se desarrolla sobre las cenizas del desierto. Una y otra se anulan a la vez se complementan. Este circulo de la vida es un gran aprendizaje para Bastian, y por extensión un gran aprendizaje y/o recordatorio para los lectores.

La Muerte Multicolor es la puerta de entrada para entender que el viaje de Bastian por Fantasia es un viaje de descubrimiento y entretenimiento, una aventura ‘libre’, ya que prescinde de una amenaza antagónica como la Nada. Pero también es el descubrimiento de sí mismo.

El círculo de la vida es un concepto que se retrotrae en filosofías y religiones milenarias, como el budismo y algunas ramas místicas de varias religiones. Esta segunda lectura llega hasta el final de la obra, cuando aparecen dos elementos disruptivos: los yskálnari (un pueblo de pescadores que vive colectivamente) y la Casa del cambio, una vivienda en permanentemente transformación.
 
 
Libro de libros
La presencia de la intertextualidad y el meta-lenguaje en el libro es permanente, como señalamos al final del primer apartado.

La gran ruptura en este sentido se produce hacia el final de la aventura de Atreyu, cuando la Emperatriz Infantil sale de su lugar de espectadora e intervenir en la salvación de Fantasia, buscando ayuda ella también.

El epígrafe de Borges no está sólo por la referencia a los laberintos. Hay varios elementos borgeanos en la obra. Michael Ende ha referido en distintas notas ser lector del escritor que supo esquivar el Nobel con todo éxito. El uso de la meta-literatura, el libro dentro del libro y el libro como un universo en sí mismo son algunos de ellos.

Una situación destacada es cuando Bastian debe narrar una historia frente a un auditorio. Es fanático de las historias, por lo que conoce varias. Pero el tiempo le juega una mala pasada: le alcanza sólo para una. Así que anuncia que contará un relato con todas las otras historias suyas dentro de ella. La manera en que lo resuelve en su narración y los efectos que tiene en la trama es otro excelente momento narrativo y meta-textual.

En otra etapa de la historia, Bastian llega a una ciudad dónde (por distintas causas) se ha perdido la capacidad del lenguaje. Su protector, Árgax, le muestra a Bastian un juego de dados que les ha regalado a sus particulares habitantes. Cada cara del dado tiene letras, por lo que con ellos forman conjuntos que leen sin saber lo que son.

Árgax espera que, de tanto jugar con ellos, se formen palabras y con esas palabras un poema. Algo similar plantea el bibliotecario que describe cómo es la Biblioteca de Babel en el relato homónimo. El protector y guía expone su versión-homenaje: “todas las historias del mundo, en el fondo, se componen sólo de veintiséis letras. Las letras son siempre las mismas y sólo cambia su combinación. (…) Si se juega eternamente tendrán que surgir todos los poemas, todas las historias posibles, y luego todas las historias de las historias, incluida esta”.

Por alguna razón particular, la humanidad ha decidido otros métodos para contar historias. Prescindiendo de ese cubilete, nos inclinamos por la lectura y el análisis literario que, desde aquellos primeros narradores alrededor del fuego en los primeros tiempos de la humanidad, nos ha legado grandes joyas, como las que hemos mencionado en la nota y la misma obra de Ende.



8.5.23

Mas allá de la imaginación

Texto: Beatríz Álvarez Martínez en Faktoría de ideas
Imagen: Raúl Cantú

 

¿Qué se ve en un espejo que se mira en otro espejo? ¿Lo sabes tú, Señora de los Deseos, la de los Ojos Dorados? 
Viejo de la Montaña Errante en La Historia Interminable.


Qué se puede decir de Michael Ende que no se haya dicho ya… Prolífico autor alemán mundialmente reconocido por obras geniales de la literatura juvenil como Momo, La Historia Interminable o El Pequeño Títere, es considerado como uno de los escritores más extraordinarios y lúcidos en la historia de la literatura, con un anhelo de belleza, humanidad y armonía reflejada en su mundo de fantasía desbordante.

Se podría dilucidar que las obras de Ende tienen un aura de tragedia y amargura similares a su propia vida, su visión del mundo y de un introspección profunda y particular. Tenaz y ultra defensor de su literatura simbólica y compleja, reivindicando por encima de todo la imaginación como eje indispensable de toda creación artística y lejos de la moral o didáctica que muchas veces solapa el puro placer de la belleza o la lectura.

Llegó a mis manos este libro maravilloso y desconocido, con reseñas extraordinarias hacia una obra de narrativa espléndida y desorbitante, y sin otras referencias que mi curiosidad me dejé conducir a un asombroso juego de misceláneas, de historias que se encuentran, de reflejos de nuestro propio devenir en la vida.

Treinta relatos donde la onírica imaginación de Ende se despliega para ofrecer retazos de filosofía, surrealismo, mitología, sentimientos ocultos y bucles llenos de misterios encriptados abiertos a interpretaciones entre la realidad y el horizonte fantástico, donde todo es verosímil y mágico a su vez.

Breves historias de poderosa magia entrelazadas entre sí como si se trataran de una misma imagen laberíntica y ensoñadora. Fábulas en un mundo complejo lleno de puertas entreabiertas, un laberinto donde los caminantes se detienen y reflexionan, retroceden y prosiguen, o quizás se escabullen en un mundo lleno de bucles y paradojas recurrentes, deseos o sueños.

Posiblemente la función de todo laberinto sea la confusión, la pérdida de identidad. También el encuentro con lo desconocido o lejano.

El libro viene acompañado por unas preciosas ilustraciones realizadas por el padre del autor, Edgar Ende, que referencian un mundo de apariencias, confuso y secreto, donde el laberinto enlaza cada uno de los relatos.

El título ya nos antepone a una inquietante encrucijada, porque El espejo en el espejo es un laberinto de sueños, una dicotomía, una ilusión o quimera.

¿Quienes éramos antes de despertar? ¿Qué soñamos? ¿ Es nuestra propia fantasía real o pertenece al mundo de los sueños?

Un libro que nos invita a ser juego de otro y de nosotros mismos. Fantasía y surrealismo se mezclan en un sinfín de historias, escenarios y personajes ofreciendo una visión descarnada del mundo donde la magia y el arte se dan de la mano. 

Unas líneas al azar me abren los ojos hacia la obra más personal del autor, sus dudas como ser humano más allá de su cometido como escritor. Una ventana que mira hacia el mundo y sus vaivenes con historias llenas de metáforas y preguntas.

«Sólo desde la belleza se pueden entender ciertos pasajes de El espejo en el espejo… un reflejo luminoso que proviene de otros universos y que ilumina el nuestro transformando el sentido de todas las cosas. El espejo en el espejo es un paseo por la tierra literaria de los sueños y la fantasía, y sus personajes e historias están basados en símbolos, paradojas, acertijos y escenarios maravillosos…»

En este libro se dan cita todos los ingredientes que Michael Ende indentificó como principales de su escritura: el libre juego de la imaginación, lo maravilloso y misterioso, la belleza y el humor.

Relatos donde se suceden espacios imaginarios y sorprendentes, personajes tiernos y antagónicos que invitan a la reflexión en universos ilusorios y abstractos.

Finalizo con un recuerdo a una de las estrofas más bellas que he leído jamás del apasionante mundo literario de Michael Ende.

- ¿Quieres más? -le preguntó Doña Aiuola, que había notado su mirada. Bastián asintió. Entonces ella cogió frutas de su sombrero y su vestido hasta que el plato estuvo lleno otra vez.
- ¿Las frutas crecen en tu sombrero? -preguntó Bastián estupefacto.
- ¿Qué sombrero? -Doña Aiuola lo miraba sin comprender. Luego soltó una risa franca y sonora…¿Crees que es un sombrero lo que llevo en la cabeza? Nada de eso, chico guapo: todo crece en mí. Lo mismo que a ti te crece el pelo.
Puedes ver cuánto me alegro de que por fin estés aquí, porque florezco. Si estuviera triste, todo se marchitaría.
-No sé -dijo Bastián confundido- . No se puede comer algo que crece en otra persona.
-¿Por qué no? -preguntó Doña Aiuola. Los niños pequeños toman la leche de sus madres. Es muy bonito.

Llegará el día en que los seres humanos traerán el amor a Fantasía. Entonces los dos mundos serán uno solo…sigue tu camino.

Las flores de Doña Aiuola se habían marchitado.»

Paseo por la tierra de los sueños y la fantasía, ángeles, bailarines, montañas flotantes, funambulistas, magos, reinas y mendigos…todos tienen cabida en el asombroso mundo de Michael Ende.

Como en una de sus inquietantes preguntas…

-¿Y quién eres? – pregunta el niño
-Un mago… y un prestidigitador. Ambas cosas

Imprescindible y delicioso libro, y estrecha colaboración entre padre e hijo que derrocha talento e imaginación a borbotones… un viaje hacia la fantasía.


La prisión de la libertad, Michael Ende: desvelando los barrotes de la realidad

Texto: Francisco Martínez Hidalgo en Fabulantes
Imagen: Raúl Cantú



La prisión de la libertad es una obra de madurez de Michael Ende. Dirigida a un público eminentemente adulto, se percibe en ella, al igual que pasara en El espejo en el espejo, la alargada sombra de su padre, el artista surrealista Edgar Ende. La influencia paterna resulta ser en estos ocho cuentos creativamente indirecta y psicológicamente más íntimamente catártica, ácidamente crítica y conscientemente dolorosa. En estos relatos hay una búsqueda constante del análisis psíquico de sus protagonistas sobre algún aspecto de su vida o de su personalidad: todos buscan «la verdad» sobre su inquietud vital.

Más conocido por su maravillosa literatura juvenil, y sobre todo por sus obras maestras Momo (1973) y La historia interminable (1979) -popularizada extraordinariamente a partir de la película de 1984, aunque el escritor se desvinculase de ella por alejarse de su obra-, Michael Ende (Garmisch-Partenkirchen, Alemania, 1929- Filderstadt, 1995) fue sin embargo un escritor profesional de amplio y heterogéneo catálogo creativo –trató tanto la literatura infantil y juvenil como la de adultos, e incursionó en la poesía, el teatro y el ensayo-, que abarcó múltiples temas, desde su actualidad hasta su intimidad.

Aun teniendo esta variedad por marca, en toda su obra de ficción, sin embargo, y a pesar de que el tiempo la ha sumido en cierta nebulosa producto del distanciamiento, destaca como un tema de fuerte presencia la figura y/o la autoridad paterna. De una forma a veces más evidente y otras más agazapada, esta figura y su alargada sombra están presentes desde un tono tan omnipresente como asfixiante, pues en cierto sentido marca la personalidad y el devenir de los personajes traumatizados por ella. La relevancia de este tema tiene en nuestro autor una doble justificación, en ambos casos originada desde la peculiar personalidad de su padre: el considerado como primer pintor surrealista alemán Edgar Ende (Alemania, 1901-1965).

Por un lado, Michael Ende tuvo con él una relación mayormente hostil, surgida de la personalidad neurótica de Edgar, tendente al aislacionismo, profundamente rebelde respecto a la realidad, la consciencia y la razón y, por tanto, huidizo respecto a la cotidianidad habitada por su mujer y su hijo. De ahí ese sentimiento de ausencia y esa hostilidad hacia el padre que huye de sus responsabilidades y, claro, del hijo que no recibe las claves vitales que lo paterno suele proveer y que no pocos de sus personajes echan a faltar o desprecian, según sea el caso.

Por otro, este extraordinario peso de la figura paterna acercó a Michael Ende a unos temas y perspectivas próximas al psicoanálisis de corte más junguiano. No en vano, la creatividad surgía para Edgar Ende del distanciamiento de lo consciente, de alcanzar un estado mental anterior a la consciencia y la razón desde el que surgieran las imágenes y las ideas que después acabarían plasmadas en sus lienzos. Para Edgar, entre lo real y lo material existía un estado inconsciente, oculto y velado por una racionalidad que actuaba con la forma y el efecto de la sombra en el mito platónico de la caverna, velando una verdad oculta que la pintura para Edgar, y la literatura para Michael, tendría la oportunidad de redescubrir, reencontrándonos y reconciliándonos así con ella.

El arte alberga entonces, tanto para Edgar como para Michael, una función terapéutica: en cuanto consigue reconciliar tanto al artista (pintor o escritor) como al lector con una realidad íntimamente huidiza y esquiva.

Estas dos vertientes de la influencia paterna en la obra de Michael Ende están presentes en su obra juvenil, pero son acaso aún más evidentes en su producción adulta y, de forma clarísima, en sus dos libros de relatos escritos para este público, El espejo en el espejo (1984, publicado en castellano por Cátedra en 2014, dentro de su colección "Letras Populares") y La prisión de la libertad (1992, publicado en castellano por Cátedra en 2022, también en "Letras Populares"). El primero ofrece treinta relatos directamente extraídos de la obra de su padre, influidos por sus cuadros y dedicados a él de forma directa. El segundo alberga ocho cuentos, y la influencia resulta ser creativamente indirecta y psicológicamente más íntimamente catártica: ácidamente crítica y conscientemente dolorosa. A este último, La prisión de la libertad, vamos a dedicar las siguientes líneas.

Lo primero a destacar es que estos relatos son profundamente psicográficos. Nada en ellos hay que no sea una búsqueda del análisis psíquico de sus personajes protagonistas sobre algún aspecto de su vida o de su personalidad. Para todos ellos hay algo en su mundo que falta, una ausencia fatal que necesitan rellenar, y que sólo consiguen cubrir de una forma: buscando la verdad, luchando como quijotes contra aquello que causa el trauma, removiendo cielo y tierra caiga quien caiga para volver a situarse bien consigo mismos en una nueva realidad. La literatura refleja este proceso terapéutico.

El motor narrativo se encuentra, por tanto, en aquello a partir de lo cual todo este proceso comienza y se desarrolla. Y aquí el leitmotiv es interesantísimo, tanto que él solo se basta y se sobra para hacer de este conjunto de relatos algo originalísimo y digno de comentario. Pues, para encontrarlo, el autor se ha ido hasta la obra pictórica de M.C.Escher. Para estos relatos, Ende ha transformado los espacios paradójicos, las construcciones imposibles y las formaciones bidimensionales de Escher en el principal motor narrativo: son estos espacios y su arquitectura los que causan el desasosiego que lleva a los personajes protagonistas de los relatos a iniciar su búsqueda (aspecto más que notable, por ejemplo, en “La casa en la periferia”).

La arquitectura hace simbiosis con la literatura y el psicoanálisis para formar un motor narrativo que, aunque hoy ya se puede leer algo más que entonces, sigue siendo una rara avis entre los tropos literarios. Se trata de los efectos psicológicos del espacio, de cómo nuestra mente y nuestra personalidad no sólo se vinculan a las personas o a los olores o a las acciones sino también a las formas de los lugares en los cuales vivimos. Esos espacios tienen un efecto mental en nosotros, ayudan a construirnos como personas, y cada vez está más demostrado que influyen sobre nuestra forma de vivir la vida. Estos relatos miran al presente y al pasado de los personajes a la hora de explorar esta influencia y lo hace con historias fantásticas o enigmáticas, repletas de misterio y de una tensión psíquica que llega con una fuerza inusitada al lector.

Esta relación se establece, claro, de forma individual, incluso íntima; por eso todos los protagonistas de estos relatos tienden a poseer una cierta reticencia a poseer un entorno, a compartir con los demás sus inquietudes, creencias y miedos. En cierto sentido, cuando este motor narrativo “toca” la fibra sensible del personaje y lo lleva a iniciar las acciones que leemos lo hace en un sentido tan profundo, tan hondo respecto a su forma de entender y vivir la vida, que siente no poder hacerlo de otra forma si no es aislándose de los demás, haciéndolo de espaldas al resto del mundo.

Y si tiene compañía es accesoria, “los demás” son un paisaje, un contexto circunstancial que comparten la vida con ellos sin otra influencia que la de servir, funcional y simplemente, a su fin último: conseguir saber “la verdad” respecto a esa inquietud. Da igual la relación o la fuerza del lazo, fraternal o superficial, todos los demás son, para estos protagonistas, una misma y única cosa: ruido de fondo. Lejos de enaltecer a este tipo de personaje, la obra nos los representa de forma crítica como personas endurecidas, pragmáticas, directas, entregadas sin compasión ni ternura a la fuerza atrayentísima de su trauma (“La meta de un largo viaje”, por ejemplo).

Otro aspecto sumamente interesante es que esta verdad adquiere, por veces, también un sentido político. Lo hace cuando la voz narradora se interroga por la vida de la persona ya no sólo en su sentido íntimo sino en su sentido metafísico y, por tanto, universal. Aquello que vivimos tiene un sentido, no estamos ante relatos nihilistas, pero este sentido no es el que mayoritariamente creemos que es. Lo real se encontraría así en otro lugar, mientras que nuestra “realidad” estaría mediada por un “otro” que es la base de esa inquietud, de ese trauma, de esa búsqueda de lo real y el desvelo del sentido último de la vida (como sucede en el relato “La prisión de la libertad”).

La prisión de la libertad es pues nuestra “realidad”, nuestro presente, ese contexto limitado por barrotes invisibles al que nos mantenemos atados y que, por ser sentido a nivel profundo como incompleto o irreal, nos lleva a una búsqueda sin final cierto de lo que, aunque en tiempos contemporáneos denominamos abusivamente (y falsamente) como “felicidad”, es para Ende una homeostasis de plenitud mucho más completa y permanente que los momentos efímeros a que la felicidad nos relega.

Michael Ende se nos presenta en La prisión de la libertad como un autor más filosófico, intimista, personal y maduro que en sus obras literarias más conocidas. Además, se percibe la madurez de un autor al que distancian ya casi veinte años de La historia interminable, con mayor bagaje y en un momento vital, ya mayor y enfermo, creativamente trascendente. De esta madurez da cuenta su escritura, más reflexiva pero igualmente ágil desde un punto de vista analítico, y psicológicamente triste, que tiende a mirar hacia el pasado con un halo de añoranza que nosotros sentimos, igualmente, cada vez que leemos alguna de sus obras de ficción.
 
 
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