16.4.15

Michael Ende: La historia interminable

Texto: Miguel en Libros prohibidos
Imagen: Wuselarts



Increíble es la mejor palabra para definir esta historia: increíble como cualquier buena historia de Fantasía (con mayúscula por una razón que descubrirá el lector que ponga sus manos en este libro, o se lo haya leído ya); e increíble por lo bien contada que está. Algunos/as me dijeron que se lo habían leído de pequeños y que les había encantado, pero que no sabían si les gustaría una vez adultos. Yo les digo, ¡sí! Esta historia es para todos los públicos, e incluso me atrevería a decir que sólo con una mente adulta uno puede sonsacar todos los paréntesis que esconde el autor detrás de sus palabras.

Voy a empezar hablando de la edición del libro. Rigidez es lo que me suscita. Sin embargo, como muchos conceptos ambiguos, rigidez buena. ¿A qué me refiero? Es original en que es raro encontrar una edición distinta de este libro, aunque haya sido publicado por otras editoriales. Cada capítulo empieza con un dibujo de una letra del abecedario, y de hecho, está escrito en 26 capítulos, de la A a la Z. De hecho, las ediciones que no sean fieles a la original no serían fieles a la propia historia…

Esta narración se puede dividir en dos partes bien diferenciadas: una primera parte que introduce al lector en dos relatos en paralelo, uno real y uno fantástico; y una segunda parte donde sucede algo inédito en la literatura, o al menos yo nunca he leído nada parecido. Si uno está muy inmerso en la historia y se pone en la piel del protagonista, Bastián Baltasar Bux, puede llegar a confundir Realidad con Fantasía.

15.4.15

Michael Ende, el escritor de los niños-adultos

Texto: Juan Carlos Olivares en Biblioteca virtual de prensa histórica
Imagen: Fransesc Grimalt en La madriguera



El éxito de la obra de Michael Ende, entre los públicos de todas las edades, radica en que el autor simplemente trata al lector menor como un adulto con la mente abierta a otros mundos. Este respeto por el destinatario final de su obra, sea niño o adulto, se refleja en una serie de claves constantes en los textos de Ende, como son el tratamiento literario de la soledad de los niños; del miedo, entendido como una de las emociones que convierten en humana, la existencia; de la eternidad perdida por la conciencia del tiempo, o de la arquitectura como instrumento para construir espacios imaginarios. Todo ello analizado en este artículo, concebido como homenaje al escritor bávaro muerto el pasado mes de agosto, que deja tras de sí una obra que, como pocas, es patrimonio de pequeños y grandes.

Los adultos tienen una extraña relación con la literatura etiquetada como infantil o juvenil. Su acercamiento se produce sólo como transacción económica en una librería para pasar inmediatamente a manos de su destinatario final. Cuando surge la excepción, cuando la obra queda confiscada en manos del habitual intermediario, las convenciones se derrumban y las preguntas acechan a las mentes preclaras y maduras. Ocurrió con Michael Ende, el escritor alemán, fallecido el pasado verano, que derrumbó tópicos con los éxitos intergeneracionales de Momo y La historia interminable.

14.4.15

El espejo en el espejo, de Michael Ende: Un paseo por nosotros mismos

Texto: Alberto Muñoz en Fantasymundo
Imagen: Edgar Ende



Ende se centra en ese momento que se produce cuando dos planos de existencia, aunque pertenezcan a un mismo ser, confluyen en una prolongada y fantástica duermevela.

“Cuando dos lectores leen el mismo libro, no es el mismo libro el que leen. Cada uno de ellos sumerge sus pensamientos y relaciones en la lectura, sus experiencias, su imaginación, su capacidad. Se puede decir rotundamente que un libro es un espejo en el que se refleja el lector […] se puede decir igualmente que el lector es un espejo en el que se refleja cada libro”.

Con este párrafo del propio Michael Ende (1929-1995), incluido en la cuidada introducción de Ana Belén Ramospara Cátedra, se definen de manera sencilla, los preceptos que rigen no solo "El espejo en el espejo. Un laberinto" (disponible en FantasyTienda), sino probablemente la totalidad de la obra del autor bávaro; desde "Momo" (1973) o "La historia interminable" (1979) hasta otras menos conocidas como "Jojo, historia de un saltimbanqui" (1982). Con la publicación de "Carpeta de apuntes" (1994), Michael Ende nos dejó entrever, poco antes de su fallecimiento, lo que representaba la literatura para él, el propio hecho de escribir, y la importancia del lector en la recepción de lo escrito. De manera que la propia historia se conforma también mediante el acto de la lectura e, ineludiblemente a través de la propia cosmovisión del que la lee. 

Criado en sus primeros años dentro del ambiente bohemio frecuentado por su padre, el pintor Edgar Ende (1901-1965), el pequeño Michael sufrió también los horrores del alzamiento del partido Nazi, y los posteriores bombardeos aliados. Sin destacar demasiado en sus estudios terminó por estudiar teatro y, además de actuar, escribir varias obras siguiendo la escuela Brechtiana. Llegó a la literatura juvenil casi por casualidad cuando un amigo le propuso realizar un libro ilustrado; de ahí nació "Jim Botón y Lucas el maquinista" (1960). Pero Ende nos dejó también gran número de obras de teatro, ensayos, poemas, y por supuesto, cuentos dirigidos al lector adulto. 

8.4.15

Michael Ende, viajero en el mundo del sueño

Texto: vonhou
Imagen: vonhou



Hace tiempo tuve un sueño, en donde luego de abrir una puerta, encontré a un hombre cómodamente instalado en la sala de estar, quien me dirigió estas enigmáticas palabras: si puedes elegir entre seguir soñando y despertar, sueña. 

Dicha frase quedó fuertemente impresa en mi memoria ya que encierra dos temas recurrentes en la obra de Michael Ende: el libre albedrío y el mundo de las imágenes-sueños; adquiridos en su infancia mediante el trabajo de su padre Edgar Ende y nutridos a lo largo de una constante búsqueda del sentido de la vida, el escritor no en vano se llamó a sí mismo “un vagabundo, como todos los demás juglares y artistas que aspiran a ser todos y nadie”[1]. Estos aspectos, junto al humor, la norma de la belleza y lo maravilloso y misterioso, constituyeron los ejes de su quehacer artístico.

Su noción de arte consistía en extraer las ideas-forma de lo oculto y extrapolarlas al mundo visible con el único objetivo de presentar mundos diversos, mostrar una faceta de la realidad y enriquecer la vida cotidiana. Decir que Michael Ende fue un pintor de palabras no es un concepto muy alejado de la realidad, pues mediante un puñado de letras, como si de pinceladas sutiles se tratara, plasmaba en el papel increíbles paisajes oníricos surgidos de su infatigable mente creativa; de forma por demás curiosa con unas cuantas palabras lograba transmitir el total de la imagen a su lector. 

7.4.15

Crítica de Momo

Texto: Maria del Carmen Horcas López en La diseccionadora de libros



Sinopsis: Momo es una niña con un don muy especial: sólo con escuchar consigue que los que están tristes se sientan mejor, los que están enfadados solucionen sus problemas o que a los que están aburridos se les ocurran cosas divertidas. De repente, la llegada de los hombres grises va a cambiar su vida. Porque prometen que ahorrar tie mpo es lo mejor que se puede hacer, y pronto nadie va a tener tiempo para nada. Ni siquiera para jugar con los niños. Momo es la única que no cae en la trampa, y con la ayuda de la tortuga Casiopea y del maestro Hora, llevará al lector a una aventura fantástica llena de enseñanzas sobre la amistad, la bondad y el valor de las cosas sencillas. En definitiva, sobre lo que de verdad nos hace felices. 

Crítica: «Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa en ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar en ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo. Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora. Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón» 
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