20.4.23

La prisión de la libertad: un arquitecto de la imaginación llamado Michael Ende

Texto: Alfredo Asensi en El español
Imagen: Andrew Wyeth



Cátedra recupera, en su colección Letras Populares, el segundo libro de relatos para adultos del autor de La historia interminable, publicado en 1992

Arquitecturas fantásticas, personajes singulares y espacios insospechados pueblan las historias de La prisión de la libertad, el segundo libro de relatos para adultos de Michael Ende, recuperado ahora por la editorial Cátedra en su colección Letras Populares, con edición de Ana Belén Ramos y traducción de Fernando González Viñas. El misterio y la sorpresa, la capacidad fabuladora y la sugerencia simbólica son aspectos principales de una colección de cuentos en la que, como en el resto de la producción de Ende, la vibración imaginativa se revela, en la acústica indefinible de la intuición creadora, como un código para apresar la luz del mundo.

“Publicado en 1992”, señala Ramos, que firma la introducción de la obra, “podemos considerar La prisión de la libertad el último gran libro de ficción de Michael Ende. Debido a un cáncer, el autor falleció solo tres años después de su edición. En esos últimos tres años de su vida, tras La prisión de la libertad dio a imprenta un libro interesantísimo, Carpeta de apuntes (1994), que tiene un carácter misceláneo, compuesto por reflexiones sobre arte, política o religión y pequeñas obras literarias (cuentos, poemas, bocetos)”.

“Por otra parte”, añade, “las obras que le hicieron un escritor de éxito internacional (obras de literatura infantil y juvenil) se habían publicado en 1973, Momo, y en 1979, La historia interminable. En La prisión de la libertad podemos encontrar a un escritor maduro, que ya ha pasado el umbral de los sesenta, pero comprometido con la fantasía con la misma valentía y entusiasmo de la juventud”.

La fantasía es “el hilo que cose los ochos cuentos de La prisión de la libertad", que, “junto a la reflexión sobre la propia fantasía, la creación y el arte, elucubra principalmente sobre la sociedad, la guerra, las prisiones (imaginadas y reales) y la relación del hombre con la divinidad”.

Dos cuestiones fundamentales se imponen al hablar de este libro: la presencia de arquitecturas fantásticas/imposibles en las historias y las influencias artísticas y literarias que se reflejan en ellas. Mientras que El espejo en el espejo (1984), su primer libro de cuentos para adultos (publicado también en Letras Populares), “es una recopilación de treinta relatos fantásticos y oníricos que dialogan con la obra pictórica de su padre (el pintor visionario Edgar Ende)”, La prisión de la libertad “surgió con la intención de crear una obra de arquitecturas fantásticas que dialogara con los trabajos de Piranesi y Escher, y de Jorge Luis Borges en el campo literario. En esta colección de ocho cuentos hay innumerables homenajes al arte, no hay que olvidar que el autor creció en un extraordinario ambiente artístico y eso se muestra en toda su carrera”.

Además de la escritura, Ende “practicó varias artes, llegó a ser actor, por supuesto escribió obras de teatro (también el libreto de una ópera) y dibujaba, como podemos comprobar con las ilustraciones para su novela Momo. También coescribió el guión de la versión fílmica de Momo”.

Michael Ende (1929-1995) es reconocido como uno de los grandes escritores de fantasía del siglo XX. Un reivindicador de las facultades imaginativas del ser humano y de la potencia transformadora del arte. Ana Belén Ramos apunta que, “por propios testimonios del autor, sabemos que no fue fácil para él dedicarse a la literatura infantil y juvenil y a la literatura fantástica. Durante los treinta años que siguieron al final de la Segunda Guerra Mundial, en Alemania todas las manifestaciones artísticas debían verse bajo el aspecto crítico social. La fantasía era considerada literatura de evasión, y por tanto era rechazada”.

Ende, que emigró a Italia, donde vivió 15 años, hasta la muerte de su primera esposa, “encontró la valentía necesaria para escribir su propio camino en autores como Borges, uno de los referentes homenajeados en este libro”: de manera explícita, en el segundo relato, La galería de Borromeo Colmi, que arranca con una sorprendente alusión a Góngora.

La filosofía y la religión, la paradoja y el onirismo nutren las elaboraciones imaginativas de Ende, explorador de las gramáticas de la fantasía que le hace decir a uno de los personajes de La prisión de la libertad: "El mundo quiere ser engañado".

 

 

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