17.6.21

El enunciado como viaje del héroe en Bastián

Texto: Freddy Gonçalves Da Silva en Círculo Hexágono
Imagen: Beatriz Colom



Bastián no quería ser ya el más grande, el más fuerte o el más inteligente. Todo eso lo había superado. Deseaba ser querido como era, bueno o malo, hermoso o feo, listo o tonto, con todos sus defectos… o precisamente por ellos. (1992: 369)

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Bastián Baltasar Bux, personaje principal de la novela infantil La historia interminable de Michael Ende, se pasea alrededor de los difíciles doce años. Es obeso, víctima de bullying en el colegio, está deprimido ante la pérdida de la madre y busca reencontrarse con la difusa imagen paterna. Bastián siente que una palabra suya es sinónimo de problemas. Desde este “significar”, el joven protagonista se recoge, aisla y anula de forma egocéntrica. Se enfrenta al entorno desde el silencio, el espacio de prórroga en el que se acunan las dudas de la adolescencia. Bastián desearía ser otra persona.

La trama de la novela es compartida con Atreyu, un guerrero de la tierra “Fantasía” y la Emperatriz Infantil, personajes de un libro que Bastián roba para leer en un almacén del colegio, ocultándose de su dura realidad escolar. Estos tres personajes, sin entender aquello que los vincula al inicio del relato, tienen como misión enfrentar a la “Nada”, una especie de agujero negro que hace desaparecer las cosas a su paso. Es olvido, silencio y ausencia absoluta. La “Nada” parece dejar en evidencia el poder de la realidad, ¿pero cuál realidad?, ¿la del discurso del libro que se lee o la metaficcional del libro que lee Bastián?

Uno de los planteamientos más prácticos de Todorov, anunciaba que “lo fantástico es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente natural” (1999: 24). Aunque, en apariencia, para el lector este concepto puede resultar ser una afirmación evidente, para Bastián como personaje no lo es. La muerte de la madre, la violencia en el aula, la ausencia del consuelo paterno y la soledad, lo condicionan a una serie de leyes cotidianas relacionadas con la tristeza. Pero la lectura de una novela dentro del juego narrativo, otorga esta posibilidad de vacilación. Al desmontar la estructura del libro, la narración anima a juntar las piezas fundamentales para una organizar una fantasía como idea y nación. El libro, incluso, se inicia con el encuentro de cuatro emisarios de distintos pueblos que viajan con un mismo propósito: anunciar a la Emperatriz Infantil la desaparición de su territorio por el acelerado avance de la “Nada” a través del imperio. La Emperatriz es la única en darle vida a cada elemento de “Fantasía”. En ella se representa el orden natural de ese imaginario, su poder radica en nombrar las cosas y darle la existencia a partir de su propia vida. Todas estas condiciones permiten que Bastián, adelantada la lectura, sienta el exceso de sucesos fantásticos como un absurdo en su realidad. O como asevera Camus, quien profundizó en el "absurdo" no solo como una fórmula literaria, sino como parte sociológica del ser en su libro El mito de Sísifo:

Si yo fuese un árbol entre los árboles, un gato entre los animales, esta vida tendría sentido, pues yo no formaría parte de este mundo. Yo sería este mundo al que me opongo ahora con toda mi conciencia y con toda mi exigencia de familiaridad. Esa razón tan irrisoria es la que me opone a toda la creación. No puedo negarla de un plumazo. Por lo tanto, debo mantener lo que creo cierto. Debo sostener lo que me parece tan evidente, incluso contra mí. ¿Y qué es lo que constituye el fondo del conflicto, de la fractura entre el mundo y mi espíritu, sino la conciencia que tengo de ella? Así, pues, si quiero mantenerlo, es mediante una conciencia perpetua, siempre renovada, siempre tensa. Eso es lo que debo recordar de momento. En ese momento lo absurdo, a la vez tan evidente y tan difícil de conquistar, entra en la vida de un hombre y recobra su patria. También en ese momento el espíritu puede abandonar la senda árida y reseca del esfuerzo lúcido. Ésta desemboca ahora en la vida cotidiana. (1999: 70)


Bastián corresponde a este ser desencantado de su vida, sumirgiéndose en la realidad aparentemente natural que le ofrece el refugio literario. Su vida cotidiana durante un día será la lectura del libro robado, una vida que anula la propia. Mientras que, al contrario, Atreyu revela en su largo viaje la conciencia histórica del héroe ante una nación.

El eslabón que completa esta cadena de relaciones, es el Áuryn, un amuleto mágico casi indestructible como el anillo de Tolkien, capaz de crear y dar el libre albedrío a partir de su inscripción al reverso: “Haz lo que quieras”. Representadas como dos víboras, una de oro y otra de plata, que se enlazan mordiéndose la cola. Son el reflejo del eterno retorno sobre el que se fundamenta la obra, y el balance del ying y el yang, como equilibrio entre el deber y el poder. El Áuryn es el objeto que vincula la ficción con la acción, y refuerza la figura del héroe en ambos jóvenes, de forma horizontal, vinculándonos con los conceptos de libertad, responsabilidad y poder (o perversión). El Áuryn es el ente creador.


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A partir de la lectura de la primera parte del argumento, Bastián inicia el viaje del héroe con ayuda de Atreyu y los deseos del Áuryn. Como lector, el niño apático establece un vínculo con la aventura que le ofrece la literatura. Este pacto entre realidad y ficción, se revela de forma material, a partir del uso de la tipografía en colores rojo y verde para delimitar ambos mundos narrados. Sin embargo, el contenido argumental, es quien delimita a partir de una acuciosa lectura, los tres ejes que establecen el núcleo de la obra:

  • La atemporalidad “Fantasía”, que se enuncia a partir de una serie de relatos que se repiten constantemente, o de otros que se construyen a medida que la figura del Viejo Errante los escribe, sin establecer un futuro predecible.
  • Los relatos orales que enuncian una implícita historia de “Fantasía” como imperio. En la segunda mitad del libro, Graógraman, la muerte multicolor, le explica a Bastián este concepto de historia: “-Señor –respondió el león serenamente- ¿no sabes que Fantasía es el reino de las historias? Una puede ser nueva y, sin embargo, hablar de tiempos remotos. El pasado surge con ella.” (1992: 224-225)
  • La posibilidad de la libertad absoluta a partir de la palabra. Enunciar el mundo sin normas, es el acto de rebeldía que posibilita al adolescente a reconocer otras alternativas de apropiación del mundo. A Bastián su historia, la “realidad”, se le trastoca gracias a la ficción. “Fantasía” y su vida cotidiana en Berlín, son otras: “cada lectura es histórica y cada una niega la historia. Las lecturas pasan, son historia y, al mismo tiempo, la traspasan, van más allá de ella.” (1998: 225)
Con estos ejes, el viaje de Atreyu busca la recopilación genética de la identidad, no solo la de la nación, sino la del propio lector. Bastián acciona el recorrido de Atreyu a partir de la lectura, sus ojos son los del héroe. Pero al llegar a la ciudad de los espectros, y encontrarse con un pueblo desesperado capaz de lanzarse a la “Nada”, víctima de sus desolaciones, le da finitud al viaje. Por un lado, Atreyu se descubre personaje, ficción, se sabe “significado” de un lector. Por el otro, Bastián se enfrenta a la posibilidad del olvido.


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Un enunciado existe al margen de toda posibilidad de reaparecer; y la relación que mantiene con lo que enuncia no es idéntica a un conjunto de reglas de utilización. Se trata de una relación singular: y si en esas condiciones reaparece una formulación idéntica, son precisamente las mismas palabras las utilizadas, son sustancialmente los mismos nombres, es en total la misma frase; pero no es forzosamente el mismo enunciado.” (2001: 148)

Foucault profundiza en el enunciado, como un constructo capaz de redefinir los espacios de la cultura. A menor escala, el personaje infantil que cruza el umbral de la niñez, enuncia un universo propio, creyéndose siempre un ente creador. Bastián cierra la primera mitad del libro, sabiéndose el dador del nombre nuevo a la Emperatriz Infantil que no solo la salvará, sino que detendrá a la “Nada”. Bastián refundará la historia de un imperio a partir de un nombre. Él nombrará a la Emperatriz como “Hija de la luna”, dando fin a este pacto con la ficción. Su siguiente paso en el viaje, se verá representado en la segunda mitad del libro, donde seguirá enunciando pero desde el libro que lee, como parte de “Fantasía”, adueñándose de nuevos espacios, pero enfrentándose a los monstruos propios de sus inseguridades. Se verá flaco, se sentirá más poderoso que Atreyu, querrá el poder como arma para cambiar su mundo. Bastián busca palabras para organizar su mundo, construir una identidad, y la fantasía es una excusa simbólica para contar de su historia. Bastián, finalmente, supera la libertad plena del Áuryn, se reconcilia con su identidad, para poder dar el primer paso hacia la juventud, revelándose ante las normas de su vida cotidiana.

El adolescente, y muy especialmente el joven, tiene su mundo de referencias más amplio y complejo. Y, aunque la literatura, en este caso juvenil, asuma funciones vicarias en el campo de las experiencias, es lógico que se le amplíe cada día más el de referencias, como respuesta a la necesidad de abrirse cada vez más a un mundo, el real, en el que tiene que integrarse próximamente. (…) Evidentemente, todos los temas deben tener cabida en la literatura juvenil. Pero con la proyección al mundo, que aceptarán, detestarán y, ojalá, se comprometan a cambiar. Pero sin ombliguismos. Desde la imaginación y la lucidez. (Cervera 1995: 15)



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BIBLIOGRAFÍA
CAMPBELL, Joseph (1997). El héroe de las mil caras. México: Fondo de cultura económica.
CAMUS, Albert (1999). El mito de Sísifo. España: Alianza.
CERVERA, Juan. (1995) La literatura juvenil a debate. CLIJ, 75: 12-16.
ENDE, Michael (1992). La historia interminable. Colombia: Alfaguara.
FOUCAULT, Michael (2001). La arqueología del saber. México: Siglo veintiuno ediciones.
PAZ, Octavio (1998). Los hijos del limo. España: Seix Barral.
TODOROV, Tzvetan (1999). Introducción a la literatura fantástica. México: Ediciones Coyoacán. 


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