17.3.16

Osito Teddy conoce el existencialismo por Michael Ende

Texto: Luis Cermeño en Mil inviernos
Imagen: Aksam Gunesi



Desde la conmovedora historia de Brian Aldiss “Los superjuguetes duran todo el verano” no había leído un texto en donde un osito de peluche se interrogara tan arduamente por su propio ser y se cuestionara tanto sobre la artificialidad, como en el cuento infantil El osito de peluche y otros animales, de Michael Ende.

La pregunta no nace del oso por sí mismo, es un moscorrofio el que le pica la duda a Lavable (nombre de la etiqueta que lo bautizó), por supuesto, recriminándolo sobre su aparente inutilidad y su insignificante existencia. El osito Lavable está tirado, abandonado por su dueño, después de que éste creciera, se fuera, y el oso quedara como una parte del mobiliario, encima del mueble, perplejo, a veces inclinado, sobre el sofá. Al moscorrofio le irrita ver algo tan aparentemente inútil, y le hace preguntar al oso qué hace en este mundo, cuál es su sentido e importancia en este mundo.

Para encontrarlo, Lavable emprende un periplo alrededor del mundo, en que da con toda clase de animales, que lejos de darle una respuesta, lo alejan, y le hacen sentir diferente, poca cosa y residual. Por los valores que da cada especie de animal al valor de la existencia, se deduce son antropos, sino en forma sí en sustancia, y de allí que uno adivine en cada una de estas criaturas un oficio humano, o unas características propias de cada grupo humano que considera son mejores sobre otras. Allí tenemos al vanidoso artista, al obsesivo calculador positivista, a los odiosos filósofos y pensadores, a los hacendosos obreros. Y el osito Teddy sabe que no puede ser ninguno de ellos, además porque todos lo rechazan debido a que su ser peludo no se ajusta a los altos valores que estos consideran son los de la existencia.

Michael Ende, maestro de inocular filosofía a través de sencillos relatos, nos brinda una nueva versión del osito de peluche, con una aparente ingenuidad embarga el ánimo de la misma melancolía y confusión epistemológica que el cuento de Brian Aldiss, en fin, la pregunta es sobre la existencia de nosotros mismos y cómo un peluche artificial puede ser más auténtico que toda esa clase de animales que seguros de encontrar los valores en el mundo se pierden de encontrar algo más fundamental, y esto es el amor.

Porque el osito Lavable estaba hecho sencillamente para amar y ser amado. No les contaré más de la historia. Vayan a la sección infantil de la biblioteca pública, siéntense en el piso, y si encuentran un niño léanle el cuento, y verán que para eso este libro estaba hecho.


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