Texto: Samamultimidia
Imagen: Michael Ende
¿Un escritor? ¡Un inventor! Un inventor de realidades fantásticas y maravillosas, de mundos que coexisten y se entrelazan, de dimensiones mágicas que se ligan por corredores de tiempo y espacio, donde la lógica no teme a las leyes de la física y estas no valen mas que las de la imaginación. Un arquitecto, que organiza en una única construcción una serie de mundos paralelos, cada cual con sus propias leyes, sin olvidarse de pintar sus detalles con el primor cuidadoso de un miniaturista. Un simpático guía de viajes, que nos muestra un paisaje de sueño, demorándose generoso a comentar sus menores peculiaridades y que en cualquier momento puede hacernos saltar inesperadamente de un paisaje a otro. Un pensador que diagnostica los males de la sociedad, sus problemas y contradicciones al mismo tiempo que busca la esperanza y la redención. Un educador que aprende seriamente de los niños. Un abogado que alza la voz por los problemas de la infancia y el ser humano. Este escritor es Michael Ende.
Un escritor de cuentos y poemas, dramaturgo, ensayista, Ende (1929-1996) es el autor alemán de la posguerra de mayor renombre. Sus obras han sido traducidas a más de cuarenta idiomas alcanzando un tiraje de más de 20 millones de ejemplares. Algunos libros como La historia interminable y Momo fueron adaptados al cine, obteniendo un relativo éxito (especialmente La historia interminable dividida en tres películas). Aunque para desagrado del autor y sus más exigentes lectores, sin embargo dan una muestra clara de la inteligencia, creatividad y talento de Ende. A pesar de de que su obra es predominantemente dirigida a un publico infantil-juvenil, la suya es una obra que abraza a todas las edades. Aunque el mensaje toque sobretodo a los jóvenes que mochila en hombreo peregrinaban en caravanas hasta la Casa del Unicornio (como bautizo Ende a su casa en las inmediaciones de Roma) para ver de cerca de su escritor, cosa muy rara en la literatura.
Esto podrá desconcertar a muchos latinoamericanos, algunos ni siquiera conocerán a Ende, otros no estarán acostumbrados a pensar en el como un autor relevante. Trece de sus obras están traducidas al portugués, mas no se acostumbra visitar las librerías en su búsqueda. Michael Ende debería ser leído en las escuelas primarias y discutido en las universidades. Debería estar presente en los palcos, el cine y la televisión. Debería suscitar debates y reflexiones en los campos de pedagogía, ecología, derechos humanos y cultura en general, mas nada de eso sucede, ¿Por que?
Esto ocurre por varias razones, en lo que respecta a las academias, Ende esta estigmatizado con literatura infantil-juvenil, lo que para las narices levantadas de la intelectualidad inmadura significa lo mismo que “literatura menor”, material indigno de penetrar en los santuarios sagrados de la critica literaria.
Uno de los temas centrales de la obra de Ende, es las características que definen a los primeros años de la vida, los niños viven cada día más apresurados y presionados al ritmo de los adultos; los adolescentes no saben emplear la capacidad de fantasear o la creatividad. Viviendo en una sociedad donde todo debe estar milimétricamente organizado en donde no existe espacio alguno para crear, prematura y violentamente sometidos a una rutina masificadora y neurotizante en la que no se consigue hacer nada que requiera paciencia. Cualquier cosa que no tenga que hacerse a la velocidad de los videojuegos resulta irritante. Tornándose incapaces de disfrutar de actividades de la infancia como la lectura de historias. ¿Como queremos entonces que esos pequeños sin tiempo logren terminar de leer las paginas de Jim Botón, La historia Interminable o Momo?.
Es cierto también que en las campañas pro literatura Ende ha estado ausente, debido al hecho de que critica a la sociedad contemporánea, y a la cultura occidental también. Sus ideas están en completo desacuerdo con los pseudo valores que sostienen el mundo actual. Defiende los verdaderos valores que a pesar de ser verdaderamente humanos están en desacuerdo con las esferas de poder, académicas, científicas y menos de la comunicación y divulgación de la cultura, aunque cabe resaltar que dicha critica la hace mediante talento, creatividad, humor y alegría
“Ese señor es una piedra en nuestro camino, en nuestros zapatos” así dirán los hombres grises que persiguen a la pequeña Momo, ella gracias a su percepción creativa es capaz de darse cuenta de quien esta detrás de la catástrofe que se cierne sobre ellos. Ciertamente es lo que esta ocurriendo con los libros de Ende. ¿Y quien nos garantiza que estos ladrones existen de verdad? A esto podemos responder: si eso no es así, ¿en donde están las personas creativas y donde están los libros de Ende?
En 1971, Michael Ende se muda a una pequeña ciudad en el sur de Roma, alejándose de los círculos literarios alemanes y el clima imperante ideológico político, contrastante con sus ideas. La critica literaria media la relevancia de un autor respecto a los siguientes criterios: si retrataba una sociedad realista, una critica social y política correcta, movimientos de problemas populares, cosas de genero. Un escritor inclinado por lo fantástico o místico no tenía lugar, sus escritos eran clasificados como literatura escapista y como fuga de la realidad.
Y esas obras mostraban claramente la injusticia de las acusaciones de los colegas alemanes. Ende realiza una crítica absolutamente consistente de las sociedades. No encajaba entonces en la critica política, social o económica sino en la espiritual y existencial Para Ende, las grandes amenaza de la civilización eran las guerras, la miseria, los conflictos de las clases sociales y los problemas ecológicos. Todos esos males eran producto de una patología mayor y más peligrosa que combatió toda su vida: la pérdida de sentido de la vida humana. Como pensador que era, supo expresar ese sentimiento en La historia interminable con el dominio de la Nada. Su obra puede verse como la denuncia de los males de los factores históricos sobre la vida humana
La ciencia materialista había creado el efecto que Max Weber llamo de “desencantamiento del mundo”, un proceso en el cual el mundo perdía poco a poco todo lo humano, todo su misterio y encanto. Un mundo en el cual todos los mitos o las concepciones mágico religiosas de la naturaleza eran sustituidas por una visión científica del mundo, basados en la suposición arrogante de que todo lo que existe debe ser perfectamente comprendido por el intelecto humano. Bajo esta óptica, toda poesía debe ser eliminada de la faz de la tierra, así como todo sentimiento sublime y la esperanza de una relación humana con algo mayor; los sentimientos que le habían dado sentido a la vida humana se constituían en un fardo y la vida se tornaba insípida
Este desencanto, es un tema constante en la obra de Ende y estas ideas deberían situarlo en un contexto de literatura para adultos, sobretodo sus libros El espejo en el espejo y La prisión de la libertad, este ultimo una sátira de humor levemente sarcástico utilizado para desenmascarar el embuste científico e intelectual. Esta crítica se centra en la mecanización del humano y el ritmo frenético de la sociedad productiva, cronometrados como maquinas de la era industrial, cualquier cosa que escape a esta rutina es tomado como un absurdo. Y si alguno se atreve a parar será arrastrado y pisoteado por la masa, como resultado tenemos un hombre que no puede disponer de su tiempo y así es como pierde el sentido de su vida, alienándose.
Otra de sus criticas se enfoca al consumismo, el culto al dinero y la especulación financiera como forma de esclavización abordada en varias obras como Momo, El espejo en el espejo y La prisión de la libertad
A pesar de su posición respecto al capitalismo, Michael Ende se distancia diametralmente del discurso izquierdista. En primer lugar, porque no es exactamente el capitalismo – y tampoco la ciencia – lo que él combate, sino la perdida de sentido de la vida humana; cientificismo y capitalismo son apenas factores históricos que aceleraron o agravaron el problema existencial humano. En segundo lugar, porque considera que la transformación de la sociedad debe ser precedida por una regeneración interior del individuo, equivalente a redescubrir el sentido de la existencia.
En su obra, Ende demuestra poseer una convicción de que este sentido debe ser buscado en el interior del espíritu humano, en donde deben existir riquezas inestimablemente valiosas que a pesar de ser sofocadas fuertemente por el desencantamiento y la mecanización, no pueden ser corrompidas y son conservadas casi intactas, en espera de que algún intrépido cazador de tesoros las quiera rescatar. Desde el inicio de su producción Ende percibe instintivamente que el camino artístico es capaz de realizar ese rescate a fin de sacar de lo íntimo del ser humano los elementos que pueden restituir el sentido de la vida
Ese camino es necesario encontrarlo en el interior, mas es necesario encontrar los medios expresivos que posibiliten la simbolización de la riqueza interior de modo que puedan servir de pistas para seguir un itinerario que el elector tendrá que hacer a su vez, dentro de si mismo. Esa necesidad lo acerco al surrealismo que conociera a través de su padre el pintor Edgar Ende y que mas tarde lo llevaría a la literatura fantástica (Jorge Luís Borges y Kafka son claras influencias en su estilo de literatura “adulta”, así como Tolkien en su literatura infantil-juvenil). Frecuentemente se comenta la conexión de Ende con esas escuelas, tomaba esos medios para expresar ideas meramente propias
El tema de la fantasía no es otra cosa que una manera de expresar y comprender los contenidos profundos del alma humana a través de símbolos. Aunque sabía muy bien que no eran invención suya sino una facultad tan antigua como el hombre. Los pueblos primitivos creaban mitos, utilizaban la fantasía (Ende estudio con Jakob Böhme la cabala, el budismo y el zen), creada por los poetas y artistas en general (“Fantasia fue creada por todos los artistas”, dice Ende, refiriéndose al mundo encantado de La historia interminable) y también los niños con sus juegos e invenciones espontáneas.
La fantasía de Ende no es una fuga de la realidad sino un redescubrimiento y revelación de una realidad mas esencial que permanecía oculta. Una realidad que no esta en detrimento de la realidad cotidiana, pero si en su beneficio. Al recurrir a la fantasía, Ende no quiere fugarse de su mundo, sino mejorarlo. Él mismo lo explica: “Un reino mágico de imaginación, Fantasia a la cual es preciso viajar para tornarse vidente. Entonces se puede volver a la realidad exterior con una nueva conciencia transformada, y transformar esa realidad o por lo menos, vivirla de manera diferente”
Una buena poesía, dice Ende, transforma al mundo. En un momento en que la literatura elige el nihilismo o el sarcasmo como la ultima salida, en que el arte parece resignarse al mero esteticismo, vale la pena prestar atención a esta afirmación; perteneciente a la conciencia de aquellos que realmente comprenden el quehacer artístico
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