Le agradezco mucho que me haya enviado su trabajo acerca de mi Historia interminable. Desgraciadamente no hablo ni leo el español, y por lo tanto no puedo formarme un juicio debidamente fundamentado; sin embargo, hablo y leo bastante bien el italiano como para captar el sentido de lo que ha escrito usted. Permítame confesarle de una vez: ¡la lectura de su extenso ensayo fue para mí un verdadero gozo! De todos los trabajos que hasta el momento se han escrito acerca de este libro, el suyo es sin duda el mejor. Usted es quien más se aproxima al núcleo de las ideas. ¡Usted comprendió! Y como sin duda entenderá, esto me sucede muy pocas veces,
Me daría muchísimo gusto que su trabajo pudiera traducirse al alemán y que fuera publicado. Pero, francamente, tengo poca esperanza de que se haga, y no puedo prometerle nada. La causa de esto reside en el ambiente literario y cultural alemán. A pesar de que La historia interminable ha sido editada en Alemania en aproximadamente un millón de ejemplares y que ha sido traducida hasta el momento a más de treinta idiomas (o sea, que es un representante de la literatura alemana en el extranjero), a pesar de que el título se ha transformado en una frase común y que se le cita en cada tercer discurso político, en la crítica literaria alemana "seria" y en la germanística académica se considera indigno tomar siquiera nota de ella. Esto, por cierto, es válido para todos mis libros. Alguna vez se pidió públicamente su opinión acerca de mis libros al señor Reich-Ranitzki, nuestro Papa de la crítica, y contestó: "No me expreso acerca del fenómeno Ende". Por ello casi nadie se atreve a decir algo, porque podría incurrir en una proscripción por sus pares. Es difícil comprender esto, y más difícil aún explicarlo. No sólo se relaciona con que se trata de un "libro para niños" y que por ello amerita el desprecio en que incurre todo lo que tiene que ver con niños en nuestro país – a contrapelo de las múltiples afirmaciones oratorias– sino que toda la metafísica del libro no encaja en nuestra "ilustrada" vida literaria. Más bien causa enojo.
Bueno, esto no me importa mucho, aunque no quiero negar que me disgusta. Pero me encuentro bien acompañado en esto: por ejemplo, en ningún país de Europa el gran Jorge Luis Borges ha sido tan poco comprendido y aceptado en su verdadero significado como en Alemania. Le cuento esto solamente para explicarle por qué será difícil encontrar una editorial aquí para su excelente trabajo. Sin embargo, haré el intento. Pero le puedo prometer por lo menos una cosa: depositaré su manuscrito en el "Archivo Literario Alemán", en el Museo Schiller, en Marbach. Ahí siquiera estará a disposición de futuros estudiantes alemanes de literatura. O también lo envío al Museo de Cuentos (de Hadas) en Shinanomatchi, Japón, en que hay una sala especial para todo lo relacionado con mis libros, y donde lo podrán ver germanistas japoneses. Le expreso nuevamente mi más cordial agradecimiento.
Michael Ende
Me daría muchísimo gusto que su trabajo pudiera traducirse al alemán y que fuera publicado. Pero, francamente, tengo poca esperanza de que se haga, y no puedo prometerle nada. La causa de esto reside en el ambiente literario y cultural alemán. A pesar de que La historia interminable ha sido editada en Alemania en aproximadamente un millón de ejemplares y que ha sido traducida hasta el momento a más de treinta idiomas (o sea, que es un representante de la literatura alemana en el extranjero), a pesar de que el título se ha transformado en una frase común y que se le cita en cada tercer discurso político, en la crítica literaria alemana "seria" y en la germanística académica se considera indigno tomar siquiera nota de ella. Esto, por cierto, es válido para todos mis libros. Alguna vez se pidió públicamente su opinión acerca de mis libros al señor Reich-Ranitzki, nuestro Papa de la crítica, y contestó: "No me expreso acerca del fenómeno Ende". Por ello casi nadie se atreve a decir algo, porque podría incurrir en una proscripción por sus pares. Es difícil comprender esto, y más difícil aún explicarlo. No sólo se relaciona con que se trata de un "libro para niños" y que por ello amerita el desprecio en que incurre todo lo que tiene que ver con niños en nuestro país – a contrapelo de las múltiples afirmaciones oratorias– sino que toda la metafísica del libro no encaja en nuestra "ilustrada" vida literaria. Más bien causa enojo.
Bueno, esto no me importa mucho, aunque no quiero negar que me disgusta. Pero me encuentro bien acompañado en esto: por ejemplo, en ningún país de Europa el gran Jorge Luis Borges ha sido tan poco comprendido y aceptado en su verdadero significado como en Alemania. Le cuento esto solamente para explicarle por qué será difícil encontrar una editorial aquí para su excelente trabajo. Sin embargo, haré el intento. Pero le puedo prometer por lo menos una cosa: depositaré su manuscrito en el "Archivo Literario Alemán", en el Museo Schiller, en Marbach. Ahí siquiera estará a disposición de futuros estudiantes alemanes de literatura. O también lo envío al Museo de Cuentos (de Hadas) en Shinanomatchi, Japón, en que hay una sala especial para todo lo relacionado con mis libros, y donde lo podrán ver germanistas japoneses. Le expreso nuevamente mi más cordial agradecimiento.
Michael Ende
Munich, a 20 de octubre de 1992
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