28.8.20

Graógraman (Personajes a los que he tardado décadas en comprender)

Texto: José Andrés Muñoz en Granbosque
Imagen: Moe Balinger

Graógraman es un personaje que aparece en el libro La Historia Interminable de Ende. Si no has leído el libro, lo recomiendo.

Antes de empezar a hablar sobre un personaje de un libro infantil, me temo que tengo que justificarme. En primer lugar: ¿por qué hablar sobre un personaje de un libro infantil? Michael Ende no era un escritor cualquiera ni La Historia Interminable es un libro infantil cualquiera. Ende trata a los niños como adultos y cuenta historias que, si bien son accesibles para todos los públicos, dejan que sea el lector el que marque el ritmo de cuánto profundizar.

Ese equilibrio me parece muy difícil de conseguir, y por eso es uno de mis escritores más admirados.

Con esto quiero decir que la historia tiene muchas capas, para que puedas disfrutarla tanto si la lees con los ojos de un niño que se queda en las aventuras y excentricidades, o comprender las metáforas y dilemas si lo lees con cierta madurez.

Ende creció en la alemania nazi y se crió en una familia que no comulgaba con el régimen. Siempre estuvo rodeado por un ambiente muy estimulante, de artistas e intelectuales. Y dicho por él mismo, su intención era usar la fantasía como medio de educación y de reflexión. Era su forma de luchar contra el adoctrinamiento.

Por eso creo que se puede analizar con la misma seriedad que se analizaría un texto para adultos.

Voy a intentar resumir brevemente el capítulo, que es corto y básicamente consiste en una descripción del personaje, con poca acción. Graógraman es un león que vive en una selva. Su particularidad es que su presencia hace desintegrarse a todo lo que hay a su alrededor. La selva se desvanece y se convierte en un desierto, con dunas de arena que son los restos de las plantas, pájaros y demás seres de la selva, pulverizados. Por eso lo llaman La Muerte Multicolor.

Cada noche, Graógraman muere. Cuando muere, deja de ser aniquilador, tóxico o como queramos definirlo. Cuando él muere, cada noche, la selva vuelve a nacer.

Lo que más me llamó la atención sobre el capítulo dedicado a Graógraman, cuando lo leí de niño, creo que fue la fuerza visual. La selva que crece cada noche, en movimiento; el desierto de colores y el león solitario. Me fascinan los escritores de situaciones, como Philip K Dick, y este fragmento es un buen ejemplo.

El protagonista del libro, Bastian, que tiene en su poder un amuleto que le garantiza la inmunidad, conoce a Graógraman y éste le cuenta su historia. Para prepararlo para cuando lo vea convertirse en piedra y que Bastian no se asuste ni se preocupe.

¿Qué es lo que no comprendía entonces? Sinceramente, aún con mi mente de niño me parecía una historia muy bonita, en el sentido artístico, pero como siempre he tirado hacia el pensamiento científico, encontraba un montón de incoherencias.

La primera: ¿¿¿por dice Graógraman que muere cada noche si no muere??? Vamos por partes. Bastian va a pasar la noche en el palacio donde vive Graógraman. Éste le advierte que si lo oye gritar o ve cualquier cosa rara, que no se asuste, que es normal y que por la mañana vuelve a despertar. El león se queda petrificado, inmóvil, convertido en piedra oscura, muerto, y la selva comienza a crecer de nuevo. Esto ocurre todas las noches. Después, cuando Graógraman despierta, todo se pulveriza, de nuevo. Pero, y aquí está la cuestión, Al pasar la noche, Graógraman sigue con su vida. ¿Es que resucita? Además, parece que recuerda lo que ha acontecido antes, desde luego recuerda a Bastian. No es que haya nacido de nuevo, como otro ser diferente, como un bebé. Más bien es como si hubiera estado en coma.

—¡Ay! —balbuceó Bastián—, pensé… pensé que estabas petrificado.
—Lo estaba —respondió el león—. Muero cada día cuando cae la noche, y cada mañana despierto de nuevo.
—Yo creí que era para siempre —explicó Bastián.
—Cada vez es para siempre —repuso Graógraman enigmáticamente.

Y tan enigmático.

¿Qué necesidad hay de asustar a Bastian y a los niños lectores hablando de vida y muerte?* Puede que para Ende lo verdaderamente terrible no sea la irreversibilidad ni el olvido, sino que para él el fin de la vida consista en la impotencia, inmovilidad, o en el dolor.

En toda esta historia, creo que hay una tragedia aún mayor, que es la soledad cósmica de Graógraman. De hecho, le pide ayuda a Bastian para comprender su propia existencia. Nunca ha podido salir del desierto porque lleva el desierto con él, ni ha podido nunca hablar con nadie. Ni siquiera sabe que cuando duerme (ejem) el paisaje cambia.

Volviendo al punto de partida de este artículo, hay una metáfora clara y evidente en este personaje. Todo tiene dos caras. Nada es completamente bueno ni completamente malo. Graógraman vive, la selva muere. La selva muere, Graógraman vive. El ciclo de la vida puede parecer cruel pero es inevitable, incluso necesario. No hay mal que por bien no venga.

Esta idea es fácil de comprender hasta para un niño de ocho años.

Es fácil de comprender intelectualmente hablando. Es fácil entender las palabras, saber qué significan, asimilar que es una metáfora. Pero no es fácil de entender de verdad.

Para este concepto, entender de verdad, me falta una palabra más adecuada, que no sé si en castellano (o en otro idioma) existe. No es lo mismo saber algo, que haberlo experimentado, aplicado, vivido, saber que es cierto, estar de acuerdo con el símil, interiorizarlo.

En mi vida de adulto, como todo el mundo, me he encontrado situaciones así.

Destrucciones que acaban siendo regeneraciones, finales que son principios, alegrías para unos que son tristezas para otros, extremos que se complementan. Y en esas situaciones, a toro pasado, es cuando uno entiende de verdad las cosas que antes sólo sabía.

¿Qué pienso ahora sobre Graógraman? Que es una semilla, plantada por el autor, que su solemnidad y vistosidad están pensadas para que quede en la memoria del lector, aunque no lo entienda de verdad, para que lo recuerde años después, para que cuando se enfrente a una pérdida, a un cambio drástico o un dilema, tenga un recuerdo remoto y agradable.

Que la extravagancia no es gratuita. Que el señor Ende sabía muy bien lo que hacía, y aquí estoy yo en pleno 2019 hablando sobre la vida y la muerte.

¿Hay mejor forma de dejar huella en el mundo? 

Momo y la filosofía del tiempo de Heidegger

Texto: Sabine Schmidt en Morgenröthe Freigeist-Magzine

 
 
Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar el ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo.24.

Con sus obras, el autor Michael Ende realizó una importante contribución a la literatura infantil y juvenil. Además de sus jóvenes lectores, los estudiosos de la literatura de orientación filosófica se interesan ahora también por las novelas de Ende. En su ensayo Zeitphilosophie in Endes Momo, el filósofo alemán Gernot Böhme es uno de los primeros en tratar el trasfondo filosófico de las novelas infantiles de Ende. Trabaja específicamente la filosofía del tiempo en Momo oder Die seltsame Geschichte von den Zeit-Dieben und von dem Kinddas den Menschen die gestohlene Zeit zurückbrachte [en adelante Momo] de Ende. Cita a filósofos como Platón, Marx o Heidegger. El hecho de que se diga que Karl Marx ejerció una fuerte influencia es muy discutido en los estudios literarios porque resulta muy obvio: «[...] el extremadamente cruel tirano Marxentius Communus, llamado el Rojo [...]»25. Sin embargo, hasta ahora no ha habido intentos de interpretar las obras de Ende con un enfoque en la filosofía del tiempo de Heidegger. Incluso Gernot Böhme, que se ocupa de la filosofía del tiempo en Momo, se aferra a los planos y solo se ocupa rudimentariamente del fenómeno del aburrimiento en Heidegger. Por supuesto, la obra de Heidegger es de difícil acceso debido a la naturaleza fragmentaria de su obra principal Sein und Zeit [en adelante SuZ]. Pero si uno entra en el lenguaje de Heidegger, que está impregnado de neologismos, sus pensamientos centrales se revelan al receptor por sí mismos. Sería fatal dejar fuera una opción de interpretación de Momo sobre la filosofía del tiempo de Heidegger, especialmente porque en Momo se pueden encontrar referencias explícitas a la filosofía de Heidegger. 
 
En consecuencia, estas referencias deben ser elaboradas para que exista una opción de interpretación de la Filosofía del tiempo de Momo y Heidegger en la investigación literaria filosófica. El siguiente aspecto fue tomado de la filosofía de Heidegger y examinado en relación con el Momo de Ende: «Dasein als Sein zum Todde» [Ser como Ser para la muerte] y «La cuenta está equivocada, pero cuadra» [Segunda parte, cap. I]. 
 
Por el momento debe mencionarse que los términos de Heidegger y sus neologismos solo se explican parcialmente, es decir, se asume un conocimiento básico de la terminología de Heidegger para una comprensión despreocupada. Además, los términos de Heidegger se declaran en cursiva para que la peculiaridad de su terminología se haga más evidente. En el análisis interpretativo de Momo, basado en la filosofía del tiempo de Heidegger, no solo se hace referencia al libro infantil, sino que el análisis realizado es intermedio, es decir, los conocimientos adquiridos están relacionados con la adaptación cinematográfica Momo (1986) de Johannes Schaaf. No se intenta aquí adherirse meticulosamente a los enfoques clásicos del análisis cinematográfico, porque en parte no es posible o no tendría sentido. Las teorías filosóficas son difíciles de aplicar visualmente, por lo que a continuación se examina en qué medida la película logra hacerlo.

Ahora una breve explicación introductoria del aspecto a tratar analíticamente: La existencia como ser hasta la muerte, es decir, la tesis fuertemente existencialista de Heidegger en la que se describe la actualidad de la existencia y la inautenticidad enfrentada se revela. La evitación de la descomposición del hombre está elaborada y suficientemente explicada. Además, hay un detallado análisis interpretativo del Hombre Gris, que se descubre en la influencia de Heidegger sobre el Momo en relación con la existencia como ser para la muerte.

El Ser como Ser para la muerte y «La cuenta está equivocada, pero cuadra»

Una gran ciudad pacífica, donde la gente entiende que vive tomando «tiempo para sí misma» y siguiendo su corazón, es de repente acosada por Hombres Grises. Estos señores deben su existencia al tiempo: «Porque el tiempo es vida. Y la vida habita en el corazón. Y nadie sabía exactamente eso mejor que los Hombres Grises. Nadie conocía el valor de una hora, un minuto, incluso un solo segundo de vida como ellos»26. Si uno mira a los antagonistas de la novela, a los Hombres Grises con ojos de Heidegger, entonces se convierten en «el significado del ser».Heidegger llega a la conclusión de que el tiempo es el significado del ser. Desgraciadamente, solo lleva a cabo parcialmente estas conclusiones en su obra SuZ al preguntar por el significado del ser. 
 
Para responder a esta pregunta, se concentra en el ser humano, de modo que se pueda mostrar el significado del ser27, es decir, realiza un análisis de la existencia: «El tiempo como sentido del ser no significa tiempo objetivo, sino el tiempo subjetivo de la existencia humana, es decir, la temporalidad del ser humano»28. Heidegger describe la existencia humana como Dasein y la delimita así de lo existente, porque con ello atribuye una peculiaridad a la existencia. Esta peculiaridad es la conciencia de la existencia de los seres humanos, es decir, el ser humano tiene conciencia y puede, con la ayuda de esta conciencia, tomar nota de su ser en el mundo. El ser tiene confianza en sí mismo. Según Heidegger, el Dasein sabe de su existencia en el mundo: «La existencia es un ser que no solo existe entre otras cosas. Se distingue más bien por el hecho de que este ser en su ser se ocupa de este ser en sí mismo»29. [...] «En el Yo-Digo, el dasein se expresa como estar en el mundo»30. 
 
En consecuencia, los Hombres Grises entienden muy bien a cada ser humano individual, porque su dasein surge de la temporalidad de la existencia. El dasein se origina en lo existente, es decir, en la figuración, y la figuración se origina en el modo temporal de ser del hombre. La intención de los Hombres Grises es su autoconservación. Para asegurar esto, le roban tiempo al hombre. Los Hombres Grises deben su existencia al tiempo o temporalidad del dasein y a la temporalidad del dasein que consumen a través de los cigarros. Los cigarros están formados por hojas de flor de hora. Al final, la flor de la hora es una metáfora de la temporalidad del dasein. También debe mencionarse que los Hombres Grises solo consumen tiempo muerto para existir. Los Hombres Grises representan la temporalidad del dasein como un ser para la muerte, o en pocas palabras: encarnan la existencia como un ser para la muerte. «¿Has visto alguna vez a uno de ellos sin su pequeño cigarro? Desde luego que no, porque sin ellos ya no podrían existir. ¿Qué son los puros? Momo quería saber. Recuerdan las flores de la hora [...] Arrancan los pétalos de las flores de la hora, los dejan marchitarse hasta que se vuelven grises y duros, y de ellos giran sus pequeños cigarros. El tiempo de vida, sin embargo, es indigesto para los caballeros grises. Por eso encienden los cigarros y los fuman. Solo en este humo el tiempo está realmente muerto»31. 
 
Para que los Hombres Grises puedan robar tiempo a los hombres, deben recordar a los hombres que su existencia es para la muerte, es decir, deben esperar hasta que el hombre esté desesperado, sienta su vida como una carga y desee morir. El hombre tiende a vivir en referencia a los otros, es decir, a vivir en la inautenticidad. En esta inautenticidad el hombre no puede comprender su dasein y ni reprimir el miedo al ser como ser para la muerte. No puede desarrollar su propio ser, porque debe comportarse de una manera autodeterminada (existencia) para el desarrollo de su vida. Debe definirse a sí mismo en su vida, es decir, vivir en unidad. Con la existencia y la unidad puede experimentar su dasein: «La esencia del dasein yace en su existencia»32. 

Con el conocimiento de su dasein, abre su ser y puede vivir en la actualidad: «Aquellos que viven sus vidas desde los auténticos enfoques en los que el mundo y ellos mismos les son dados, es decir, en clara conciencia de lo arrojado de su existencia y la consiguiente necesidad de diseñar sus propias vidas, viven realmente»33. El hombre trata de eludir esto. Significaría asumir la responsabilidad de la propia vida y estar seguro de que el ser es para la muerte. «Heidegger enfatiza que esta tarea de tener que vivir la propia vida es percibida fundamentalmente como una carga, como una carga de responsabilidad para dar forma a la propia vida. Según Heidegger, la lucha por un modo de ser en el que precisamente esta carga nos es arrebatada, la lucha por el modo de ser del hombre34 [...] Nos divertimos y nos divertimos como nos divertimos; leemos, vemos y juzgamos sobre la literatura y el arte, como vemos y juzgamos [...] El hombre que no es un parte y que es todo, aunque no en suma, es el modo de ser que prescribe lo cotidiano»35. Es decir, el hombre percibe la comprensión del ser como una carga. Le asusta, por lo que la existencia tiende a decaer en el hombre: «Uno sabe de una muerte segura, pero no está seguro de ella»36. 
 
El Ser de Heidegger como ser para la muerte es el problema centralmente tratado en el sexto capítulo de Momo: «La cuenta es errónea y, sin embargo, cuadra». El título del capítulo hace referencia a la filosofía del tiempo de Heidegger. «[...] ¿Pero de dónde saca uno el tiempo? ¡Solo tienes que ahorrarlo! Usted, señor Fusi, está perdiendo el tiempo de forma irresponsable. Quiero demostrárselo con un pequeño cálculo. ¿Cuánto tiempo calcula la duración de su vida? El Sr. Fusi tragó y se puso la mano sobre la frente. La suma le mareó. Nunca pensó que era tan rico. Sí, dijo el agente asintiendo con la cabeza y tirando de su pequeño cigarro gris otra vez [....] Pero ahora veamos qué es lo que realmente le queda de sus cuarenta y dos años. Se conectó a su pluma y se tomó un descanso más largo para dejar que la visión de los muchos ceros afectara al Sr. Fusi. El Sr. Fusi pensó destrozado, ‘es por lo tanto el equilibrio de mi vida’»37. […] «La preocupación que forma la totalidad del conjunto estructural de la existencia contradice obviamente, en su sentido ontológico, la posible totalidad de este ser. El momento primario de la atención, la anticipación a sí, dice sin embargo: el dasein existe siempre por sí mismo. Mientras sea, hasta su final se comporta como puede. Incluso entonces, cuando, aun existiendo, no tiene nada más ante sí mismo y ha terminado su cuenta, su ser sigue estando determinado por la anticipación»38. Es la existencia como la preocupación, la cual es la tensión entre la facticidad (ser arrojado, es decir, estar de repente en el mundo[presente]), la existencialidad (ser capaz de enfocarse y diseñar el futuro), y la decadencia en el hombre; la existencia del Sr. Fusi también está en esta tensión de estar ya en el mundo, estar delante y decadente del hombre. «El Dasein existe de hecho. Se nos pregunta sobre la unidad ontológica de la existencialidad y la facticidad, o sobre la pertenencia esencial de estas a nosotros. Debido a su estado intrínseco, el Dasein tiene un modo de ser en el que se presenta ante sí mismo y se abre a sí en su arrojo. Pero el arrojamiento es el modo de ser de un ser que es siempre sus propias posibilidades, de modo que se entiende a sí mismo dentro y fuera de ellas. Estar en el mundo, al que el estar en presencia de otros pertenece tan originalmente como el estar con otros, es siempre por el bien de sí mismo. Pero el Ser es primero y en su mayor parte inauténtico, el Hombre mismo. Estar en el mundo siempre ha sido una decadencia. La cotidianidad media de la existencia puede definirse, por tanto, como el ser en decadencia, el ser que proyecta en el mundo, que en su ser con el mundo y en su ser con los demás se preocupa por su propia capacidad de ser él mismo»39. La existencia del Sr. Fusi como preocupación puede ser reconocida desde su monólogo. «Un día, el Sr. Fusi se paró en la puerta de su tienda y esperó a sus clientes. [...] era un día gris y también en el alma del Sr. Fusi había un clima sombrío. Mi vida va así, pensó, con tijeras, charla y chismes y espuma de jabón. ¿Qué obtengo de mi existencia? Y una vez muerto, será como si nunca hubiera existido. Toda mi vida es un fracaso. ¿Quién soy? Un pequeño peluquero, eso es en lo que me he convertido ahora. Si pudiera llevar la vida correcta, ¡entonces sería una persona completamente diferente! Cómo debería ser esta vida real, el Sr. Fusi no lo tenía claro. Mi trabajo no me deja tiempo para algo así. Porque uno debe tener tiempo para la vida correcta. Uno debe ser libre. Pero yo sigo prisionero de las tijeras, chismes y espuma de jabón toda mi vida»40. En este momento siente su vida como una carga, se siente prisionero de la vida. Este encarcelamiento surge de la falta de autenticidad, es decir, de la decadencia en el hombre en el que vive el Sr. Fusi. «Para Heidegger esto explica la tendencia a existir en decadencia, es decir, a ser absorbidos en la provisión de las cosas cotidianas de tal manera que el vacío real de nuestra vida y la conciencia de nuestro (en sí mismo) insensato arrojamiento sea encubierto. Existir en decadencia es, por lo tanto, sinónimo de lo que Heidegger llama inautenticidad»41. 
 
Después del monólogo del Sr. Fusi, un Hombre Gris fumador entra en la peluquería y se sienta en la silla de afeitar. Recita el monólogo del Sr. Fusi. El Hombre Gris parece conocerlo: «Una vez que estés muerto, será como si nunca hubieras existido. Si tuvieras tiempo para vivir la vida correcta, serías una persona completamente diferente. Así que todo lo que necesitas es tiempo»42. En presencia del Hombre Gris, el Sr. Fusi supera un miedo latente, que solo se nota físicamente, en forma de sensación de frío sudor y temblor adicional. El fenómeno del frío cuando aparecen los Hombres Grises es un aspecto que recorre toda la novela. Es una indicación del miedo del Dasein como ser para la muerte. «Se sentó en una silla en un rincón y se limpió la frente con un pañuelo, porque a pesar del frío helado, le caía el sudor»43. Cuando el Hombre Gris salió de la peluquería, el señor Fusi ya no recordaba la visita de aquel. En la filosofía de Heidegger, el fenómeno del miedo es una condición humana central. Se desarrolla cuando el Dasein toma conciencia de su tiempo en decadencia, recuerda su ser en el mundo y su existencia vacía: «En el ante‐qué de la angustia se revela el ‘no es nada, no está en ninguna parte’. La rebeldía del intramundano ‘nada y en ninguna parte’ viene a significar fenoménicamente que el ante‐qué de la angustia es el mundo en cuanto tal. La completa falta de significatividad que se manifiesta en el ‘nada y en ninguna parte’ no significa una ausencia de mundo, sino que, por el contrario, quiere decir que el ente intramundano es en sí mismo tan enteramente insignificante que, en virtud de esta falta de significatividad de lo intramundano, solo sigue imponiéndose todavía el mundo en su mundaneidad. [...] Una vez que la angustia se ha calmado, el hablar cotidiano suele decir: ‘en realidad no era nada’ […] De esta manera, la angustia le quita al Dasein la posibilidad de comprenderse a sí mismo en forma cadente a par‐ tir del ‘mundo’ y a partir del estado interpretativo público. Arroja al Dasein de vuelta hacia aquello por lo que él se angustia, hacia su propio poderestar‐en‐el‐ mundo […] El arrojado a la muerte se le revela original y urgentemente en el estado de angustia»44. «Se supone que el miedo ayuda al Dasein a la toma de conciencia de su ser para la muerte, para que el ser humano tome conciencia de su finitud y trate de vivir en su actualidad. Vivir realmente significa tomar este conocimiento en la vida de uno en la resistencia del miedo a la muerte en toda su amenaza, vivir de una manera inauténtica por otro lado, convertir este conocimiento siempre auto-referencial en uno abstracto. Uno muere para pervertirse y así distraerse de sí mismo»45

La visita del Hombre Gris a la peluquería del Sr. Fusi sirve para transmitir al Sr. Fusi su ser para la muerte. Con el falso cálculo46 de su vida perdida, el Señor Gris hace que el Sr. Fusi tenga tanto miedo de su finitud que quiere caer en la trampa. Así, los Hombres Grises han asegurado su existencia. 
 
El análisis completo de la existencia como la muerte puede aplicarse también a la película literaria Momo de Johannes Schaaf. Allí se encuentra la escena «El caballero gris que visita la peluquería del Sr. Fusi»47. La visita del Hombre Gris se introduce con una melodía oscura. Lo primero que dice el Sr. Fusi cuando el Hombre Gris entra en su peluquería es: «De repente tengo un frío increíble»48. Esta es la representación del miedo de Heidegger del Dasein como ser para la muerte. También en los minutos de la película 24:50 y 25:35, el Sr. Fusi siente cada vez más frío, se cubre con toallas de su tienda para minimizar el frío, aunque desafortunadamente no tiene éxito. Se percibe una diferencia entre el libro y la película. El Sr. Fusi se sienta en la silla de afeitar y no el Hombre Gris. El cálculo de la vida perdida del Sr. Fusi y su cambio de carácter tras la visita del Hombre Gris sigue siendo el mismo. La representación del Hombre Gris es sombría y encarna una figura ansiosa. El fenómeno del miedo se expresa claramente en la película por medios estéticos, es decir, la fuerte sensación de frío del Sr. Fusi y su rostro pálido están en primer plano. Además, uno ve su cambio de carácter y la decadencia en la que cae de forma frenética.




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24 Michael Ende: Momo oder Die seltsame Geschichte von den Zeit-Dieben und von dem Kind, das den Menschen die gestohlene Zeit zurückbrachte. Stuttgart: K. Thienemanns Verlag, 1973. p.59
25 Ibíd. p. 49
26 Ibíd. p. 59.
27 Cf. Matthias Günter: Kann man Heidegger verstehen? – Eines Rekonstruktion von Sein und Zeit. Regensburg: Roderer Verlag, 2007. p. 7. 
28 Ibid. p. 10
29 Martin Heidegger: Sein und Zeit. Tübingen: Max Niemeyer Verlag, 1972. p.12. 
30 Ibid. p. 321.
31 Michael Ende: Momo oder Die seltsame Geschichte von den Zeit-Dieben und von dem Kind, das den Menschen die gestohlene Zeit zurückbrachte. 1973. p.244. 
32 Martin Heidegger: Sein und Zeit. 1972. p.42.
33 Matthias Günter: Kann man Heidegger verstehen? – Eine Rekonstruktion von „Sein und Zeit“. 
34 Ibíd. p. 24 
35 Martin Heidegger: Sein und Zeit. 1972. p.126 y s.
36 Ibid. p. 258. 
37 Michael Ende: Momo oder Die seltsame Geschichte von den Zeit-Dieben und von dem Kind, das den Menschen die gestohlene Zeit zurückbrachte. 1973. p.62 y ss.
38 Martin Heidegger: Sein und Zeit. 1972. p.236.
39 Ibid. p.181.
40 Michael Ende: Momo oder Die seltsame Geschichte von den Zeit-Dieben und von dem Kind, das den Menschen die gestohlene Zeit zurückbrachte. 1973. p.60. 
41 Matthias Günter: Kann man Heidegger verstehen? – Eine Rekonstruktion von „Sein und Zeit“. 2007. p.32.
42 Michael Ende: Momo oder Die seltsame Geschichte von den Zeit-Dieben und von dem Kind, das den Menschen die gestohlene Zeit zurückbrachte. 1973. p.62. 
43 Ibid. p.62 y ss.
44 Martin Heidegger: Sein und Zeit. 1972. p.186 y ss. 
45 Matthias Günter: Kann man Heidegger verstehen? – Eine Rekonstruktion von „Sein und Zeit“. 2007. p.43.
46 Es una cuenta falsa porque la totalidad de su existencia debería haberse completado para que el saldo sea verdaderamente realizable. (Martin Heidegger: Sein und Zeit, 1972. p.236). 
47 „Momo“ (Johannes Schaaf. Italien/ Deutschland 1986) 23:35 – 23:50. 
48 Ibid. 24:29 


24.8.20

Lecciones de Michael Ende

Texto: Maria Folch en EBECA
Imagen: Ronald Companoca


Michael Ende (1929-1995), fue un escritor alemán, hijo del pintor surrealista Edgar Ende. Convivió con lienzos durante toda su infancia, algo que sin duda alguna debió contribuir a que desarrollara una imaginación desbordante. Aunque inicialmente estudió arte dramático y trabajó como actor, crítico literario y de cine, fue conocido en todo el mundo como uno de los mejores escritores de literatura fantástica infantil y juvenil del siglo XX. Sin embargo, sus obras incluyen mensajes, metáforas y reflexiones que son perfectamente útiles para el mundo adulto.

No fue hasta los años cincuenta cuando comenzó a escribir literatura infantil. Sus dos obras más importantes fueron «Momo»(1973) y «La Historia Interminable»(1979). Son dos libros cargados de reflexiones profundas sobre el ser humano y el entorno en el que vive, que recalcan la importancia de imaginación para los niños y para los adultos, no como escapismo, sino como herramienta para gozar de una vida más consciente y plena.

Se trata de historias en las que nos regala un modo de narrar que repleto de bellísimas imágenes internas, no sólo estéticas, sino plagadas de pensamientos útiles para la vida. Algunas de sus fuentes de inspiración fueron relatos de diversas mitologías como la nórdica, y otras obras de carácter místico, como el budismo zen, la cábala o la antroposofía de Rudolf Steiner.

Y es que, para quienes hayan estudiado pedagogía Waldorf, es posible reconocer, en el modo de narrar las historias y de crear ricas imágenes, estética y simbólicamente, un reflejo de la importancia que en estas escuelas se da a la narración de historias y al rol que se otorga a éstas en el desarrollo integral del niño. Y es que Michael Ende no fue ajeno a este tipo de didáctica: él mismo fue alumno durante un tiempo de las escuelas Waldorf, y sus padres conocieron el pensamiento de Steiner.

En «Momo» uno de los temas centrales es la crítica de nuestra sociedad de consumo y su modo frenético de vivir. Los personajes que representan estos valores son los «hombres grises», los cuales se nutren del tiempo que incitan a ahorrar a las personas, haciéndoles creer que cuando lo dedican a sí mismos y no al trabajo, lo están desperdiciando. Así, los seres humanos se ven sumergidos en una carrera hacia ninguna parte que les desconecta de su propio camino y capacidad de juicio. La ausencia de pausas y de silencios facilitan la construcción de una existencia vacía, en la que ya no se consideran los cuidados y el amor como parte esencial de la vida del ser humano. Los niños son las primeras víctimas del ritmo insano de los adultos, a los cuales se intenta educar bajo los mismos valores de productividad y uniformización.

En su gran éxito «La Historia Interminable», el mundo real y el de la Fantasía deben encontrar un modo de colaborar, por el bien de ambos. En la novela el uno no puede existir sin el otro, así como en nuestro mundo el conocimiento intelectual frío, que no incluye una mirada artística y espiritual, también pone en peligro a toda la humanidad. En «La Historia Interminable», el mundo de Fantasía corre el riesgo de desaparecer absorbido por la «Nada», una metáfora del peligro que implica el exceso de racionalidad que perfectamente podemos aplicar a nuestro mundo. Y es que Michael Ende nos recuerda que la obsesión de perseguir ideales que no tengan en cuenta al ser humano en toda su complejidad, nos puede llevar al vacío espiritual que nos condene a una muerte en vida. A través de una aventura apasionante, Ende nos hace reflexionar acerca de la escasa importancia que todavía hoy otorgamos a lo artístico y espiritual en nuestra vida y en la educación.

Por todo ello, estos dos libros de Michael Ende son de la más absoluta actualidad. Esperemos que pronto se conviertan en un relato que ilustre una civilización pasada. Mientras tanto, y aunque seamos adultos, todavía podemos aprovechar la inmensa sabiduría que contienen sus libros e intentarlos llevar a nuestra vida.

Comparto con vosotros algunos fragmentos que me han parecido sumamente ilustrativos de estas ideas que os comentaba. ¡Buena lectura!

Juguetes pasivos son mejores para la imaginación del niño

«Una muñeca más parecida a un adulto que a un niño, vestida con todos los detalles. La muñeca sólo repite: «Hola, soy … la muñeca perfecta. ¿Quieres jugar conmigo?», » Te pertenezco, por eso te envidian todos»Y «Quiero más cosas». Al cabo de un rato de jugar Momo se aburre porque no puede interaccionar con ella. Entra en un estado de pasividad, aburrimiento, ensimismamiento.

«-Vamos a jugar a que vienes de visita – propuso Momo.

– Hola -dijo la muñeca-, soy Bebenín, la muñeca perfecta.

– Qué amable de venir a verme – contestó Momo – ¿De dónde viene usted, señora?

– Te pertenezco – prosiguió Bebenín-. Por eso te envidian todos.

– Escucha – dijo Momo-, así no podemos jugar, si siempre dices lo mismo.

– Quiero tener más cosas – contestó la muñeca, mientras pestañeaba.

Momo lo intentó con otro juego, y cuando éste también fracasó, con otro, y otro, y otro más. Pero no salía bien. Si la muñeca por lo menos no hubiera dicho nada, Momo habría podido contestar por ella, y habría resultado la conversación más bonita. Pero precisamente por hablar, Bebenín impedía cualquier diálogo.

Al cabo de un rato, Momo tuvo una sensación que no había sentido nunca antes. Y porque le era completamente nueva, tardó en darse cuenta de que era aburrimiento.

Momo no sabía qué hacer. Le habría gustado dejar tirada la muñeca perfecta y jugar con otra cosa, pero por alguna razón desconocida no podía separarse de ella.

Así que, al final, Momo estaba sentada y miraba fijamente a la muñeca que, a su vez, miraba a Momo con sus ojos azules, vidriosos, como si se hubieran hipnotizado mutuamente.»

(«Momo», 95-96)

Sobre el trabajo que deshumaniza y la necesidad de ruido y movimiento constante

«Así que ya no podían celebrar fiestas de verdad, ni alegres ni serias. El soñar se consideraba, entre ellos, casi un crimen. Pero lo que más les costaba soportar era el silencio. Porque en el silencio les sobrevenía el miedo, porque intuían lo que en realidad estaba ocurriendo con su vida. Por eso hacían ruido siempre que los amenazaba el silencio. Pero está claro que no se trataba de un ruido divertido, como el que reina allí donde juegan los niños, sino de uno airado y pesimista, que de día hacía más ruidosa la ciudad.

El que a uno le gustara su trabajo y lo hiciera con amor no importaba; al contrario, eso sólo entretenía. Lo único importante era que hiciera el máximo trabajo en el mínimo tiempo.

En todos los lugares de trabajo de las grandes fábricas y oficinas colgaban carteles que decían:

EL TIEMPO ES PRECIOSO: NO LO PIERDAS

EL TIEMPO ES ORO: AHÓRRALO

(«Momo», 77)

Sobre la individualidad del ser humano

«Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y lo que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, puede explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa… o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifian todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no ddescansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay».

(«La Historia Interminable», 12)

La importancia de Fantasía

«- Por eso los seres humanos odian y temen a Fantasía y a todo lo que procede de aquí. La quieren aniquilar. Y no saben que, precisamente así, aumentarán la oleada de mentiras que cae ininterrumpiadamente en su mundo… esa corriente de seres desfigurados que tienen que llevar allí una existencia ficticia de cadáveres vivientes y envenenan el alma de los hombres con su olor a podrido. Los hombres no lo saben. ¿No es gracioso?

– ¿Y no hay nadie – preguntó Atreyu en voz baja- que no nos odie ni nos tema?

– Yo, al menos, no conozco a nadie – dijo Gmork-, y tampoco es de extrañar, porque vosotros mismos tenéis que resignaros allí a hacer creer a los hombres que Fantasía no existe.

¿Que no existe Fantasía? – repitió Atreyu desconcertado.

Claro, hijito – respondió Gmork-, eso es precisamente lo más importante. ¿No puedes imaginártelo? Sólo si creen que no existe Fantasía no se les ocurrirá visitaros. Y de eso depende todo, porque únicamente cuando no os conocen en vuestro verdadero aspecto puede hacerse con ellos cualquier cosa.

Hacer con ellos … ¿qué?

Todo lo que se quiere. Se tiene poder sobre ellos. Y nada da un poder mayor sobre los hombres que las mentiras. Porque esos hombres, hijito, viven de ideas. Y éstas se pueden dirigir. Ese poder es el único que cuenta….

(«La Historia Interminable», 144-145)


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Maria Folch. Artista, educadora artística y asesora educativa para familias y escuelas formada en Crianza Positiva y Pedagogía Waldorf. Terapeuta de Flores de Bach y Reiki.

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12.8.20

Las Prisiones de la Libertad

Texto: Yolanda Picaseño Gómez en Universidad Tres Culturas
Imagen: Ben Goossens

Un breve diálogo entre Michael Ende y Sören Kierkegaard en torno al concepto de libertad.

El presente artículo fue presentado como ponencia en el XIII Congreso Nacional Efraín Huerta el pasado septiembre 2018. El objetivo de la presente ponencia es establecer un diálogo, aportando reflexiones, en torno al cuento “La prisión de la libertad” de Michael Ende, y contrastarlo con algunos puntos del pensamiento filosófico de Sören Kierkegaard. Se presentan dos formas de concebir la libertad, que finalmente son formas de prisión para el hombre. De esta manera se logrará una apreciación más enriquecedora del cuento y del concepto mismo de libertad. Además, surge la iniciativa como una exhortación a la lectura de los cuentos de Michael Ende, mismos que no son muy recurridos, de modo que la presente propuesta podría revivir el valor de la lectura, siendo ésta establecida como un punto para el intercambio reflexivo literario y filosófico, tomando temas en común como: la libertad, razón, fe, angustia, entre otros. Para el desarrollo, se partirá de la lectura del cuento, y se irá reflexionando y complementando con el pensamiento del danés.

Somos prisioneros, condenados a elegir al azar entre innumerables incertidumbres que nos atormentan. No puede el hombre decidir con fundamento, desconociendo el futuro. Aunque lo conociera sus pasos estarían determinados porque todo está determinado, así que tampoco podría elegir. Sólo el Señor del Universo posee el saber. Él guía planetas y conduce nuestras almas como él quiere. Ende: 1997, pp.175-176


Introducción

De nacionalidad alemana, viviendo entre los años 1923-1995, Michael Ende es recordado por algunos de sus escritos, como: “Momo” o “La Historia Interminable”, son algunas de sus obras más reconocidas, sin embargo, pocas veces se habla de sus cuentos, por ello, en esta ocasión, parece interesante retomar uno de esos cuentos; “La prisión de la libertad”, mismo que puede ser un buen recurso para abordar temas existenciales. Su obra fue catalogada como literatura fantástica, y aunque no siempre escribía para niños,se recuerda su escritura destinada a este público. En otro punto, se puede considerar que el toque de ficción en su obra, haya tenido cierta influencia de su padre, Edgar Ende, quien fue un pintor surrealista. Sin duda, hubo una gran influencia del ambiente artístico en el cual su padre se desenvolvió, más no es preciso aseverar que su estilo ficticio y fantástico, guarde directamente una relación con el estilo artístico del padre.

El autor Sören Kierkegaard; nacido en Dinamarca, vive entre los años 1813-1855. Algunas de sus obras emblemáticas son: “Temor y temblor”,“El concepto de la angustia”,“Tratado de la desesperación”, “O lo uno o lo otro”, entre otros. Su obra estuvo enfocada en considerar temas humanos, sin perder de vista su gran influencia teológica. Sus grandes temas conciernen a la individualidad, a la libertad y la responsabilidad.

Desarrollo

I. Michael Ende: La prisión de la no-libertad

El planteamiento del cuento es el siguiente: un mendigo que relata su historia a un califa. La historia versa de un hombre poderoso, respetuoso de las leyes de Alá, que un día, ebrio, es atraída su atención por una bella danzarina, que por tal belleza, se considera capaz de hacer cualquier cosa con el propósito de poseerla. Ella le dice que será suya, pero él debe de jurarle que no será de nadie más, así que él jura por el Todopoderoso que así será. Para sorpresa del hombre, ella no acepta que la promesa sea por el Todopoderoso, así que él termina prometiendo por su voluntad, sugerida por ella. La danzarina se desprende de todo velo que pudiese cubrirla, y teniendo a la mujer cerca, rostro con rostro, se da cuenta de la lengua bifurcada de la mujer. En ese momento se percata que no es una mujer, sino que se trata de Iblís, el Mentiroso.2 Al poco tiempo se desmaya, queda cegado por el demonio, hallándose en un lugar fuera del mundo, en un lugar vacío, que en poco estaría frente a él una especie de muro infinito con puertas cerradas. Una voz sugiere al hombre que elija alguna si es que piensa escapar.

El hombre logra contar 111 puertas. El número 111, es el número de la locura, ¿habría perdido la cordura?, La voz explicó que se trataba de un lugar fuera de la voluntad del Todopoderoso, así que no había posibilidad para solicitar algún tipo de señal. Incluso, con el paso del tiempo, el hombre ante su desesperación por no saber cuál puerta elegir, recurre a pensar en superstición con una salida. Toda superstición nace de la necesidad de tener que decidir sin la fuerza que se requiere para ello y por eso es obra del diablo (Ende, 2017,p. 177). Trataba de buscar señales en sus alimentos, dichos, que nunca supo cómo es que aparecían frente a él. Tratando de rendirse para salir de aquella prisión, pide ayuda a la voz, ésta le contesta que sólo le puede sugerir, más no ordenar. Por darle alguna sugerencia le indica la puerta número 72, pero ¿cómo saber cuál es la 72?, ¿Cómo saber si es la indicada? El hombre optó no elegir. Con el paso del tiempo, las puertas se fueron reduciendo, al parecer después de un conteo, quedaban 84. Después de mucho tiempo, solo quedaban 2 puertas.

Son varios los puntos que podemos llegar a resaltar de la historia, y algunos que podrían problematizar. Al término del cuento, el hombre agradece al Altísimo por haberlo curado del autoengaño, de haberle quitado la carga de la falaz libertad. Dice:

Ahora que ya no puedo ni debo elegir, resulta fácil renunciar para siempre a mi voluntad y someterme a tu santa voluntad sin protestar y sin pretender comprender. Si ha sido tu mano la que me ha conducido a esta cárcel y me ha encerrado para siempre entre muros, lo acepto humildemente. Nosotros, los hombres, no sabemos permanecer en un lugar ni sabemos abandonarlo sin la gracia de la ceguera por la que no guías. Renuncio para siempre a la falsedad del libre albedrío, pues es una serpiente que se devora a sí misma. La libertad total es la falta de libertad. Todo el bien y sabiduría están en Alá, el Todopoderoso y él es el Único, fuera de él no hay nada (Ende, 1997, p.181).

De acuerdo al planteamiento, la libertad no consiste en la toma de decisiones, como podría pensarse en una primera instancia. La libertad supera esa faceta. Una vez que tenemos la posibilidad de elegir entre 111 puertas, y decidimos no tomar ninguna, nos libramos de la esclavitud de decidir sobre esas opciones, pues una opción también era no elegir entre esas puertas. La decisión y responsabilidad recae en el hombre, pero con el tiempo el hombre decide poner esa responsabilidad y su voluntad en Alá. El hombre también entiende que ese lugar en el que estuvo, podía no ser terreno de la voluntad de Alá, sin embargo, existía por la voluntad de Alá. Y el mal, presentado por el personaje Iblís, existía por voluntad de Alá, es decir, si el mal o la tentación están presentes, es también por la voluntad del Todopoderoso.

Si realmente existe un lugar que no está lleno de la voluntad del Todopoderoso, […] únicamente existe por voluntad de éste. Pero por eso mismo su voluntad está en ese lugar, porque sin ella nada puede existir, y tampoco ese lugar. Su ausencia es su presencia. En la perfección del Altísimo no hay contradicción, aunque así le parezca al limitado espíritu humano. Por eso Iblís, el Confundidor, tiene que servirle y no existe sin él (Ende, 1997, pp. 182-183).

Así que, ¿es el limitado espíritu humano el que interpreta lo que es bueno y malo? Según el cuento, el que el hombre tenga libre albedrío, significa que el hombre es capaz de producir el bien y el mal, y por lo tanto sus actos los desconoce el Todopoderoso, así que con dichos actos, […] significaría que la criatura puede sorprender a su creador y que también para el Ser Supremo rige el antes y el después, es decir, que no estará por encima del tiempo, sino sometido a él como no estaría todo lo que él ha creado (Ende, 2017, p.163).

Según el planteamiento anterior, no habría libre albedrío, porque no hay manera de que haya acto en la creación que no sea sabida por el Todopoderoso, por eso todos los actos son parte de la voluntad de Alá. Cuando no estamos reconociendo la voluntad de Alá, viene la duda, que como es sugerido, sería la figura de Iblís, el Mentiroso o Confundidor, quien está por voluntad de Alá y al servicio de su voluntad. La función del mal, o sea de la duda, es para poner a prueba la fortaleza de la fe, del reconocimiento de la voluntad del Todopoderoso. Siendo que todos los actos son conocidos por Dios, y no tenemos ciertamente libre albedrío, y no queda de otra sino librarnos de decidir para dejar ser la libertad de Alá, la vida del hombre no tiene sentido, pues todo ya ha sido predeterminado por el Todopoderoso, él ya sabe cómo acaba nuestra vida y la de toda la humanidad. Esa sería la infinita prisión de la libertad humana, realmente nunca elegimos porque todo ya ha sido elegido por Dios, incluso si elegimos librarnos para poner o reconocer nuestra voluntad en él, ese acto posiblemente ya había sido decidido por él. ¿No sería esto una nueva forma de angustia?: saber que somos irremediablemente no-libres. Condenados siempre a la voluntad del Todopoderoso. Pareciera ser entonces que el mal no tiene sentido, pues el mal es simplemente un poco de sazón para aquel juego que ya tiene un final determinado, no hay aprendizaje, no hay sentido, porque no hay libertad. La vida del hombre parece entonces carente de sentido.

Por otra parte, no podemos negar, que aunque no sepamos esto, la duda genera angustia. Pues no sabemos. El ignorar nos lleva a un miedo. Dice la voz al hombre:

Haces bien en dudar […]. Podría ser que detrás de una puerta se oculte un sanguinario león que te destroce, detrás de otra florezca un jardín habitado por hadas que te regalarían miles de caricias amorosas, que por el contrario detrás de la tercera te espere un gigantesco esclavo negro para cortarte la cabeza con una espada, tras la cuarta te aguarde un abismo en el que caerás, tras la quinta una cámara llena de joyas y oro que te pertenecerán, tras la sexta un horrible ghul3 para devorarte, y así sucesivamente. No digo que sea así, pero podría ser. En cualquier caso tú elegirás tu destino. Elige bien (Ende, 1997, p. 169).

– ¿No hay pues razón alguna para una determinada elección? –Ninguna contestó la voz-, excepto la que tú decidas por tu propia y libre voluntad. -¿Cómo voy a tomar una decisión si no sé adónde me conduce?- Exclamé desesperado. Se oyó un murmullo seco, como una carcajada incorpórea. ¿Lo has sabido alguna vez? Sí has creído toda tu vida tener razones para decidirte por esto o por aquello, pero en realidad nunca podías prever si sucedería lo que esperabas. Tus sólidas razones no eran más que sueños o elucubraciones. Como si sobre estas puertas hubiera imágenes pintadas, imágenes que te engañaran con falsas indicaciones. El hombre es ciego y todas sus acciones son acciones en la oscuridad. Uno celebra su matrimonio y no sabe que dos días más tarde será viudo. Otro quiere ahorcarse acosado por las penas y las necesidades y no sabe que la embajada que le convertirá en un hombre rico ya está en camino. Uno huye a una isla desierta para escapar de su asesino y se lo encuentra allí

– ¿No hay pues razón alguna para una determinada elección?

¿Conoces la historia de la herradura que Sherezadele cuenta al sultán? […], por eso se dice que todas las decisiones que toma el hombre están prefiguradas en el plan universal de Alá desde el comienzo de los tiempos. Él- según se dice- inspira cada una de tus decisiones, ya sean buenas o malas, necias o sabias, pues él conduce según su voluntad, como a un ciego. Todo es kismet4 , a irman, y eso es una gran bendición. Aquí estás al margen de ella y la mano de Alá no te guiará (Ende, 1997, p.175)

Así queda por confirmar que no hay libertad en la propuesta de Ende, todo ha sido predeterminado por Alá, cada decisión, cada palabra dicha por el hombre, cada pensamiento, cada sentimiento, cada impulso, cada palabra, sea esta bendición o maldición. El mendigo alzó sus ojos blancos como la leche hacia el señor de los creyentes y contestó con una sonrisa: -Alá recompense tu generosidad, señor. Pero qué puedes regalarme si poseo lo más grande que puede poseer el hombre (Ende, 1997, p. 182).

II. Sören Kierkegaard: La otra prisión de la libertad

Para algunos podría ser un alivio la propuesta de Ende, ya que de alguna manera, el hombre no sólo estaría libre de tomar decisiones si la voluntad absoluta brotara de Alá, sino que también las consecuencias no tendrían mayor peso, pues quien ha decidido, ha sido Alá, de modo que, ¿qué culpa podría tener el hombre? Si el hombre no ha tomado ninguna decisión, ninguna culpa o castigo le corresponde.

Para el danés sería evidente que la culpa viene de una pérdida de inocencia, generada por la adquisición de un conocimiento, que a su vez abre el horizonte de posibilidades donde habrá de tomarse una decisión que implique una responsabilidad y una consecuencia. Por dar un ejemplo; se dice que está prohibido vestir de rojo para asistir al colegio. Una vez dicho eso, se obtiene una información, un conocimiento. Ahora que se tiene ya no somos inocentes, tenemos el conocimiento, y ahora que se posee se tiene que elegir: vestir o no de rojo para ir al colegio. Ambas opciones tienen consecuencias. Cualquier decisión que se tome, será responsabilidad y culpa de quien lo haya decidido. Pareciera que en la versión de Ende, no habría tal cosa como una pérdida de inocencia, pues no hay como tal un conocimiento adquirido, y en caso de que sea así, es por gracia de Alá que ese conocimiento esté en posesión de alguien, y por tanto, la responsabilidad y culpa, tendrían que recaer en él. Sin duda la libertad es un tema que azuza la angustia, sea para decirnos que somos irremediablemente no-libres, o sea para decirnos, como Kierkegaard, que somos irremediablemente libres.

Como ya ha sido expuesto, la última problemática a la que se llega en la versión de Ende, es que la existencia humana no tiene sentido, porque en realidad todo ha sido predeterminado por el Todopoderoso, incluso la razón está o no está por voluntad de él mismo, de modo que si el hombre existe o no, es accidental. Sin embargo, para el Tenedor de Copenhague, la existencia humana sí tiene sentido. Daremos comienzo por decir que la angustia es importante, al contrario de la versión de Ende, que si el hombre se angustia o no, es porque así ha sido la voluntad de Alá. Dice Kierkegaard: En uno de los cuentos de los hermanos Grimm, se relata la historia de un mozo que salió a correr aventuras con el solo fin de aprender a horrorizarse. Dejemos a este aventurero que siga su camino, sin preocuparnos ahora de si llegó o no llegó a encontrar algo capaz de infundirle espanto. Lo que sí quisiera dejar bien claro es que ésa es una aventura que todos los hombres tienen que correr, es decir, todos han de aprender a angustiarse. El que no lo aprenda se busca de una u otra manera su ruina: o porque nunca estuvo angustiado, o por haberse hundido del todo en la angustia. Por el contrario, quien haya aprendido a angustiarse de la debida forma, ha alcanzado el saber supremo (Kierkegaard, 2012, p. 269) Las decisiones sí importan, afectan el constructo del hombre, porque éste es temporal, es decir, es mortal. De otra manera no tendría sentido, esto es, si el hombre tuviera la eternidad para tomar decisiones y aprender, no habría un mérito, pues se tendría la eternidad (todo el tiempo) para enmendar errores. Por eso, tenemos un tiempo de caducidad en el mundo, un tiempo que no sabemos cuánto va a estar, y por eso, cada decisión es parte constitutiva de nuestro ser, de nuestra individualidad que aspira a ser merecedor del Paraíso. Por eso, mientras seamos mortales, y estemos sometidos a la prueba, somos irremediablemente libres, Dios no busca interferir para que nuestros actos tengan valor. De modo que hay que tomar decisiones, y por tanto, angustiarnos.

Todos estos conceptos se refieren a algo concreto, en tanto que la angustia es la realidad de la libertad en cuanto posibilidad frente a la posibilidad. Ésta es la razón de que no se encuentre ninguna angustia en bruto, precisamente porque éste, en su naturalidad, no está determinado como espíritu (Kierkegaard, 2012, p.88).

Si el hombre ha de aventurarse en angustiarse, el hombre debe aventurarse a la realidad de la libertad frente a la posibilidad. Es como decir, que asumamos que una posibilidad constante es tener esas 111 puertas con sus respectivas posibilidades, o las puertas que sean. Y aunque no se busque, queda una culpa, pues cuando decidimos una puerta, hemos renunciado a las 110 otras. Existe una culpa por no saber cómo hubiera sido, no saber si hemos tomado o no la mejor de las decisiones. ¿Y cuándo abramos la puerta? Fuere lo que fuere, tendríamos que seguir eligiendo: si fuera un león, tendríamos que elegir correr, si fuera una montaña de diamantes, tendríamos que elegir tomar los diamantes.

La angustia no es una categoría de la necesidad, pero tampoco de la libertad. La angustia es una libertad trabada, donde la libertad no es libre en sí misma, sino que está trabada, aunque no trabada por la necesidad, más por sí misma. No habría ninguna angustia si el pecado hubiese venido al mundo por necesidad -lo que es una contradicción-. (Kierkegaard, 2012, p. 99).

La solución que dará Kierkegaard está más desarrollada en Temor y temblor, donde en el Panegírico de Abraham, se sugiere que la angustia aminora cuando la batalla que se elige es para salir de lo temporal (Kierkegaard: 2010). En esta propuesta pasamos a la siguiente etapa: somos irremediablemente libres, pues bien, hemos caído, y la caída viene con la mortalidad, donde somos libres, y la libertad está sometida a prueba para poder ser merecedores del Paraíso. Sin embargo, concedemos junto con Ende, que la toma de decisiones puede generar angustia. Esto sería, cuando vemos las infinitas posibilidades, aparece la duda, dándonos posibles pero hipotéticos escenarios. Diría Kierkegaard, que precisamente la razón nos hace dudar, por eso, hemos de elegir la fe para encaminar nuestras más altas dificultades. Recordemos que el hombre es dual, para Kierkegaard la fe es parte de un despertar del alma para permitirse guiar por Dios, cabe decir, sí hay un libre albedrío, por ello las decisiones tienen valor. Una cosa es que la voluntad del Todopoderoso tome posesión de mi voluntad, y otra es poner a Dios a lado de mi voluntad. La fe, como corresponde al alma, es una renuncia a la temporalidad: Hace falta un valor puramente humano para renunciar a la temporalidad en todas sus manifestaciones, y así obtener la eternidad, pero una vez conseguida no puedo renunciar a ella, ya que sería una contradicción (Kierkegaard, 2010, p. 114). Ahí donde la razón no puede decir algo, entra la fe colindando con los límites de la razón. La razón puede dar muchas razones, ideas y argumentos, que no siempre ayudan a definir una decisión, sino a complicarla, y se puede convertir en algo impensable, y cuando se vuelve un absurdo una posible decisión, podría estar tratándose de la fe, no abusando de este sentido. Por dar un ejemplo claro: Para la razón, Abraham habría sido un asesino de Isaac, sin embargo, para la e, Abraham habría sido el mejor de los siervos del señor. La razón nos hace dudar y paraliza, cuando hay duda y se avanza, se habrá dado un salto de fe.

Conclusiones

Tanto la postura de Ende, como la de Kierkegaard, nos pueden llevar a extremos de pensar en la libertad como una prisión; el primero proponiendo que estamos sometidos a la prisión de (no) libertad, porque libres realmente estamos de todo, pues todo es la voluntad de Alá y con ello podemos interpretar que la existencia del hombre no tiene sentido, pues todo ya ha sido prediseñado por el Todopoderoso. De modo que tampoco hay bien o mal, no hay consecuencias, pues todo ha sido responsabilidad del Todopoderoso.

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Ende, M. (1997), La prisión de la libertad, México: Alfaguara.
Kierkegaard, S. (2012), El concepto de la angustia, Madrid: Alianza.
Kierkegaard, S. (2010), Temor y temblor, México: Fontamara.

10.8.20

¡Feliz cumpleaños, Jim Botón! Jim Botón cumple 60 años.

Texto: Katja Iken en Spiegel
Imagen: Mathias Weber




Una carta de felicitación.



09/08/2020
Querido Jim,

¿O debería escribir: "Estimado señor Botón, último descendiente del rey Gaspar, príncipe de Mirra, gobernante de Jimballa? Porque como tal tuve que despedirme de ti con lágrimas en los ojos al final del segundo volumen de Jim Botón y los 13 salvajes, que mi padre nos leyó a la luz de las velas en la carpa de Spiekeroog. Pasaste de ser un expósito negro sin nombre, entregado en Lummerland dentro de un paquete de correo, a ser el poderoso gobernante de un imperio que concede asilo a todos los niños necesitados de este mundo.

Como sea, espero que Su Alteza se encuentre bien. Puede que ahora tengas 60 años y seas un hombre mayor con las sienes grises y lentes bifocales, que a veces cabecea después del almuerzo, toma pastillas para la presión arterial y usa un chaleco beige con bolsillos adicionales debajo de la túnica de príncipe. Pero para mí eres un pequeño y valiente hombrecito. Un héroe que he amado y admirado como a ninguno otro.

¿Cómo lo expresó tu inventor, el gran escritor Michael Ende, un año antes de su muerte? 
Existe el primer amor y siempre es una experiencia especial. Puede que tengas amores más importantes y fatídicos más tarde, pero el primer amor de alguna manera conserva una magia que ya no se repite. Así es como me siento con Jim Botón. Fue mi primer libro y también mi primer éxito.

Fuiste el primer amor de Michael Ende y mi primer ídolo masculino. Incluso más valiente que Kalle Blomquist y Emil de Kästner, te afirmaste, buscaste la aventura y nunca te rendiste. Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta, la hija de Efraim Longstocking y tú fueron las figuras luminosas de mi niñez, me enseñaron a soñar y me ayudaron a mantenerme segura mientras crecía.

Nunca hiciste las cosas de forma fácil: podrías haberte quedado en el tranquilo Lummerland, con la Sra. Queé, el sabelotodo señor Manga y el torpe rey con bata, Alfonso-doce-menos-cuarto. En cambio, saliste una noche por la ventana y cruzaste el mar con tu amigo Lucas en Emma la locomotora calafateada.

Cuando te enteraste del secuestro de la princesa Li Si, conquistaste La Corona del Mundo y el peligroso Valle del Crepúsculo; incluso conquistaste la espantosa Boca de la Muerte. Lucas y tú, repararon el volcán de Nepomuk y finalmente derrotaron a la señora Maldiente en Kummerland, la ciudad de los dragones, para liberar a Li Si y a todos los demás niños de las garras de la dama dragón.

No recuerdo los nombres exactos de los pobres compañeros de Li Si. Pero si, que los "indios" y los "esquimales" estaban allí. Estas palabras ya no se usan hoy, incluso la palabra con N se encuentra sólo una vez en Jim Botón y Lucas el maquinista. A pesar de que cuando naciste en 1960, todavía estaba en uso.

Imagínate, querido Jim, cuando yo era una niña que iba al jardín de infantes, comía kilos de "besos de negra" y tenía una hermosa muñeca negra a la que en realidad llamé "muñeca negra"; nadie me detuvo, no mis padres hippies de mente abierta, con quienes vivía en Estados Unidos. Con eso formé parte oficial de la pandilla racista de mi familia.


Píldora pedagógica, envuelta en papel de cuento.
Una maestra de Hamburgo calificó recientemente de racistas a los libros de Jim Botón. “Desafortunadamente, todavía se lee mucho a Jim Botón", advirtió en Die Zeit. “Reproduce muchos clichés sobre la naturaleza y apariencia supuestamente típicas de los negros." La maestra también preferiría ver a Pippi Longstocking en la papelera, en lugar de en las guarderías.

Cuando leí esto, me asusté. ¿Pippi y tú, los héroes de mis días en la escuela primaria, villanos que deberían acabar en el depósito de chatarra de la historia? Me preguntaba qué sigue siendo aceptable en el canon de libros para niños. ¿El ladrón Hotzenplotz? Un fumador criminal y alcohólico. ¿Karlsson del tejado? Un egoísta, devorador, mentiroso, el modelo a seguir equivocado. ¿Los Sams? Una parodia de la baja estatura. ¿La pequeña bruja? Demasiado descarada. ¿Pumuki? Demasiado caótico.

¡Conni! Es fue lo que pasó por mi cabeza. La ejemplar Conni con el moño en el pelo. Conni celebra su cumpleaños, Conni hornea pizza, Conni y el caballito de mar. Cero por ciento de fantasía, cien por ciento de aburrimiento. La literatura infantil, una vez fue criticada y con razón por Christine Nöstlinger, "para muchos es nada más que una píldora educativa envuelta en papel de cuentos".

Aceite de hígado de bacalao en lugar de pastillas desmenuzables, galletas de espelta en lugar de budín de chocolate: pobres hijos del futuro, pensé. Y me alegré de haber leído Jim Botón con mis tres hijos.

Sí, es cierto, hay clichés en el libro. Los residentes de Mandala, recuerdan mucho a China, tienen grandes cabezas amarillas, llevan nombres como Pi Pa Po y Ping Pong, comen avisperos con piel de serpiente y albóndigas de hormigas con baba de caracol. ¡Uf, diablo! Y buscaras en vano una figura femenina fuerte: la señora Queé es, a pesar de no tener hijos, más del tipo maternal tradicional, Li Si es una princesa elegante, la señora Maldiente es un dragón malvado. ¡Cuidado, sexismo!

Además, el diseño de Jim Botón, ilustrado por Franz Josef Tripp, es de color negro azabache, tiene grandes ojos saltones y amplios labios rosados. Rasgos que también aparecen en caricaturas difamatorias. Es por eso que la compañía Tonies modificó rápidamente el diseño en 2019 después de acusaciones de racismo: un Jim de piel más clara, de ojos más pequeños, de labios estrechos. A mí, querido y estimado Jim, antes me agradabas más.

Los fabricantes de Tonies podrían haber leído el libro. Es difícil pasar por alto el hecho de que Michael Ende nunca quiso degradar a los negros. En la página 142 el señor Tur-Tur el gigante aparente (grande de lejos, pequeño de cerca, como tantas cosas que nos oprimen) habla explícitamente contra los prejuicios:

Existen hombres que presentan ciertas particularidades características. Por ejemplo, el señor Botón tiene la piel negra. Es así por naturaleza y en ello no hay nada raro, ¿no es cierto? Pero, por desgracia, la mayoría de las personas no piensan así. Si usted, por ejemplo, es blanco, está convencido de que sólo su color es el bueno y siente algo contra los que son negros. A menudo los hombres somos muy poco razonables.

Quien acusa seriamente a Michael Ende de racismo, no ha entendido ni al autor ni al libro, que es una parábola fantástica y profundamente anti-racista y anti-nazi. ¿Quiénes son los ganadores aquí? Un simple maquinista y tú Jim, un pequeño expósito negro.

¿Y quién es el perdedor? Los habitantes de Kummerland, un triste remanso de horror con un cartel en la entrada que dice: "¡Atención! La entrada está prohibida para dragones que no sea de pura raza. ¡Pena de muerte!". ¿Y por qué el medio dragón Nepomuk es tan agradable? Porque simplemente no es "de pura raza" como las repugnantes bestias que lo rechazaron.

 
Resistencia en lugar de la Wehrmacht
Michael Ende, nacido en 1929, sufrió el terror nazi de primera mano cuando era niño: cuando tenía siete años, los nacionalsocialistas prohibieron las obras de su padre, un pintor surrealista, tachándolo como "arte degenerado". Muchos conocidos y amigos de la familia desaparecieron.

Cuando el joven de 15 años recibió su orden preliminar para unirse a la Wehrmacht poco antes del final de la guerra, rompió la solicitud y la quemó. Se unió al Freiheitsaktian Bayern (Acción para la libertad de Baviera) y arriesgó su vida luchando contra Hitler como mensajero de la resistencia.

Michael Ende mostró mucho coraje, como tú, Jim que salvaste a los niños de la mazmorra de Kummerland y abriste para ellos las puertas de un refugio donde los niños de todas las naciones pueden convivir en paz. Y has logrado que la malvada señora Maldiente se convierta en dragón dorado, la desagradable criatura mutó bajo tus manos en el maravilloso dragón de la sabiduría.

Incluso la persona más desagradable puede cambiar. ¿Es uno de los mensajes de Michael Ende? El escritor se opuso enérgicamente a lo largo de su vida a seguir una agenda educativa. Cuando en una de sus raras entrevistas a finales de 1962 se le preguntó qué quiso decir con Jim Botón, respondió: "¡Nada! Nada, excepto estimular la imaginación del niño".

Él tuvo éxito. Gracias a tu inventor y gracias a ti, querido Jim, por llevarme a través de tu maravilloso mundo de sueños. ¿Permites que la señora Queé siga horneando? Hará un suculento gugelhupf y encenderá todos los faroles de Jimballa.


¡Te deseo lo mejor de todo corazón!
¡Atentamente!
Tu Katja
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