Texto: Ivan Rúmar en El blog de Ivan Rúmar
Imagen: Mellodee
Para el libro nº19 del reto tenía ganas de leer algo de literatura infantil y juvenil, y un miniclub organizado en la página Ábrete libro me dio la idea: leer uno de los clásicos entre los clásicos del género. Exacto, estoy hablando de "La historia interminable" de Michael Ende. Era imperdonable que aún no la hubiese leído. Miento, hubo un intento cuando era más pequeño y lo dejé, no recuerdo por qué motivo. Y bien, ¿qué me ha parecido? Pues tendréis que pasar antes por la sempiterna sinopsis. Es que sino no sé qué hacer para que la leáis. Extraída de Casa del Libro:
"La Emperatriz Infantil está mortalmente enferma y su reino corre un grave peligro. La salvación depende de Atreyu, un valiente guerrero de la tribu de los pieles verdes, y Bastián, un niño tímido que lee con pasión un libro mágico. Mil aventuras les llevarán a reunirse y a conocer una fabulosa galería de personajes, y juntos dar forma a una de las grandes creaciones de la literatura de todos los tiempos."
Este libro deberían leerlo todos los niños/adolescentes. Aprenderían muchas cosas y, estoy seguro, ayudaría a que se aficionasen a la lectura (y menos rollos infumables que solo hacen que los alumnos aborrezcan la lectura). Lo más destacable del libro son los valores y las enseñanzas personales que transmite. Nos habla del valor de la amistad, y ese es uno de sus ejes más relevantes -simbolizado por la relación entre Atreyu y Bastián-, pero no solo eso. Habla de muchas cosas; de cómo debemos querernos tal y como somos, con nuestros defectos y virtudes, y no querer aparentar algo distinto de lo que somos; de que hay momentos en esta vida donde debemos ser fuertes y enfrentarnos con valentía a los problemas, plantarles cara y no huir; ser capaces de soñar y creer que los sueños tarde o temprano se cumplen si perseveramos en ellos; que la vanidad y la desconfianza respecto los demás son muy malos consejeros. En definitiva, hay múltiples mensajes y lecturas que no puedo plasmar en toda su grandeza en una reseña. Hay tantas frases míticas, para enmarcar, y reflexiones, que no acabaría nunca.
Desde un punto de vista más literario, y sin entrar aún en la estructura propiamente dicha, la riqueza de especies que inundan el mundo de Fantasía es apabullante y constituyen un ejercicio de imaginación digno de admiración. Es uno de los principales atractivos de la novela descubrir en cada rincón alguna extraña especie morfológico y psicológicamente hablando. Los personajes, todos llenos de simbolismo, son originales. Tenemos al leal Atreyu y Fújur, abanderados de la fuerza de la amistad, por ejemplo. Pero, por encima de todos, tenemos a Bastián y la evolución que se marca desde que cae en Fantasía hasta que vuelve a su hogar. Vemos, como poco a poco, va cayendo en una espiral autodestructiva que le lleva a las profundidades, a lo peor del ser humano -que según Ende es atacar a tus propios amigos, cómo hace Bastián en la Batalla de la Torre de Marfil- y, gradualmente, a salir de ellas y volver a ser el que era antes y no la imagen perfecta que creía que debía ser.
Por otro lado, el montaje que realiza el autor convirtiendo lo que creemos que es el mundo real en parte de la ficción del libro rebosa maestría (la combinación de los dos colores es muy original). El capítulo donde la Emperatriz Infantil conoce al escritor de la Montaña Errante es genial y como va escribiendo lo que vamos leyendo sobre la marcha es difícil de explicar. Ese hecho marca el fin de la primera parte y el inicio de la segunda. En este punto debo detenerme y decir que la primera es impecable. El viaje a contrarreloj de Atreyu para salvar Fantasía de las manos de la Nada es genial, quizás en ocasiones muy "de aquí para allá y sin detenerme mucho en los lugares", pero muy entretenido. La segunda, en mi opinión, es más floja y todo porque está construida con el único objetivo de mostrarnos el desarrollo de Bastián que antes comentaba. Y aquí es donde el autor hace que caiga el listón que tan alto había dejado. Todo está centrado en el personaje de Bastián y todo lo demás carece de ese ritmo y ese frenesí de la primera parte, pues el problema de la Nada ya está solucionado. En más de una ocasión llegó a aburrirme, sobre todo al inicio de la misma. Y quizás también ayude lo estúpido que se vuelve Bastián una vez cegado por el poder y la vanidad y que no empatices con él. Aun así es un libro cargado de grandes momentos, incluso en la segunda parte, como todo el arco de Graógraman, la ciudad de los Antiguos Emperadores o el viaje de vuelta a casa, donde destaco la casa de doña Ayoula y la mina de los sueños de Yor. También debo hacer especial mención a un recurso muy característico que usa de vez en cuando y que hace mucha gracia. Es la frase que usa para cortar historias secundarias y que dan verdadera profundidad al título de la novela, a la par que generan una intriga que no se resolverá nunca y que el autor nos deja para que fantaseemos:
"Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión."
Finalmente, me gustaría comentar ese trasfondo metaliterario que respira la novela. De cómo los escritores somos creadores de mundos y que está en nuestro poder dotarlos de vida, y que cada lector es partícipe, a su manera, de las historias sobre las que está leyendo. El autor escribe una historia, pero existen múltiples puntos de vista y lecturas desde los que abordar cualquier historia. En este sentido, la conversación final con Koreander está llena de significado.
En conclusión, una novela excelente que solo se ve lastrada por una segunda mitad más aburrida. Pero vale la pena todos los valores y emociones que transmite y sobre los cuáles muchos deberíamos reflexionar. No solo recomendable para jóvenes, sino también para adultos.
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