Es bien conocido el pasaje de La historia interminable en donde Bastian y Graógraman hablan sobre la naturaleza de los deseos y la voluntad, menos conocido el diálogo de Ajasver Tubal y Cyril Abercomby en La prisión de la libertad o las enseñanzas de Rosamarino Silber en La escuela de magia; pero los tres fragmentos tratan de lo mismo, un tema que sin duda era de los predilectos de Michael Ende, y que leídos en conjunto pueden resultar más esclarecedores.
Copio textual los párrafos:
- Lo que no entiendo es otra cosa -trató de explicar Bastián-. ¿Todo está ahí sólo cuando yo lo deseo? ¿O estaba ya antes y únicamente lo adivino de algún modo?
- Las dos cosas -dijo Graógraman.
- Pero, ¿cómo puede ser? -exclamó Bastián casi con impaciencia-. Tú llevas ya quién sabe cuánto tiempo aquí, en el Desierto de Colores de Goab. La habitación de tu palacio me esperaba desde siempre. Sikanda, la espada, me estaba destinada desde tiempo inmemorial... ¡Tú mismo lo has dicho!
- Así es, señor.
- Pero yo... ¡yo estoy sólo desde ayer por la noche en Fantasía! ¡Por lo tanto, no es verdad que todo exista sólo desde que estoy aquí!
- Señor -respondió el león serenamente- ¿no sabes que Fantasia es el reino de las historias? Una historia puede ser nueva y, sin embargo, hablar de tiempos remotos. El pasado surge con ella.
La historia interminable
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- Había un hombre -comenzó al fin- (quizá habéis oído hablar de él) que hace unos años descubrió las ruinas de la antigua Troya.
- ¿Os referís a Schliemann?
- Sí, me refiero a él, ése era su nombre. ¿Creéis que fue Troya lo que descubrió? ¿Por qué era Troya? Porque la buscó allí, como los cazadores que persiguen al ciervo. Por eso Troya estaba allí. ¿Comprendéis lo que quiero decir?
- No estoy seguro -Contestó Cyril-. ¿Tratáis de decir que antes no había nada allí?
De nuevo Tubal sacudió su gran cabeza y chasqueó la lengua.
- ¿Por qué no comprendéis? Como la encontró, estuvo siempre allí.
Hubo un silencio; luego el viejo emitió un sonido ronco que podía ser una ahogada carcajada.
- De este modo los hombres encuentran todo: los huesos de monstruos prehistóricos y de animales-hombre. ¿Por qué? Porque buscan. Y así han creado el mundo, pieza por pieza, y dicen que ha sido Dios. Pero mirad qué mundo han hecho, lleno de espejismos y contradicciones, de crueldad y violencia, de avaricia y sufrimiento, sin sentido en lo grande y en lo pequeño. Y decidme: ¿cómo va a haber creado Dios, al que llaman justo y santo, tanta imperfección? El hombre es el creador de todo y no lo sabe. No quiere saberlo porque tiene miedo de sí mismo, y con razón.Tampoco Colón, cuando descubrió el Nuevo Mundo, quería creer que lo había creado él a través de su búsqueda, pues pensaba en buscar otra cosa.
La prisión de la libertad
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- ¿Qué significa? -preguntó-. «HAZ LO QUE QUIERAS.» Eso quiere decir que puedo hacer lo que me dé la gana, ¿no crees?
El rostro de Graógraman pareció de pronto terriblemente serio y sus ojos comenzaron a arder.
- No -dijo con voz profunda y retumbante-. Quiere decir que debes hacer tu Verdadera Voluntad. Y no hay nada más difícil.
- ¿Mi Verdadera Voluntad? -repitió Bastián impresionado-. ¿Qué es eso?
- Es tu secreto más profundo, que no conoces.
- ¿Cómo puedo descubrirlo entonces?
- Siguiendo el camino de los deseos, de uno a otro, hasta llegar al último. Ese camino te conducirá a tu Verdadera Voluntad.
- No me parece muy difícil -opinó Bastián.
- Es el más peligroso de todos los caminos -dijo el león.
- ¿Por qué? -preguntó Bastián-. Yo no tengo miedo.
- No se trata de eso -retumbó Graógraman-. Ese camino exige la mayor autenticidad y atención, porque en ningún otro es tan fácil perderse para siempre.
La historia interminable
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- Precisamente por eso es por lo que os hablaba de los verdaderos deseos-explicó el señor Silber-, pues solamente puede encontrarlos quien vive su verdadera historia.
- ¿Su propia historia? -preguntó Mali- ¿Es que cada uno tiene una?
- Aquí está el meollo de la cuestión, a lo que yo quería llegar: No, cada uno no, ni mucho menos -respondió suspirando el profesor-, aunque aquí, en Deseolandia, salimos relativamente bien parados. Pero fuera de aquí, en el mundo cotidiano, la mayoría de la gente jamás vive su propia historia. Tampoco le conceden ninguna importancia a eso. Lo que hacen y lo que les ocurre lo podría hacer cualquier otro y le podría ocurrir a cualquier otro ¿No es así? -dijo volviendo su mirada hacia mí, que estaba en el último banco.
Asentí, sorprendido, y me puse un poco colorado.
-Y por eso -añadió el señor Silber retomando su discurso- jamás se les ocurre descubrir sus verdaderos deseos. La mayoría de la gente solo cree saber lo que desea. Uno piensa, por ejemplo, que le gustaría ser un médico famoso, o profesor de universidad, o ministro, pero su verdadero deseo, que él no conoce en absoluto, es ser un simple y buen jardinero. Otro piensa que le gustaría ser rico o poderoso, pero su verdadero deseo es ser payaso de circo. Mucha gente piensa, también, que desearía de verdad que a todos los seres humanos del mundo les fuera bien, que todos pudieran ser felices y vivir contentos, que todos fueran amables con los demás, que triunfara la verdad y reinara la paz... Muchos de ellos se asombrarían si conocieran sus verdaderos deseos. Sólo creen que desean todo eso porque les gustaría verse a sí mismos como personas virtuosas o buenas. Pero el que de verdad les guste no significa obligatoriamente que lo deseen de verdad. Sus deseos reales se orientan a menudo hacia otras cosas completamente distintas; incluso a veces justamente hacia lo contrario. Por eso jamás están real y completamente de acuerdo consigo mismos. Y como los deseos ajenos son de historias ajenas, ellos jamás viven su propia historia. Y por eso, naturalmente tampoco pueden hacer magia.
La escuela de magia
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- Y ahora -prosiguió el señor Silber- os voy a enseñar la primera y más importante regla de la capacidad de desear:
Se levantó y escribió en la pizarra:
1. Sólo puedes desear realmente aquello que consideras posible.
2. Sólo puedes considerar posible aquello que forma parte de tu historia.
3. Sólo forma parte de tu historia aquello que verdaderamente deseas.
La escuela de magia
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