Texto: Nacho Trigo en Crónicas literarias
Imagen: Francesc Grimalt
La experiencia de leer El espejo en el espejo bien pudiera parecerse a visitar una exposición de cuadros surrealistas. Son treinta fragmentos que más que relatos son sueños sacados de la imaginación en estado puro, sin macerar por la consciencia del autor.
Ende, como nos cuenta Ana Belén Ramos, autora de la introducción de esta reedición de “El espejo en el espejo” de Cátedra, es un autor que desde niño y a través de su padre estuvo rodeado de un ambiente artístico y creativo. Éste, el pintor Edgar Ende, se encerraba durante horas en una habitación oscura donde dejaba vagar su mente sin ningún límite para hallar la inspiración para sus cuadros. El libro es algo semejante, son cuadros de papel y tinta donde se recrean situaciones sin aparente coherencia y sacados del mundo del subconsciente y que invitan al lector a sacar sus propias conclusiones. Ende se encierra en la habitación de su cerebro, de la memoria de una infancia difícil y una vida dedicada a romper con las convenciones y modas tanto intelectuales como artísticas, la carcel del realismo como movimiento tras la 2GM. Padre e hijo estuvieron en esa lucha en la que la obra propia choca con la moda y pensamiento imperante, y es curioso que a través de la literatura infantil y juvenil, la única con más posibilidades de escapar de esas ataduras político-sociales, el hijo obtuviese el éxito personal y profesional a nivel mundial.
Es diáfana la influencia de autores como Kafka, Cortázar, Bradbury, Hemingway y sobre todo de Borges en la temática y trama de algunos de los relatos. Los espejos, los laberintos, la soledad como predestinación del hombre o la eterna incomunicación entre los seres humanos, así como el tiempo como representación de la paradoja de la existencia humana son elementos propios del universo borgiano que se mimetizan en las inquietudes del escritor alemán plasmadas en esta obra de pura experimentación creativa. Borges es además objeto de un claro homenaje en el primer relato del libro, a través del famoso cuento La casa de Asterión.
De El espejo en el espejo: un laberinto, también se pueden dilucidar las pesadillas y obsesiones del autor, que son las propias de un artista que vivió el drama de la guerra, la separación, el hambre y otras penurias pero que sin embargo sus circunstancias vitales no le amendrentaron en su concepción libre de la literatura y el arte en general.
Entre sus páginas nos encontramos relatos que hacen una representación dantesca del capitalismo; en otros plantea a modo de metáforas (como el puente que nunca llega al otro extremo del precipicio, o el funanbulista y el marinero que intentan pasar sobre una cuerda en distintas direcciones) el sentido de la religión y la fe. Y algunos otros comienzan con paisajes desolados donde seres que funcionan como una personificación de conceptos e ideales (la libertad, la infancia, la feminidad, el amor, la integridad, el tiempo) charlan en conversaciones tendentes a la reflexión dentro de la propia irrealidad del entorno.
El autor de obras como Momo o La historia interminable nos invita aquí a un viaje por las entrañas de la imaginación y el subconsciente en una exposición de cuadros donde sus ideas y vivencias quedan reflejadas no subrepticiamente. Ende no construye con estos relatos una sátira sino más bien nos regala unos pedazos de una reflexión proviniente del subconsciente y transformada en imágenes surrealistas, melancólicas y existenciales del ser humano.
El espejo en el espejo es un libro que gustará a los incondicionales de este autor así como aquellos que deseen explorar el ejercicio de la escritura como medio para romper las ataduras a la imaginación y creatividad.
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