Texto: Linda Goodhew y David Loy en Digital Library of Buddhist Studies
Imagen: Kovács Kriszta
“Ocurría una cosa curiosa: de todo el tiempo que ahorraba, no le quedaba nunca nada. Desaparecía de modo misterioso y ya no estaba. Al principio de modo apenas sensible, pero después más y más, se iban acortando sus días” (65).
Una de las novelas más notables de finales del siglo XX es Momo, del escritor alemán Michael Ende. Aunque aparentemente escrita sólo para niños, contiene profundos conocimientos sobre nuestra actitud moderna hacia el tiempo. ¿Es una coincidencia que Ende más tarde se interesó por el budismo? Visitó Japón varias veces: el primer viaje en el año 1977 incluyó una discusión con un sacerdote zen; la segunda vez en 1989 para casarse con Mariko Sato. Este ensayo explora las profundas resonancias entre el punto de vista de Ende vertido en Momo, sobre el tema del tiempo en la perspectiva budista, especialmente en lo expresado por el maestro japonés de zen, Dogen (1200-1253). Estas resonancias van más allá del interés literario o histórico: la comprensión de lo que Ende y Dogen tienen que decir sobre el tiempo nos da información importante sobre la forma en que lo experimentamos hoy.