Imagen: Claude Monet
Una crítica al consumismo es sólo la punta del iceberg en esta conmovedora historia titulada, Momo, de Michael Ende.
Antes de comenzar a analizar la obra aclaro que ésta fue de esas ocasiones en que entro por recomendación...o consejo. Partamos de lo esencial: estamos ante una historia que, como los grandes clásicos, saca a relucir las verdades que muchas veces la humanidad olvida y las esquematiza para construir un sustento narrativo capaz de llegar al corazón de todos. Ésta es la historia de Momo. Basta con nombrarla para interesarse por lo que el autor de la afamada La historia interminable (1979) nos ofreció sobre su forma de ver la vida humana.
Y para evitar lo que expuse sobre Mazinger Z, iremos por partes en esta ocasión. Hablamos de una historia escrita en 1973, y aquella época, como la década siguiente, fueron momentos "diferentes" al ahora. Es justo por eso que la historia, dirigida a un público infantil, presenta un tono familiar, delicado, optimista e inocente. Digo, si la historia llevaba ese matiz, sus personajes por defecto también debían presentarlo. Sus características son sencillas, simples, inclusive a los adultos se les dota de esa inocencia, y aunque nosotros como lectores podemos separarlos de los pequeñines, no dejamos de notarles cualidades semejantes a ellos, siendo en este caso, una preocupación por su entorno. La historia nos habla de Momo, una niña de diez años que tiene, aunque no lo parezca, un atributo positivo sumamente importante: saber escuchar. Ende dotó a su protagonista de una cualidad básica que en psicología es un elemento esencial para estudiar la mente humana; Momo debía ser caracterizada como una niña inteligente, taciturna, pero de gran corazón; con miedos, inocencia, la capacidad de asombro y valentía. Un personaje tridimensional.
Ya teniendo la premisa clara, Ende nos desarrolló una primera parte entretenida que sirve para presentar la habilidad de Momo con personajes entrañables, divertidos y algunos un poco bobos, pero que son parte de la historia (las referencias a la naturaleza de los adultos no pasarán desapercibidas). Y es en esa primera parte donde, a pesar de que nuestra protagonista habla poco o casi nada, aun así comenzamos a saber mucho más de ella no por sí misma, sino a través de las acciones de los demás. Sirve que su pasado es desconocido, lo que dibuja un halo de misterio a su alrededor, suficiente para interesarse más por ella.
De aquí, la historia, el argumento es sencillo: tenemos a la "heroína", los personajes secundarios y terciarios y, por supuesto, a los "villanos". Aquí el malo es presentado como un grupo de personas que le roban algo vital a la humanidad: su tiempo. Estos son los hombres grises. Seres fantasmales que harán lo posible por robarle a la humanidad sus deseos de vivir, y Momo, aun con su increíble inocencia, tendrá la ayuda necesaria para impedir que este mal acabe con su mundo. Es a partir de la segunda parte -sí, la novela se divide en tres- que encontramos la meta básica, la meta crítica: Ende nos presenta, con detalle y habilidad, una crítica al consumismo moderno, representada entre el antagonismo de Momo y los Hombres Grises. En ese momento nos preguntamos "¿Cuántas cosas no necesitamos y sin embargo las usamos diariamente? Realmente no muchas, y no obstante, nuestra vida moderna nos lleva a necesitarlas cada minuto de nuestra existencia. Qué complicados nos hemos vuelto". Con la psicología básica (la capacidad de escuchar al otro) y la capacidad intuitiva de Momo, vamos por un camino de reflexión donde nos cuestionamos lo que consideramos más importante en la vida, donde nuestros sueños, por más difíciles que nos parezcan, son nuestra razón, nuestro porqué; esto es lo más importante, y es lo que convierte a esta historia, en una trascendente. Aquí el género infantil va más allá y nos transporta a un discurso universal donde no importa lo que lees, sabes que el mensaje es cierto: venimos a ser felices. ¿Qué hacemos para conseguirlo?
La crítica ya comentada se adhiere entonces a la atmósfera del libro, otorgándole un sentido a todo lo que leemos que le pasa a Momo, quien se asombra por los "cambios" de la vida. Hasta aquí, los personajes que hemos conocido son entrañables e incluso tienen sus matices: Beppo, Gigi, María, El Maestro Hora, la Tortuga [Casiopea], todos son clarificados y aportan su grano para que Momo concientice su papel y entienda que dependerá de ella recuperar lo perdido. Así, como en toda historia, el conflicto es claro, además de que presenta una segunda crítica no menos importante que la primera pero sí igualmente esencial: la madurez. No profundizaré en este concepto, ya que es completamente relativo, y más por nuestras propias experiencias, sin embargo, tiene aspectos básicos y universales. Y el libro los expone: nos presenta el lado oscuro de esta etapa de la humanidad; el adulto no tiene tiempo para las cosas que hacen los niños, no tiene tiempo ni para sí mismo. Y esto es algo que incluso Disney se ha esforzado en decirles.
Y aunque la historia goza de conflictos que exponen la maravillosa imaginación del autor y los presenta con optimismo y ligereza, considerando principalmente al público al que va dirigida, lo cierto es que encontré un clímax demasiado inocente para el conflicto desarrollado. Probablemente mis expectativas eran otras o pensé mal, o en otro tipo de soluciones, no lo sé. Sólo sé que es un clímax delicado y de poca tensión, pero por ello la historia no deja de ser poderosa, crítica con la humanidad y seductora en sus componentes básicos: una protagonista interesante, un mal metafórico resultado de las acciones de la Sociedad actual y una valiosa lección: aprendamos a ser felices. El final deja con ganas de más, pero como los grandes misterios de la vida, el resto pertenece a nuestra imaginación.
Momo trasciende debido a que enseña a sus lectores que su alegría, que sus ganas de vivir, explorar y ser lo que quieran ser, que el trato con el prójimo, la relación humana son valores importantes, básicos, no debemos apartarlos de nuestro proceso de crecimiento, porque sin la capacidad de exploración ¿qué somos? ¿Autómatas? ¿Robots? Momo llegó en 1973 para quedarse en el corazón de la humanidad, y lo logró al decirnos que lo valioso de compartir momentos con los demás, en vez de quedarnos a jugar video-juegos, estar en el celular (que nos pasa a millones en el planeta) o ignorar nuestros corazones, es estar en el momento con la otra persona, aprender de ella. Así, decidamos, prioricemos nuestros más íntimos deseos y llevémoslos a cabo. Al final, hablamos de nuestra propia felicidad ¿que no?
Muy recomendable, especialmente para los más sensibles. ¡Los hará llorar!