La novela de fantasía de Michael Ende La historia interminable apareció silenciosamente en la escena australiana hace varios años. Solo recientemente ha llamado la atención gracias a la llegada de la película y el coincidente lanzamiento de la versión de bolsillo del libro (que, dicho sea de paso, no reproduce el texto en dos colores como el original) [1]. La versión cinematográfica me decepcionó porque no mantuvo la tesis del libro: la influencia de Fantasia en el mundo exterior. La versión cinematográfica tampoco dejó en claro que el mundo de la imaginación humana tiene un valor metafísico: los realizadores sustituyen la original "Fantasia" por la palabra "Fantasía", así la película despoja de significado a la historia. Otro reparo que tengo contra la película es que la idea de “la historia interminable" nunca se desarrolla como en el libro. De hecho, la película deja al espectador completamente a oscuras sobre por qué la historia es "interminable" y se contradice: habiendo sido dicho que las criaturas de Fantasia no pueden entrar al mundo real, la audiencia ve a Bastián y al dragón de la suerte (que se parece más a un perro de la suerte) regresar a la escena de la humillación de Bastián a manos de sus verdugos.
Sin embargo, habiendo expresado mi pesar por el fracaso de la versión cinematográfica de La historia interminable, ahora me gustaría ofrecer una lectura alegórica del texto traducido (Ende escribe en alemán). Al hacerlo, asumo que el texto traducido conserva el tono y el sesgo polémico del original. Trabajar a partir de una traducción excluye cualquier análisis sistemático del lenguaje utilizado en la historia, por lo que mis comentarios se limitarán a elementos de la trama y lo que percibo como la tesis del libro.
En primer lugar, veo la historia de Ende como una defensa de la imaginación humana, pero una defensa estructurada que enfatiza la capacidad de portar la verdad de esa facultad exclusivamente humana. En segundo lugar, veo un ataque sutil al incipiente nihilismo de la época actual y especialmente al que destruye todo sentido en nombre de la teoría literaria. Finalmente, veo también en este libro una actualización de las teorías de los predecesores de Ende, C.S. Lewis y J.R.R. Tolkien, que hace mucho para validar y fundamentar una visión del mundo neorromántica e intensamente metafísica, la Weltanschauung.
Como obra apologética que defiende el papel y la importancia de la imaginación humana, La historia interminable está estrechamente relacionada tanto en estilo como en sustancia con los escritos del clérigo victoriano George MacDonald. Hay algo en la simplicidad y la mente abierta de Bastián que me recuerda a Curdie y al héroe de Más allá del viento del norte. Las mismas cualidades de capricho y mitopoética están presentes en la obra de Ende como en la de MacDonald.
Bastián es un creador de fantasía. Le dice al señor Koreander que sus compañeros de escuela se burlan de él por ser un "chiflado, cuentista... (y) mentiroso" porque "me imagino historias, invento nombres y palabras que no existen, y cosas así..." (p. 5) La creatividad de Bastián se ve estimulada por su pasión por los libros, una pasión que, como nos advierte el autor, los lectores debemos compartir si queremos seguir simpatizando con Bastián después de que robe el misterioso libro del señor Koreander. De hecho, pronto aprendemos que la pasión que impulsa a Bastián es realmente una pasión por los valores objetivos. El nihilismo que impregna las filosofías actuales y las "aproximaciones críticas a la literatura" se aborda desde el momento en que Bastián se instala en el desván de la escuela con el libro:
¿Bastián está reflexionando aquí sobre la noción más crítica de que un texto no existe hasta que es procesado por el lector? Ciertamente lo parecería: la forma más extrema de crítica nihilista, la deconstrucción, se compone de teorías que afirman que "los textos no están en ninguna parte del todo presentes [2], y que, sin el lector, no hay mensaje ni significado [3].
Michael Ende no descarta el papel del lector, más bien lo afirma. El lector debe ser "atraído", por así decirlo, debe participar activamente en el texto. Por tanto, Bastián debe dar un nuevo nombre a la Emperatriz Infantil para salvar a Fantasia; debe participar en el proceso de sub-creación imaginativa en el sentido expresado por J.R.R. Tolkien en su ensayo Sobre los cuentos de hadas. El creador de historias crea un mundo secundario en el que la mente del lector puede entrar, y una vez allí, el lector se mantiene en un estado de "subcreador", es decir, se involucra con el mundo inventado en sus propios términos y de acuerdo con sus propias leyes [4]. También el compañero Inkling de Tolkien, C.S. Lewis observó que el poder del libro de David Lindsay Viaje a Arcturus radica en el hecho de que "somos nosotros y el autor quienes transitamos por un mundo de peligros espirituales" [5]. Bastián debe entrar a Fantasia, por lo contrario, la historia simplemente se repetirá de forma interminable. Sin la participación activa del lector, tenemos una “historia interminable" contenida entre dos cubiertas. Una vez que participa, la historia cobra vida y el lector se involucra en el mundo secundario.
Ende afirma la presencia tanto autoral como textual. El texto existe como la historia interminable pero la entrada de Bastián produce la transformación del mero texto en actividad imaginativa. Ende ve el proceso de generación, como el encuentro de las imaginaciones, tanto del autor como del lector. La interacción es vital para la vida de Fantasia. No basta con que el autor cree un mundo nuevo: el lector debe comprometerse con él, pero para hacerlo ya debe existir el mundo secundario creado.
Es significativo que Ende elija para su villano, una amenaza nihilista llamada "la Nada". La Nada erradica las construcciones imaginativas, es decir, el paisaje de Fantasia, sus criaturas y edificaciones. No es, como dice la versión cinematográfica, una ráfaga de nubes y viento, simplemente es nada:
Dado que "nada en absoluto" es la esencia de la deconstrucción de Derrida, la Nada de Ende funciona poderosamente como símbolo, ya que la Nada devora los elementos del mundo secundario imaginativo y amenaza a la Emperatriz Infantil misma, el foco de la imaginación y la creación humanas. M.H. Abrams ve el "continuo aplazamiento de la presencia" de Derrida como una reducción de los textos (construcciones imaginativas) a "una cámara de eco sellada en la que los significados se reducen a una ecololia incesante, una reverberación vertical y lateral de signo a signo de no presencia fantasmal que emana de ninguna voz, intencionada por nadie, que no se refiere a nada, bombardeando un vacío." [6] De hecho, el objetivo destructivo de la deconstrucción se expresa abiertamente en los términos que los mismos deconstructores aplican a sus teorías: “ataque preventivo retórico" y “disrupción” [7]
Ende se acerca más a una identificación de la Nada, en la admisión que hace Gmork (el hombre lobo) de tener como misión el facilitar la destrucción de Fantasia: "Aquellos a quienes sirvo, decidieron la aniquilación de Fantasia", dice a Atreyu (pág. 136). Gmork es malvado porque, “vosotros teníais un mundo, pero yo no" (p. 135). Los deconstructores se niegan a sí mismos un mundo, niegan todo sentido de presencia; su objetivo es negar a todos los demás sus mundos, ya sean materiales, imaginativos o espirituales. Su filosofía es metafísica y ontológicamente negativa y "consiste en mostrar que todo el edificio de la metafísica occidental descansa sobre la posibilidad de compensar una no-presencia primordial a modo de complemento". (Harari, p. 37.) "Suplemento", en términos derridianos es algo añadido para rectificar una deficiencia. La metafísica occidental consiste en "suplementos" ilusorios que incluyen los de Dios y el Sí mismo. La deconstrucción busca exponer las ilusiones y reemplazarlas con Nada, tal como lo hace la Nada de Ende en (¿ilusoria?) Fantasia.
Ende le permite a Bastián entrar en Fantasia y derrotar a la Nada recreando el mundo imaginario, pero Bastián comienza a usar su poder creativo para fines egoístas, sin embargo, cada vez que pide un deseo, pierde parte de su memoria y por fin, olvida su propio nombre. El uso del poder de la imaginación para fines egoístas no conduce a la verdadera Fantasia, sino solo a una mentira. Bastián debe entregar todos los dones que ha ganado en Fantasia para volver a ser humano y se le permite llevarse consigo un poco del Agua de la Vida, la fuente del poder fantástico, de regreso a su padre.
Bastián, de vuelta en el mundo real, le cuenta sus aventuras a su padre y ve en sus lágrimas que ha logrado llevarle el regalo del Agua de la Vida. El niño solitario cura a Fantasia de los estragos de la Nada, Fantasia cura la ruptura de la soledad y el dolor entre el niño y su padre. Así, Ende muestra que el poder de la imaginación y los mundos mágicos que puede crearse, sirven no solo como escape de las dificultades mundanas, sino como curación para ellas. La humanidad está completa solo cuando la imaginación es libre para funcionar desinteresadamente en la creación de nuevos mundos que otros pueden compartir. Ende nos ha dado lo que Tolkien ha dicho que todos los lectores de cuentos de hadas ganan: evasión, renovación y consolación. (Sobre los cuentos de hadas, págs. 57-72)
Por evasión, se entiende "la fuga del prisionero", así Bastián escapa de la prisión de la soledad, la sensibilidad y la alienación de su padre convirtiéndose en un héroe en Fantasia. La recuperación se refiere al regreso al mundo real con la capacidad de verlo con nuevos ojos, traer una cura posible únicamente por el encuentro con el mundo fantástico y ver las cosas reales y simples revestidas con las túnicas de la imaginación. Bastián regresa, curado de su dolor y trae curación a su padre, una curación que a su vez beneficia a Bastián, continuando el proceso de curación.
El consuelo, según Tolkien, es la "catástrofe benéfica o eucatástrofe", el repentino y alegre giro del final feliz: "niega (frente a muchas pruebas, si se quiere) la derrota final universal y, es por tanto, evangellium [buena noticia], en cuanto permite una visión fugaz de la alegría ..." (Ibid., p. 68.)
Ende ha creado un cuento de hadas dentro de un cuento de hadas, y ambos proporcionan estos tres elementos, una garantía de que la Nada no puede ser una amenaza para la imaginación humana, ya que es nada, y la creación humana es creación ex nihilo. A pesar del filosofar erudito que afirma la nada y la ilusión, la imaginación humana triunfa y nos permite traer el Agua de la Vida de regreso al mundo cotidiano y enriquecerlo.
Vale la pena contrastar el lenguaje de los escritores de fantasía con el de los deconstructores. Estos últimos utilizan oscuras formas polisilábicas para describir toda existencia, humana o literaria, como ilusión; los primeros utilizan términos concretos y valores positivos para afirmar la existencia humana y su enriquecimiento por el vínculo entre lo mundano y lo sobrenatural que proporciona la imaginación. Leer la obra de Ende como alegoría permite apreciarla como una afirmación de valores metafísicos y ontológicos positivos y como un medio de "recuperación" en el sentido de Tolkien, de una nueva visión de la realidad mundana. La amenaza de la Nada es nada y el lector cumple en parte la profecía de Doña Aiuola:
El cuento de hadas doble de Ende nos lleva con Bastián al maravilloso mundo de Fantasia. Pero, principalmente nos atrae al mundo de Bastián, de modo que sentimos con él la gama de emociones que experimenta. Salimos de la historia de Bastián enriquecidos por la magia de un niño pequeño y sus intentos de ganar la atención y el amor de su padre afligido. Como observa C.S. Lewis:
El trabajo de Ende proporciona evidencia de la veracidad de la teoría de Lewis y apoya la necesidad de elementos "bien utilizados por el autor" que se encuentran con "el lector adecuado": ambos son esenciales para la construcción del significado y para la participación en el mundo secundario. Por supuesto, el libro de Ende es mucho más que una alegoría, pero eso exige más espacio del que permite este artículo. Sin embargo, como alegoría, afirma el valor de lo fantástico como un medio de "dar vida" y afianza el lugar de Ende como escritor de fantasía entre las filas de los maestros Lewis, Tolkien y MacDonald.
Sin embargo, habiendo expresado mi pesar por el fracaso de la versión cinematográfica de La historia interminable, ahora me gustaría ofrecer una lectura alegórica del texto traducido (Ende escribe en alemán). Al hacerlo, asumo que el texto traducido conserva el tono y el sesgo polémico del original. Trabajar a partir de una traducción excluye cualquier análisis sistemático del lenguaje utilizado en la historia, por lo que mis comentarios se limitarán a elementos de la trama y lo que percibo como la tesis del libro.
En primer lugar, veo la historia de Ende como una defensa de la imaginación humana, pero una defensa estructurada que enfatiza la capacidad de portar la verdad de esa facultad exclusivamente humana. En segundo lugar, veo un ataque sutil al incipiente nihilismo de la época actual y especialmente al que destruye todo sentido en nombre de la teoría literaria. Finalmente, veo también en este libro una actualización de las teorías de los predecesores de Ende, C.S. Lewis y J.R.R. Tolkien, que hace mucho para validar y fundamentar una visión del mundo neorromántica e intensamente metafísica, la Weltanschauung.
Como obra apologética que defiende el papel y la importancia de la imaginación humana, La historia interminable está estrechamente relacionada tanto en estilo como en sustancia con los escritos del clérigo victoriano George MacDonald. Hay algo en la simplicidad y la mente abierta de Bastián que me recuerda a Curdie y al héroe de Más allá del viento del norte. Las mismas cualidades de capricho y mitopoética están presentes en la obra de Ende como en la de MacDonald.
Bastián es un creador de fantasía. Le dice al señor Koreander que sus compañeros de escuela se burlan de él por ser un "chiflado, cuentista... (y) mentiroso" porque "me imagino historias, invento nombres y palabras que no existen, y cosas así..." (p. 5) La creatividad de Bastián se ve estimulada por su pasión por los libros, una pasión que, como nos advierte el autor, los lectores debemos compartir si queremos seguir simpatizando con Bastián después de que robe el misterioso libro del señor Koreander. De hecho, pronto aprendemos que la pasión que impulsa a Bastián es realmente una pasión por los valores objetivos. El nihilismo que impregna las filosofías actuales y las "aproximaciones críticas a la literatura" se aborda desde el momento en que Bastián se instala en el desván de la escuela con el libro:
Me gustaría saber», se dijo, «qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin embargo... Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. Dentro hay personas que no conozco todavía, y todas las aventuras, hazañas y peleas posibles... y a veces se producen tormentas en el mar o se llega a países o ciudades exóticos. Todo eso está en el libró de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo, eso está claro. Pero está dentro ya antes. Me gustaría saber de qué modo.
¿Bastián está reflexionando aquí sobre la noción más crítica de que un texto no existe hasta que es procesado por el lector? Ciertamente lo parecería: la forma más extrema de crítica nihilista, la deconstrucción, se compone de teorías que afirman que "los textos no están en ninguna parte del todo presentes [2], y que, sin el lector, no hay mensaje ni significado [3].
Michael Ende no descarta el papel del lector, más bien lo afirma. El lector debe ser "atraído", por así decirlo, debe participar activamente en el texto. Por tanto, Bastián debe dar un nuevo nombre a la Emperatriz Infantil para salvar a Fantasia; debe participar en el proceso de sub-creación imaginativa en el sentido expresado por J.R.R. Tolkien en su ensayo Sobre los cuentos de hadas. El creador de historias crea un mundo secundario en el que la mente del lector puede entrar, y una vez allí, el lector se mantiene en un estado de "subcreador", es decir, se involucra con el mundo inventado en sus propios términos y de acuerdo con sus propias leyes [4]. También el compañero Inkling de Tolkien, C.S. Lewis observó que el poder del libro de David Lindsay Viaje a Arcturus radica en el hecho de que "somos nosotros y el autor quienes transitamos por un mundo de peligros espirituales" [5]. Bastián debe entrar a Fantasia, por lo contrario, la historia simplemente se repetirá de forma interminable. Sin la participación activa del lector, tenemos una “historia interminable" contenida entre dos cubiertas. Una vez que participa, la historia cobra vida y el lector se involucra en el mundo secundario.
Ende afirma la presencia tanto autoral como textual. El texto existe como la historia interminable pero la entrada de Bastián produce la transformación del mero texto en actividad imaginativa. Ende ve el proceso de generación, como el encuentro de las imaginaciones, tanto del autor como del lector. La interacción es vital para la vida de Fantasia. No basta con que el autor cree un mundo nuevo: el lector debe comprometerse con él, pero para hacerlo ya debe existir el mundo secundario creado.
Es significativo que Ende elija para su villano, una amenaza nihilista llamada "la Nada". La Nada erradica las construcciones imaginativas, es decir, el paisaje de Fantasia, sus criaturas y edificaciones. No es, como dice la versión cinematográfica, una ráfaga de nubes y viento, simplemente es nada:
- En Podrepantano, nuestro país, ha ocurrido algo... algo incomprensible... Es decir, está ocurriendo aún... Es difícil describirlo... empezó por, es decir... Bueno, al este de nuestro país hay un lago... o, mejor dicho, había... llamado Cálidocaldo. Y todo empezó porque, un día, el lago de Cálidocaldo no estaba ya allí... Simplemente había desaparecido, ¿comprendéis?
- ¿Quiere usted decir -preguntó Úckuck- que se secó ?
- No -repuso el fuego fatuo-, en tal caso habría ahora allí un lago seco. Pero no es así. Donde estaba el lago no hay nada... Simplemente nada, ¿comprendéis?
- ¿Un agujero? -gruñó el comerrocas.
- No, tampoco un agujero -el fuego fatuo parecía cada vez más desamparado-. Un agujero es algo. Y allí no hay nada.” (pág. 19.)
Dado que "nada en absoluto" es la esencia de la deconstrucción de Derrida, la Nada de Ende funciona poderosamente como símbolo, ya que la Nada devora los elementos del mundo secundario imaginativo y amenaza a la Emperatriz Infantil misma, el foco de la imaginación y la creación humanas. M.H. Abrams ve el "continuo aplazamiento de la presencia" de Derrida como una reducción de los textos (construcciones imaginativas) a "una cámara de eco sellada en la que los significados se reducen a una ecololia incesante, una reverberación vertical y lateral de signo a signo de no presencia fantasmal que emana de ninguna voz, intencionada por nadie, que no se refiere a nada, bombardeando un vacío." [6] De hecho, el objetivo destructivo de la deconstrucción se expresa abiertamente en los términos que los mismos deconstructores aplican a sus teorías: “ataque preventivo retórico" y “disrupción” [7]
Ende se acerca más a una identificación de la Nada, en la admisión que hace Gmork (el hombre lobo) de tener como misión el facilitar la destrucción de Fantasia: "Aquellos a quienes sirvo, decidieron la aniquilación de Fantasia", dice a Atreyu (pág. 136). Gmork es malvado porque, “vosotros teníais un mundo, pero yo no" (p. 135). Los deconstructores se niegan a sí mismos un mundo, niegan todo sentido de presencia; su objetivo es negar a todos los demás sus mundos, ya sean materiales, imaginativos o espirituales. Su filosofía es metafísica y ontológicamente negativa y "consiste en mostrar que todo el edificio de la metafísica occidental descansa sobre la posibilidad de compensar una no-presencia primordial a modo de complemento". (Harari, p. 37.) "Suplemento", en términos derridianos es algo añadido para rectificar una deficiencia. La metafísica occidental consiste en "suplementos" ilusorios que incluyen los de Dios y el Sí mismo. La deconstrucción busca exponer las ilusiones y reemplazarlas con Nada, tal como lo hace la Nada de Ende en (¿ilusoria?) Fantasia.
Ende le permite a Bastián entrar en Fantasia y derrotar a la Nada recreando el mundo imaginario, pero Bastián comienza a usar su poder creativo para fines egoístas, sin embargo, cada vez que pide un deseo, pierde parte de su memoria y por fin, olvida su propio nombre. El uso del poder de la imaginación para fines egoístas no conduce a la verdadera Fantasia, sino solo a una mentira. Bastián debe entregar todos los dones que ha ganado en Fantasia para volver a ser humano y se le permite llevarse consigo un poco del Agua de la Vida, la fuente del poder fantástico, de regreso a su padre.
Bastián, de vuelta en el mundo real, le cuenta sus aventuras a su padre y ve en sus lágrimas que ha logrado llevarle el regalo del Agua de la Vida. El niño solitario cura a Fantasia de los estragos de la Nada, Fantasia cura la ruptura de la soledad y el dolor entre el niño y su padre. Así, Ende muestra que el poder de la imaginación y los mundos mágicos que puede crearse, sirven no solo como escape de las dificultades mundanas, sino como curación para ellas. La humanidad está completa solo cuando la imaginación es libre para funcionar desinteresadamente en la creación de nuevos mundos que otros pueden compartir. Ende nos ha dado lo que Tolkien ha dicho que todos los lectores de cuentos de hadas ganan: evasión, renovación y consolación. (Sobre los cuentos de hadas, págs. 57-72)
Por evasión, se entiende "la fuga del prisionero", así Bastián escapa de la prisión de la soledad, la sensibilidad y la alienación de su padre convirtiéndose en un héroe en Fantasia. La recuperación se refiere al regreso al mundo real con la capacidad de verlo con nuevos ojos, traer una cura posible únicamente por el encuentro con el mundo fantástico y ver las cosas reales y simples revestidas con las túnicas de la imaginación. Bastián regresa, curado de su dolor y trae curación a su padre, una curación que a su vez beneficia a Bastián, continuando el proceso de curación.
El consuelo, según Tolkien, es la "catástrofe benéfica o eucatástrofe", el repentino y alegre giro del final feliz: "niega (frente a muchas pruebas, si se quiere) la derrota final universal y, es por tanto, evangellium [buena noticia], en cuanto permite una visión fugaz de la alegría ..." (Ibid., p. 68.)
Ende ha creado un cuento de hadas dentro de un cuento de hadas, y ambos proporcionan estos tres elementos, una garantía de que la Nada no puede ser una amenaza para la imaginación humana, ya que es nada, y la creación humana es creación ex nihilo. A pesar del filosofar erudito que afirma la nada y la ilusión, la imaginación humana triunfa y nos permite traer el Agua de la Vida de regreso al mundo cotidiano y enriquecerlo.
Vale la pena contrastar el lenguaje de los escritores de fantasía con el de los deconstructores. Estos últimos utilizan oscuras formas polisilábicas para describir toda existencia, humana o literaria, como ilusión; los primeros utilizan términos concretos y valores positivos para afirmar la existencia humana y su enriquecimiento por el vínculo entre lo mundano y lo sobrenatural que proporciona la imaginación. Leer la obra de Ende como alegoría permite apreciarla como una afirmación de valores metafísicos y ontológicos positivos y como un medio de "recuperación" en el sentido de Tolkien, de una nueva visión de la realidad mundana. La amenaza de la Nada es nada y el lector cumple en parte la profecía de Doña Aiuola:
… en un futuro lejano, llegará el día en que los seres humanos traerán también el amor a Fantasia. Entonces los dos mundos serán uno solo". (pág. 367.)
El cuento de hadas doble de Ende nos lleva con Bastián al maravilloso mundo de Fantasia. Pero, principalmente nos atrae al mundo de Bastián, de modo que sentimos con él la gama de emociones que experimenta. Salimos de la historia de Bastián enriquecidos por la magia de un niño pequeño y sus intentos de ganar la atención y el amor de su padre afligido. Como observa C.S. Lewis:
Lo fantástico o mítico es un estado disponible para todas las edades en algunos lectores; para otros, en ninguna edad. Si es bien utilizado por el autor y se encuentra con el lector adecuado, tiene el mismo poder: generalizar sin dejar de ser concreto, para presentar en forma palpable, clases enteras de experiencias y deshacerse de las irrelevantes. Pero en su mejor vertiente puede hacer más; puede darnos experiencias que nunca hemos tenido y, por lo tanto, en lugar de "comentar la vida", puede agregar algo más. [8]
El trabajo de Ende proporciona evidencia de la veracidad de la teoría de Lewis y apoya la necesidad de elementos "bien utilizados por el autor" que se encuentran con "el lector adecuado": ambos son esenciales para la construcción del significado y para la participación en el mundo secundario. Por supuesto, el libro de Ende es mucho más que una alegoría, pero eso exige más espacio del que permite este artículo. Sin embargo, como alegoría, afirma el valor de lo fantástico como un medio de "dar vida" y afianza el lugar de Ende como escritor de fantasía entre las filas de los maestros Lewis, Tolkien y MacDonald.
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[1] Michael Ende, The Neverending Story. Trans. Ralph Manheim (London: Allen Lane, 1983).
[2] Josue V. Harari, "Preface" to Textual Strategies: Perspectives in Post-Structuralist Criticism (of which he is editor) (Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1979), p. 37.
[3] Wolfgang Iser, "The Reading Process: A Phenomenological Approach", in Iser, The Implied Reader: Patterns of Communication in Prose Fiction from Bunyan to Becket (Baltimore, 1974) quoted by Susan K. Suleiman in her Introduction to The Reader in the Text: Essays on Audience and Interpretation (Princeton. N.J.: Princeton University Press, 1980), p. 44.
[4] J.R.R. Tolkien, "On Fairy-stories", in Tree and Leaf (London: Unwin Paperbacks, 1975), pp. 40-42.
[5] C.S. Lewis, "On Stories", in Of This and Other Worlds, ed. Walter Hooper (London: Collins, 1982), p. 35.
[6] M.H. Abrams, "The Deconstructive Angel", in Critical Inquiry 3 (1977), quoted by Suleiman, cit. supra, pp. 42-43.
[7] Christopher Norris, Deconstruction: Theory and Practice (London: Methuen, 1982), p. 108.
[2] Josue V. Harari, "Preface" to Textual Strategies: Perspectives in Post-Structuralist Criticism (of which he is editor) (Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1979), p. 37.
[3] Wolfgang Iser, "The Reading Process: A Phenomenological Approach", in Iser, The Implied Reader: Patterns of Communication in Prose Fiction from Bunyan to Becket (Baltimore, 1974) quoted by Susan K. Suleiman in her Introduction to The Reader in the Text: Essays on Audience and Interpretation (Princeton. N.J.: Princeton University Press, 1980), p. 44.
[4] J.R.R. Tolkien, "On Fairy-stories", in Tree and Leaf (London: Unwin Paperbacks, 1975), pp. 40-42.
[5] C.S. Lewis, "On Stories", in Of This and Other Worlds, ed. Walter Hooper (London: Collins, 1982), p. 35.
[6] M.H. Abrams, "The Deconstructive Angel", in Critical Inquiry 3 (1977), quoted by Suleiman, cit. supra, pp. 42-43.
[7] Christopher Norris, Deconstruction: Theory and Practice (London: Methuen, 1982), p. 108.
[8] C.S. Lewis, "Sometimes Fairy Stories Say Best What's to be Said", in Of This and Other Worlds. pp. 74-75