Imagen: Mauro Mazzara
Si me hubieses matado serías ahora un cazador. Sin embargo, renunciaste a ello y por eso puedo ayudarte ahora.
(La historia interminable, capítulo III)
Franco Picchio, eminente estudioso de Orlando Furioso, nos recuerda cómo “todos los cuentos de hadas son historias de transformaciones” y este enfoque nos ayuda a adentrarnos en La historia interminable como obra maestra épica y heroica, como itinerario de una verdadera novela, siendo un cuento complejo, orgánico, profundo, basado “en la aventura” (de ad-ventus: esperar que suceda algo decisivo), como las novelas medievales artúricas, es decir, basado en la experiencia de un viaje del alma que conduce a su maduración y transfiguración.
Bajo el fino velo de una narración meramente fantástica, se esconde una amplia visión espiritual que el genio de Ende despliega a través de un lenguaje coherente y clásico y una estructura narrativa simbólica de arquitectura maravillosa y modeladora. No solo la creación de mundos alternativos, sino la irradiación de un Logos que es tensión creativa de esos mundos. Ya en las primeras páginas encontramos indicios de sabiduría esotérica y correspondencias de armonías que nos permiten sublimar la letra sumergiéndonos en el Espíritu.
El niño Bastián comienza presentándose como una persona insignificante, vil, patética, atrapada en el curso de una crisis vital. Pero esta “piedra vil” se convertirá en una piedra preciosa. Inmediatamente comienza un proceso muy preciso de purificación e iluminación, rico en creatividad y rituales. Bastián ama visceralmente los libros, leer y refugiarse en la tienda del señor Koreander le brinda un respiro formativo que le abrirá el camino hacia sí mismo y a las dimensiones más viriles y espirituales del Ser. La sabia biblioteca lo somete a un riguroso examen de conciencia y Bastián se ve inmerso en este rito de denudación y reflexión. El encuentro con el Libro sagrado, vivo y palpitante le lleva a hacer una elección radical de vida: dejarlo todo y buscar un nuevo refugio que será el desván de la escuela, precisamente el lugar de sus humillaciones.
Los colores nunca son aleatorios e indican una pista significativamente útil. El Libro tiene una cubierta reluciente de color cobre y dos tintas en su interior, es doble como el estupendo emblema de Áuryn que lo sella: las dos serpientes, clara y oscura del caduceo hermético. Tras tomar el Libro, su corazón comienza a calentarse nuevamente, a despertar. El refugio del ático resulta ser una auténtica caverna hermética e iniciática. En la penumbra un rayo lechoso de luz se filtra desde arriba, el techo es de cobre, como el Libro (que, por tanto, une el color verde y el rojo), el ático está animado por corrientes de aire y el único ser vivo es un ratón blanco, una presencia alusiva a otro significado como el conejo blanco de Alicia o los muchos animales simbólicos de Pinocho.
El ático está lleno de objetos que recuerdan a la alquimia: alambiques, retortas, botellas… y también tres animales disecados: un búho, un águila real y un zorro. Este trinomio manifiesta un sentido profundo y sutil, el búho sabio recuerda a la sal, el águila real simboliza el fuego, por lo tanto, al azufre y el esquivo zorro podría aludir al mercurio. Por tradición, esta trinidad recuerda también a la del cuerpo, el alma y el espíritu, los componentes esenciales del ser humano. Otro factor simbólico importante es el esqueleto humano que cuelga de un perchero. Ende igual que Buzzati, es un maestro en evocar atmósferas y climas espirituales con solo algunos toques y pistas, partiendo de contextos aparentemente burgueses y prosaicos. Aquí un sencillo esqueleto empleado como material escolar adquiere un papel iniciático preciso, tanto por su proximidad a los tres animales simbólicos, como por el hecho de que Bastián cuelga su ropa mojada encima de él, es decir, se despoja de su ser antiguo mediante un ritual de muerte interior. Lo único que lo mantiene atado a la vida es el Libro místico y misterioso.
Que el ático es una cueva cósmica en la que tienen lugar las transformaciones del Hombre también se confirma narrativamente en el capítulo XXI, El Monasterio de las Estrellas, donde Bastián busca la sabiduría en una alta y mística montaña donde encuentra a tres Seres que guían el Monasterio y que parecen dioses egipcios: un ser con cabeza de búho, Uschtu la madre de la intuición, uno con cabeza de águila, Schirkrie el padre de la visión y uno con cabeza de zorro, Yisipu el hijo de la inteligencia. Bastián, que buscaba la sabiduría, paradójicamente se encuentra teniendo que convertirse en un oráculo para los tres Seres que lo interrogan y usa la luz de Al’Tsahir, una piedra mágica que recuerda al Grial en su versión persa, para iluminar el universo y así aparece a la breve y deslumbrante luz, el ático de la escuela donde está la historia/vida al principio, es decir, donde se encuentra el Libro. Así, los Seres ven sus correspondientes talismanes. ¡Como es arriba es abajo! enseña Hermes.
El proceso de revelación y transformación es gradual. En el transcurso de la historia, de hecho, descubriremos que la cueva/ático de Bastián, donde se incuba su regeneración como una larva en trance, también esconde y revela un candelabro de siete brazos que Bastián encenderá y que luego encontramos como un estandarte en su tienda real cuando Bastián comience a vivir en Fantasia. La espiritualidad mística y simbólica de tipo judío y del Antiguo Testamento, incluso con venas apocalípticas, aparece de hecho, como una de las matrices culturales de la obra de Michael Ende igual que en otra de sus maravillosas composiciones: El espejo en el espejo. En La historia interminable, Xayide la chica hambrienta de poder cuyo veneno espiritual corrompe el alma de Bastián, recuerda a la figura judía de Lilith con respecto a la integridad de Adán, y el mismo culto a los nombres que revive a la Emperatriz Infantil y gobierna Fantasia, recuerda al tema de la mística y espiritual Cábala judía sobre el nombre de Dios.
Ya en el primer capítulo de la epopeya cuando Fantasia se encuentra en peligro, se revelan de inmediato los signos y claves para una lectura más verdadera y profunda, que conjuga tradiciones ancestrales con un espíritu de investigación siempre nuevo. ¿Cuáles son los cuatro mensajeros y embajadores que se dirigen a la Torre de Marfil en busca de la Emperatriz Infantil? Un fuego fatuo del país de los pantanos un ser ambiguo y hermético ni hombre ni mujer, un comerrocas de la Montaña de los Túneles y que se alimenta de roca gris que digiriere lentamente, un silfo nocturno, parecido a una oruga negra y rosa que viaja a horcajadas en un murciélago, y finalmente, un diminutense de vestuario colorido como un arlequín, a lomos de un caracol de carreras, figura que ya aparece en Collodi. Cuatro figuras representativas, casi esencias del éter, en el sentido de que aparecen vinculadas a los procesos metamórficos de los elementos, casi alegorías de las fases preparatorias del trabajo alquímico.
Incluso las connotaciones meteorológicas son utilizadas por Ende como alusiones precisas, como las nubes que parecían oro líquido sobre el Laberinto/Jardín de la Torre de Marfil. Jardín donde aparecen unicornios y un fénix, que es blanco y bermellón. La llegada de los mensajeros a la Torre Imperial está marcada por un rito misterioso: beber en silencio de un cáliz de marfil. No hay personajes en La historia interminable que no muestren un aura esotérica y un sentido alegórico: como el centauro blanco y negro, Caíron (del griego: momento favorable, propicio) y el propio Atreyu, un cazador chamánico de búfalos purpúreos que no solo son presas, sino seres vivientes totémicos que se le aparecen en su sueño como oráculos que lo guían y le enseñan caminos de sabiduría.
La relación vivida y fraternal en sueños, entre Atreyu y el Gran búfalo purpureo representa una preciosa página de gran profundidad e intensa emoción. Atreyu es llamado a la Gran búsqueda para salvar el Reino y a la Emperatriz Infantil y debe salir desarmado, como los cruzados, y nunca atacar primero sino solo defenderse, como los templarios. Una peregrinación santa, sin destino ni ayuda, como la de los monjes irlandeses medievales que zarpaban en pequeñas embarcaciones sin timones ni remos. Los colores de Atreyu son verde y púrpura, muy similares a los colores del Libro. Nicolas Flamel habla de su Libro alquímico como un libro cuya cubierta es de corteza verde. Atreyu con su piel verde y manto púrpura, es el niño perenne, el cazador sagrado, el homo selvaticus de corazón puro y valiente.
Incluso el cristianismo más místico puede utilizarse como clave para profundizar en las riquezas y armonías ocultas de la obra. ¿No es la Torre de Marfil un título de alabanza a la Virgen, no parece Atreyu un San Juan Bautista junto a Bastián el Salvador? ¿No recuerda la batalla de la Torre de Marfil al Armagedón del Apocalipsis de San Juan? Como toda obra maestra, La historia interminable también se hace eco, sin imitarlas, de otras obras maestras, como El señor de los anillos. Tanto por uno de sus núcleos narrativos, aquí invertido, por el que Bastián se une morbosamente a Áuryn sin respetar más su aura sagrada, como por la geografía mágica y mitopoética de la obra.
La gran búsqueda de Atreyu es un viaje cósmico que toca los cuatro puntos cardinales y atraviesa lugares especiales como las Torres de Cristal de Eribo, donde los habitantes recogen la luz de las estrellas, una metáfora alquímica. La cueva hermética de los dos sabios gnomos llamados “los colonos”, imagen del andrógino, del Adán primitivo. Maravillosa aparece entonces la descripción de las dos esfinges del Oráculo del Sur descritas como vivas, aunque inmóviles, vistas como la unión del león, águila, toro y hombre, es decir, los cuatro Seres vivientes del Libro del profeta Daniel y del Apocalipsis de San Juan. El Oráculo es una Voz/Sonido tenue pero poderoso, como la Palabra de Dios, que late dentro de un palacio misterioso e iniciático lleno de columnas. La Voz del Silencio recuerda en su conjunción de contrarios, a las paradojas de la Piedra [filosofal] de Bolonia y la sabiduría del soneto alquímico de Cyliani.
Cada cruce de la historia nos enseña una sabiduría sobre el alma humana que solo un espíritu iluminado puede haber vivido antes de plasmarlo por escrito. El País de la Gentuza (Cap. VIII) y La Ciudad de los Espectros (Cap. IX) recuerdan tanto a Dante como a Collodi. El león Graógraman de Goab, el desierto de colores (Cap. XIV y XV), hace referencia a Narnia y a Cristo al morir y resucitar todos los días. El león simbólico dice: “mi muerte da la vida y mi vida la muerte”. ¡Pero también está la épica y oscura figura del lobo del norte persiguiendo a nuestros héroes para destruirlos! ¡La historia interminable como una recapitulación innovadora de todos los cuentos de hadas y todos los mitos! Las pruebas rituales que debe superar Atreyu son necesarias para para transitar la vida: superar los pantanos de la tristeza, donde vive la milenaria y cruel tortuga Morla, imagen del demonio de la indiferencia y la aridez, donde el espíritu se vuelve pesado como el plomo. El abismo de horror donde mora el monstruo Ygrámul. Las Tres Puertas Mágicas, con el espejo de la Verdad sobre uno mismo, la puerta del “selén fantástico” de brillante color cobre, como el Libro y que sólo es penetrable por aquellos que no desean cruzar y saben renunciar a su Voluntad.
Similar es el camino de regreso a la verdadera y plena vida de Bastián. Mientras Atreyu busca y lucha por encontrar a Bastián, quien al darle un nuevo nombre a la Emperatriz Infantil puede salvar a Fantasia (la fe evoca el nombre, es decir, genera la verdadera realidad), Bastián tendrá que recorrer un camino de desarrollo interior similar pero opuesto, es decir, un camino que conquista la luz por la fe, de purificación tras la corrupción posesiva y egoísta a la que había descendido. La segunda parte de la novela que lamentablemente nunca se llevó al cine, es igualmente importante y fascinante, de hecho, es decisiva y predominante. Bastián se da cuenta del “haz lo que quieras” del Gargantúa de Rabelais cuando, como el nuevo Adán, nombra y hace crecer a Perelín la Selva Nocturna (Cap. XIII) y a través de una serie de fuertes experiencias transfiguradoras, alcanza su clímax presentándose como un nuevo Lancelot, en Amarganz la Ciudad de Plata (Cap.XVI), metáfora de la armonía de la Obra alquímica, una ciudad, redonda y concéntrica, rodeada por un lago de aguas violetas, saladas, amargas y corrosivas. Fújur el dragón de la suerte, blanco con ojos color rubí, canta con voz de bronce por primera vez mientras vuela feliz y en círculos sobre la ciudad al final del torneo. Es el momento de máxima gloria y unidad entre Atreyu y Bastián. Aquí Bastián encuentra una piedra mágica proveniente del cuerno de un unicornio que tiene la apariencia de un cristal incoloro. Estos rasgos recuerdan a la pasta de vidrio de los alquimistas o vitriolo.
Su camino de purificación, después de la caída, comienza en el Mar de Niebla, donde todo está hecho de juncos (Cap. XXIII), después de haber dormido como Elías, bajo un enebro, aprende el valor del silencio y la verdadera humildad necesarios para reformarse y regenerarse, como un recién nacido por segunda vez, con Doña Aiuola en la Casa del Cambio (Cap. XXIV). La tercera fase del “retorno” de Bastián, comienza en la hermética y platónica Mina de las Imágenes (Cap. XXV) donde el sabio Yor le enseña a cavar y vivir en las profundidades, allí descubrirá las imágenes olvidadas que le recordarán a quién debe amar. Sólo recordando a su padre, Bastián podrá encontrar la Fuente de la Vida, una fuente sagrada rodeada de dos serpientes que se muerden la cola, un Áuryn viviente, que representa la Puerta entre los mundos que deberá cruzar para entrar al mundo por segunda vez, ahora restaurado y reformado.
¡Que esta verdadera novela de formación, preciosa para leer y reflexionar, más para los hombres que buscan el Espíritu que para los niños, no sea olvidada por el olvido que oprime nuestro tiempo, como la Nada que amenazaba el Reino de Fantasia! Una novela que parece pensada para quienes quieren empezar a marcharse o volver a marcharse en Busca del Misterio.