Texto: Mercedes del Fresno Fernández en CLIJ.
Imagen: Zhoung
La autora se sirve de Momo, obra a través de la que Michael Ende propone volver a la vida sin tiempo o en la que aboga por el derecho al ejercicio de la fantasía, para hablar de la importancia del juego y de los cuentos en la infancia. Y como el escritor alemán, Mercedes del Fresno llama la atención sobre la falta de tiempo tan acusada en nuestra sociedad, que lleva a los adultos, padres y/o educadores, a prestar cada vez menos atención a los niños que, sin embargo, necesitan de la presencia adulta para organizar y dar sentido a sus juegos. Pero no solo el tiempo es el enemigo, también lo son la falta de espacios adecuados en las ciudades para que jueguen los niños, o la incapacidad de los adultos para aceptar el mundo de la infancia.
Siempre que se habla de Michael Ende se dice que no escribió libros expresamente para niños o que sus obras “no fueron redactadas para lectores de una determinada edad”(1), al menos a priori, sino que fue en el momento de su publicación cuando se decidió sobre este particular.
A mi entender queda claro que, a pesar de que “por tener como protagonistas a figuras infantiles y por su sencillez expresiva, [sus obras] se encasillan en la literatura infantil”(2), la intención de Ende es la de hacer crítica social y provocar la reacción del lector ante los problemas de abandono que sufren los niños por falta de tiempo en una sociedad cada vez más deshumanizada y consumista y en la que irónicamente, como más adelante demostraremos, menos se piensa en los niños.