Texto: Rubén Aguilar, adaptación de Felipe Bravo Torres en Revista Burdel
Imagen: Armas y seres mágicos
Esta exposición se origina ante la pregunta por el carácter clásico (lo paradigmático) del Mito del Minotauro y de su clasicidad, en términos literarios. En consideración de lo anterior, advertimos, que este relato se nos presenta como la lucha del yo consigo mismo, con sus propias contradicciones, con los propios polos opuestos que de él mismo se generan; como de lo positivo se deduce lo negativo, de lo cálido lo frío, del todo la nada. A su vez de lo paradigmático y arquetípico que resulta el relato, el carácter clásico que adopta éste en términos literarios.
Si seguimos a Cassirer, el mito “...es dramático, de acciones, de fuerzas, de poderes en pugna” identificables en el mito de ser Tauro-céfalo. Está el poder de la Luz, de la Razón, del Orden, del Espíritu, de lo Positivo, fuerzas todas estas aliadas a Teseo, el héroe ateniense que entra en el laberinto para enfrentarse con las fuerzas del polo opuesto, a saber, la Animalidad, la Irracionalidad, la Materialidad, la Negatividad, fuerzas/poderes adjudicadas al Minotauro, una suerte de devenimiento en un híbrido que representa sus posibilidades de negatividad, un homínido que ya no es humano.
Este mito proviene de la cultura minoica y fue recogido por Publio Ovidio, poeta latino, a comienzos de nuestra era, y antes, en el siglo V a.c., Eurípides, en su tragedia “Las Cretenses”. No obstante, utilizaremos a Apolodoro, en su Biblioteca Mitológica.