Imagen: Chuck Groenink
La segunda prueba en el camino hacia el Oráculo del Sur es la Puerta del Espejo Mágico, donde uno mira su propio reflejo. Parecería sencillo, pero ¡acaso es fácil enfrentarse a la verdad acerca de sí mismo? El interior de uno puede ser tan insospechadamente lejano de la imagen que cada hombre tiene de sí. Voltear la mirada hacia adentro, inspeccionar hasta los rincones más escondidos y olvidados de la propia alma… la mirada inquisidora es una prueba dura y no por gusto en varias tradiciones religiosas parte de la ceremonia de iniciación es el aislamiento absoluto. En la soledad total, donde uno se encuentra desconectado por completo de cualquier tipo de estímulos externos, el hombre se conecta con su alma, se funde con su propia esencia: ¿Qué refleja el espejo? La verdad, la sinceridad, el contenido del corazón y la conciencia.
El espejo como símbolo es un instrumento para llegar a la sabiduría, porque revela la esencia verdadera de los seres, las cosas y los sucesos. Al igual que la luna, el espejo es un conocimiento reflejado, pero con un matiz distinto. Mientras la luna es conocimiento reflejado y transformado, gracias al poder del astro de mostrar los secretos insospechados de la oscuridad, el conocimiento reflejado del espejo no es transformador de la esencia, sino únicamente revelador de lo que en verdad es. Si para el bien parecido Atreyu, un guerrero ágil y diestro, no resulta conflictivo verse en el espejo como un niño gordo y pálido, es porque, por un lado, en cada ser bello y valiente hay un pequeño yo feo y cobarde y por otro lado, porque alguien que está listo para la sabiduría del oráculo, ya ha vencido las contradicciones dentro de sí mismo.
Únicamente alguien que se conoce a sí mismo hasta el detalle más velado y desagradable y se acepte tal como es, solo alguien así está listo para el conocimiento místico del universo. Atreyu se asombra ligeramente, pero no confronta ningún conflicto y traspasa el espejo, sintiéndose “como un niño recién nacido”. En esta imagen desdoblada -Atreyu y su reflejo- se ve la influencia de la tradición sufí. Los sufíes consideran que el mundo está compuesto por infinidad de imágenes que son irracionales en distinto grado del ser único divino reflejadas en espejos.
En La historia interminable, Bastián resulta ser la verdadera esencia del joven cazador del mundo fantástico y Atreyu es lo que el chico del mundo real anhela ser. Al traspasar la Puerta del Espejo Mágico, Atreyu y Bastián se funden el uno en el otro, se efectúa una especie de comunión entre los dos que los une con lazos invisibles: el niño amante de lecturas y el hábil cazador de Fantasia ya viven y respiran del mismo modo, con los mismos deseos de salvar el país de los sueños, con la misma disposición de revivir la magia.
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